Una caja de sorpresas con el cielo como límite

Una caja de sorpresas con el cielo como límite

18 Septiembre 2012
Fernando Matos es una caja de sorpresas. A los 73 años no piensa en retirarse. Comparó su niñez con la de sus alumnos. En ese sentido contó que al contemplarlos y disfrutarlos también descubre que a medida que se hizo adulto perdió el contacto con sus necesidades y con su cuerpo. "Al punto tal de permitir que la cabeza me dominara. Comencé a prohibirme cosas, a censurarme. Frené mi acción, me enganché y, por ende, no logré dejar que se me fuera todo aquello que ya pasó. No me cabe duda alguna: los niños viven plenamente el momento. Aún más, hasta los asuntos pendientes o lo que deben hacer a continuación no los atrapa como a un mayor. Es como si se dieran cuenta de que alguna vez llegarán a mi edad. Pero que, por ahora, solo el presente existe para ellos. Por eso lo exprimen y quizás, también por eso, viven sus emociones con tanta intensidad", reflexionó.

"Después de que el Cuarteto de Cuerdas del Folclore se consagró revelación del Festival de Cosquín -en una mágica noche del verano cordobés de 1968- empezamos a venir seguido a esta provincia -destacó-. Y, con el tiempo, me radiqué aquí".

Una década tocó y viajó con el Cuarteto. En 1974 comenzó un periplo por Europa. Actuó con su grupo o como solista en España, Francia, Alemania, Suiza, entre otros países. "Divulgué siempre las melodías y los ritmos argentinos, incluido el tango", apuntó.

Al regresar al país se dedicó a crear nuevas obras. Alternó sus actuaciones como solista en recitales y festivales. Simultáneamente compuso arreglos de cuerdas y doblajes de violines para Los Manseros Santiagueños, Carlos Carabajal, Los Chalchaleros, el Chango Nieto y Las Voces de Orán, entre otros -y "los mejores", según el violinista-. Hasta que un día el entonces ignoto Oscar Esperanza Palavecino lo visitó en su estudio para pedirle que le hiciera los arreglos de violines. Y desde hace más de 15 años le graba los arreglos al Chaqueño Palavecino.

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