Aguas tormentosas

Aguas tormentosas

Un asado sazonado con charla sobre reforma constitucional. El bloque alperovichista tembló por la defensa a un ex bussista. La UCR parece más preocupada en mirarse dentro que en apoyar la tarea de su legisladora

La voluminosa casa del legislador Rolando Alfaro estaba de punta en blanco para recibir a los transpirados jugadores. En la cancha de Las Tuquitas habían quedado algunas diferencias: Legisladores 3 vs. Concejales 2. Cual Alejandro Sabella convocó sólo a jugadores alperovichistas. Los amayistas de la Legislatura -como "Freddy" Toscano- o del Concejo -Eloy del Pino o Germán Alfaro- no estaban en la lista de buena fe. Luego del triunfo legislativo sobre los ediles llegó el tercer tiempo, en el que se desparramó un asado en el que no faltaron algunos cortes de chancho. Pese a la discriminación amayista, no hubo un tema que los convocara. Sin embargo, los momentos titubeantes por los que atraviesa Cristina Fernández de Kirchner y las dulces palabras de Diana Conti fomentando la reforma de la Constitución nacional fueron el mejor condimento para los cortes que fueron saliendo de las brasas.

Invariablemente, la reforma de la Constitución -y, por lo tanto, la "re-re-recontra elección" de la autoridades políticas- siempre aparece en cualquier reunión donde hay por lo menos un legislador o algún alperovichista. El tiempo pasa y se hace imperiosa la necesidad de tomar decisiones. El gobernador insiste en que no es el momento. Los legisladores -especialmente los que se quedarían sin banca- creen que hay que hacerla ya, porque el oficialismo tiene los números para sacar la reforma de la Constitución sin problemas y porque la oposición no tiene fuerzas para nada; apenas si le alcanza para pelearse internamente. Están también aquellos que añoran la reforma a nivel nacional para tener el justificativo ineludible para convocar la Constituyente. En Las Tuquitas no se pusieron de acuerdo, pero sí quedó claro que las elecciones de diputados del año que viene son clave. Si es antes, mejor para los alperovichistas.

Metáfora legislativa
El partido de fútbol no le vino mal a los legisladores, que durante la semana tuvieron una sesión para el olvido. Ricardo Bussi y el vicepresidente segundo de la Cámara, Manuel Fernández, confirmaron que la Legislatura tucumana no se respeta a sí misma; y, por lo tanto, no hace honor al pueblo que la constituyó. El legislador de Fuerza Republicana no es inocente de lo que sucedió en el recinto días atrás. El hombre que nació en tierras estadounidenses es alguien a quien el pueblo tucumano lo sentó en el Congreso de la Nación; y si no fuera por dormilón, capaz que hubiera llegado a ser gobernador de Tucumán. Esto lo hace un experto de las lides legislativas; y no es la primera vez en que Bussi utiliza chicanas para caldear los ánimos en el recinto. Esta vez se salió con la suya, porque Fernández, por el contrario, demostró no tener ni temple, ni picardía, ni inteligencia legislativa; y terminó enlodando a todo el cuerpo al agredir verbalmente a otro legislador. Todo fue bizarro, triste y lamentable. Pero aun lo fueron las autoridades del cuerpo, que ni siquiera se sobresaltaron por el papelón. Más grave todavía resultó la pasividad de los demás integrantes del cuerpo, que no sólo no se sintieron agraviados por lo que ocurría, sino que tampoco pareció sorprenderles tan bajo nivel de los oradores. Da la sensación de que estuvieran acostumbrados a que los agravios sean lo importante por sobre la tarea legislativa.

Para el oficialismo, la sesión no había comenzado mal. Minutos antes de salir al recinto, el presidente del bloque, el ex taficeño Roque Tobías Alvarez, convocó a su tropa y les advirtió: "si por el tema (Miguel) Brito la oposición lo ataca a José tenemos que defenderlo". Hubo un silencio de radio, que rápido exigía precisiones. Es que los peronistas todavía recuerdan a Miguel Brito sentado en el recinto con la camiseta de Fuerza Republicana. Fue "Alito" Assán el que precisó que no tenían problemas de defender al mandatario provincial si llegaban a atacarlo, pero no a Brito. Aclaró que para eso había otros y sin nombrarlo se refería a Armando Cortallezzi y a Guillermo Gassenbauer, quienes compartieron horas de combi cuando hacían campañas juntos con el ex titular de la DAU. "No nos dio nada a nosotros, a los peronistas los trató mal", habría terciado Alejandro Martínez, otro legislador molesto que dejó en claro que Brito podía vestirse de alperovichista, pero no de peronista. Con estas disidencias entraron al recinto los legisladores oficialistas.

