"El violín es un remedio para el alma"

"El violín es un remedio para el alma"

Hace 55 años que milita en el folclore. Nació en 1939. Un porteño tucumanizado.

EN SU ESTUDIO. Fernando Matos vive en el barrio Juan B. Terán. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA EN SU ESTUDIO. Fernando Matos vive en el barrio Juan B. Terán. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
18 Septiembre 2012
Fernando Matos concibe el arte de combinar los sonidos de instrumentos, o de la voz humana, como un remedio para el alma. Fue rico y pobre solo dedicándose a la música. Heredó de sus ancestros rusos y polacos la pasión por el violín y el placer de viajar. Pero a pesar de su ascendencia no toca ni dirige ninguna sinfónica ni orquesta de cámara. Hace 55 años eligió el folclore como estandarte. No solo lo estudió, profundizó y compuso -creó más de 70 temas de diversos ritmos- sino que también lo difundió. Y desde hace varios años lo ejecuta e utiliza con los niños y sus discípulos para enseñarles a tocar el violín.

Nació en el barrio porteño de La Paternal -en el centro de Buenos Aires- el 14 de julio de 1939. Se radicó en Tucumán en la década de 1980. Vivió un año en Santiago del Estero (1985), donde la idea de crear una orquesta de violines con niños comenzó a desvelarlo.

Los comienzos
Fernando Matos es el artista. Pero el ciudadano se llama Fernando Samuel Naftalzon. A los ocho años ingresó al Conservatorio Nacional de Música. "Allí estudié violín. Fui compañero de Alberto Lysy, hasta que ambos tomamos caminos diferentes: Alberto se dedicó a lo clásico y yo a lo popular", explicó.

A los 17 años integró el grupo de Alberto Ocampo y sus Changos Violineros. "Allí también tocaba Alfredo Ábalos. Me enamoré a primera vista del folclore santiagueño", apuntó.

Ese acercamiento a los ritmos argentinos también lo profundizó junto a los Hermanos Ábalos, Atahualpa Yupanqui, Hugo Díaz, Arbos-Narváez, Edmundo Zaldívar,Carlos García, el Tarateño Rojas, Marta y Waldo de los Ríos, Margarita Palacios y Agustín Carabajal, entre otros consagrados. "Eran nada más y nada menos que músicos del interior, que se habían instalado en Buenos Aires para difundir los ritmos de sus regiones con honestidad y sin tanta alharaca. Además conocí, por entonces, a los poetas Ariel Petrocelli y César Perdiguero", acotó.

La gente disfrutaba
"Había peña todos los días -se explayó Matos-. La gente disfrutaba el folclore. Iba a esos lugares a escuchar y a deleitarse con el talento de los intérpretes. No había inflación. En ese tiempo también conocí a un tucumano muy famoso: Miguel Angel Trejo. Era un pianista de una talla inmensa, de grandes manos que le permitían tocar hasta 12 notas. Él interpretaba sus propias creaciones y volcó, en un cuaderno, los primeros arreglos escritos para los violinistas que actuábamos en las peñas".

A fines de los 60 lideró el Cuarteto de Cuerdas para el Folklore, compuesto por tres violines y una guitarra rítmica electrónica, que lo catapultó a los escenarios del mundo. "Era un grupo atípico porque incluía una guitarra eléctrica que, para aquella época, era una herejía. No se concebía el folclore con un instrumento tan vinculado al rock", señaló.

Los integrantes
También integraban el cuarteto los profesores del conservatorio y amigos de Matos, Eduardo Massara (segundo violín), Héctor Tarpinián (tercer violín) y Jorge Rodríguez (guitarra eléctrica), que con 22 años era el más joven del grupo. El Cuarteto de Cuerdas para el Folklore debutó en la ex radio Splendid.

Fue justamente con ese grupo, en 1967, que Matos vino por primera vez al norte argentino y aquí empezó a conocer lo que era un patio de campo o una reunión en la casa de un folclorista, cualquier día de la semana, para tomar un vino y cantar. En Tucumán actuó por primera vez en el Septiembre Musical.

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