Todos hablan
La explosión del caso de la Dirección de Abusos Urgentes (DAU) ha puesto nervioso al oficialismo. Todo no termina con la renuncia de Brito. Si así fuera, Roque Alvarez no hubiera tenido necesidad de hacer aquel pedido antes de salir a la cancha. Ahora las cosas están en la Justicia, pero los que hablan son los empleados de la auténtica Dirección de Arquitectura y Urbanismo, que no quieren ver a su institución enlodada. Los que pasan información son los que dicen que hay escaleras prestadas de la Casa de Gobierno para que se pinten algunos domicilios, y muchas de estas cosas tendrán que ser revisadas por el Tribunal de Cuentas o por otros responsables del control. El apuro por hacer las obras y la confusión en la que siempre cayó el alperovichismo, de creer que la cosa pública es muy propia, se ha convertido en nitroglicerina. Hasta ahora la pólvora se había venido almacenando en la computadora de la legisladora Silvia Elías de Pérez. El oficialismo, que sólo le temía al enojo de Alperovich, ha empezado a tenerle miedo hasta al iPad de la política del radicalismo. Tanto es así que innecesariamente, el senador Sergio Mansilla le pidió por nota al intendente Domingo Amaya que permita que Brito sea empleado adscripto al Senado. Una suerte de paraguas alperovichista para el funcionario caído en desgracia. Brito es empleado de la Municipalidad desde la época en que era bussista, luego fue dejando en el freezer su cargo para cumplir las tareas encomendadas por Alperovich y por Gassenbauer. Ahora que se quedó de a pie debería volver a la Municipalidad, pero el alperovichismo ha decidido cuidarlo.

Lo "atamo" con alambre
Se hacía tarde ya. Los últimos rayos de sol se colaban por los vericuetos de la Casa de Gobierno cuando se abrió el despacho del número uno de la provincia. El cantautor Ignacio Copani y su esposa les daban el adiós al gobernador y a "sijosesistas" que ya tienen despacho en el Congreso de la Nación y en la Legislatura provincial. Alperovich ya le había dado el consabido "ya sabés Ignacio, lo que necesités..." cuando apareció la figura inesperada del rector de la Universidad Nacional de Tucumán, Juan Alberto Cerisola. Era el segundo encuentro (el primero ocurrió en Buenos Aires), pero el tema era el mismo: plata. Cerisola necesita que el mandatario provincial lo ayude a encontrar "amigos" en el Gobierno Nacional que apaguen el fuego financiero universitario. No fue una reunión pública -o, mejor dicho, publicitada-, porque las relaciones del rector con el peronismo no despiertan ni sonrisas ni abrazos. El cholulismo que despertó Copani le puso candilejas a la visita del rector. Cerisola, por ahora, está recibiendo algunos desplantes alperovichistas, porque su socio en la UNT, el diputado radical Luis Sacca, ha buscado judicializar temas que le puede acarrear problemas a la administración provincial, como cuestiones referidas a la electricidad. A los despachos de Ayacucho y La Madrid también llegaron quejas por cuestiones protocolares. Aducen que algunas ausencias nacionales en el acto de lanzamiento de los festejos por el centenario de la UNT siguen siendo manifestaciones claras de que el gobierno nacional sigue viendo oposición radical en la gestión de la UNT y aunque busque amigos, estos siempre serán falsos influyentes en Buenos Aires.

Alperovich se fue a descansar a las Cataratas del Iguazú. La tropa que él supo armar para la cruzada de estos nueve años de gestión ha empezado a sufrir descomposiciones. Hay denuncias, renuncias, diferencias; se quitan apoyos; dudan; se miran de reojo; y hasta el propio gobernador ya no pone ciegamente sus manos en el fuego. Sólo la reforma constitucional podría frenar este proceso de descomposición. La oposición, por ahora, es espectadora, tanto de las irregularidades oficialistas como de la investigación de Elías de Pérez, que navega sola en una canoa porque el radicalismo sigue envuelto en su maremoto y es incapaz de capitalizar el trabajo de sus integrantes.

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