Células madre: mitos, realidades y negocio

Células madre: mitos, realidades y negocio

El experto en trasplantes del Hospital Italiano cuestiona los límites éticos de los bancos privados de células madre. Resultados.

Células madre: mitos, realidades y negocio
19 Agosto 2012

No por casualidad, en la introducción al libro "Medicina regenerativa Hechos y fantasías en relación con la terapética en células madre", el médico e investigador Pablo Argibay se remonta a los mitos griegos para señalarnos que hace ya 25 siglos que los humanos sonábamos con la vida eterna, proyectados en mitos como los de Gilgamesh. Pero que la figura que más se acerca a estos tiempos en los que los humanos creemos que el bisturí o ciertos productos pueden prometernos juventud eterna es la de Prometeo, el titán que, encadenado a una roca, estaba condenado a que un águila le comiera el hígado que se regeneraba permanentemente, estirando el suplicio.

En otras palabras, Argibay dice que los humanos del siglo XXI somos como ese Prometeo encadenado, en busca de la perpetua regeneración de nuestra piel, de nuestros tejidos, de nuestros órganos. En esa búsqueda de bella vida eterna, una de las ofertas terapéuticas más recientes es la de las células madre o stem cells. De ese tema habló Argibay con LA GACETA desde su laboratorio en el Hospital Italiano de Buenos Aires.

-¿Qué son las células madre?

- Son células que tienen la capacidad de diferenciarse. Sus células fijas van a dar células de prácticamente todos los tejidos del organismo. En principio, existen tres tipos: células embrionarias; las del cordón umbilical, que están circulando permanentemente entre el cordón y la placenta de la mamá, y que es la terapia aceptada. Lo que es discutible éticamente es si se le puede prometer a una embarazada que las células van a servirle a su hijo, y ofrecerle un servicio de banco privado. Eso no tiene por el momento sustento científico, porque no hay en el mundo personas que hayan sido tratadas con ese tipo de terapia en enfermedades clásicas. Por último están las células madres del adulto, que estarían desparramadas por todos los tejidos, aunque principalmente están las células mesenquimales, que están en diferentes órganos y que, adecuadamente tratadas, podrían dar lugar a un número limitado de células de otro tejido. Por ejemplo, tomadas de tejido graso podrían diferenciarse en células cardíacas o, incluso, en neuronas.

- ¿Cuáles son los mitos y verdades en torno del tema?

- De mito hay mucho. Salvo en el uso de la médula ósea, que se realiza desde hace años, no se ha mostrado en la comunidad científica que se traten en forma generalizada enfermedades diversas con células madre. No se puede decir en forma rotunda que reparen en su totalidad el corazón dañado, o el cerebro dañado, o un páncreas dañado por la diabetes. Existen resultados menores: en corazón se ha mostrado que mejoran el bombeo, pero sin una relevancia clínica. En la diabetes, han dejado de usar un poco la insulina, pero no hay reportes internacionales que indiquen que pacientes hayan abandonado totalmente la insulina tras el tratamiento. Por el momento, parecería que podría ser un coadyudante que podría llegar a ser muy útil combinado con otras terapias. Lo que existen son trabajos experimentales en animales, que son diferentes, porque es diferente la capacidad regenerativa. Hay ensayos clínicos que han dado resultados diversos, y que no avalarían que las células madre sean capaces de regenerar en su totalidad un tejido dañado. En la Argentina, las células madre no son aceptadas como terapias corrientes, deben ser aprobadas por el Incucai como proyectos de investigación, totalmente gratuito para el paciente. Finalmente, existe algo bastante interesante y promisorio que estaría entre las células del adulto y las embrionarias, las células pluripotenciales inducidas: se toma una células adulta y, por medio de procesos virales o bioquímicos, se logra que vuelva para atrás, y que esa célula se vuelva a transformar en una célula embrionaria con todas sus potencialidades, o en una célula con otro tipo de tejido. Esa parece ser una estrategia que nos ofrecería los beneficios de las embrionarias, y sin el problema ético.

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-En la Argentina, ¿cuánto hay de negocio?

- Lo es, uno recibe docenas de mails por día, donde distintas personas me plantean que les han ofrecido un tratamiento para una enfermedad del nervio central, para el hijo que tiene parálisis cerebral, para el papá que tiene un Parkinson, para un hijo que quedó cuadripléjico tras un accidente.

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- Han proliferado los bancos privados...

- Aparecen por todos lados, ofreciendo banqueo de células de cordón umbilical. Hay otras opciones: donarlas al banco de uso público del Garrahan, guardarlas en un banco privado o tirarlas a la basura, o donarlas para investigación. La diferencia entre el uso privado y el público está en que en un caso es de uso privado, y sin ningún justificativo médico. El banco del Garrahan, en principio, se constituye para servir a toda la población. No es un delito guardar en un banco privado, pero el punto es cuando se incurre en la mentira. Muchos bancos privados ofrecen una especie de seguro biológico. Y esto entraña un problema bioético, por tres razones: 1) porque la medicina es probabilística, con lo cual no existen los seguros biológicos; 2) porque no se han usado estas células en terapias complejas como las que prometen; 3) porque se trata de poblaciones muy vulnerables: no hay madre que no pague lo que no tiene para poder guardar las células, pensando que algún día le van a servir a su niño. Hay muchas cuestiones que hacen que esto sea un negocio. En primer lugar, habría que probar si sirven para algo. Y liberar su uso en forma controlada, para que de una vez se vea cuáles podrían ser los efectos nocivos de estas células. Y se balancearían con los logros en las enfermedades que lo justifiquen. El mito es considerar que esto es una revolución terapéutica, y no lo es. Hace 27 años que hago trasplante de órganos, y sí puedo decir que en los años 70, 80, el trasplante ha sido una revolución terapéutica, La situación que se ve con las células madre es muy parecida a la que se vivió hace 20 años con la terapia génica: abundancia de promesas, y se cuenta con los dedos de una mano cuándo una terapia génica resultó exitosa.

- ¿Qué es lo que ha impulsado este boom?

A mi modo de ver, por una docena de empresas que están a la caza de este tipo de terapias, y que las hemos visto en el mundo del trasplante. El día en que se pensó utilizar órganos de animales en personas se crearon 40 compañías de animales transgénicos que iban a solucionar la donación de órganos. Cuando apareció la terapia génica se crearon decenas de compañías. Siempre existen en el mundo compañías con capitales de riesgo que le creen al científico de turno, y después tienen que hacerlo realidad. Y al tratar de hacerlo, fabrican una realidad inexistente. Cuando uno va al Congreso Mundial de células madre, hay una cantidad impresionante de sponsors. Y la gente ya no se deja engañar. Pueden ser seis meses, pero al cabo de ese tiempo, ya empiezan a preguntar: ¿y, doctor? ¿Cuándo dejo la insulina? Pero esto no pasa. Y se tiende un manto de misterio, se regula algo como lo de las células madre, y aparecen grupos que están investigando con pacientes. Pero no creo que esto vaya a ser una novedad terapéutica. De todos modos, urge que se permita la investigación, para ver efectos.

- Hay quienes señalan que se multiplica la posibilidad de generar tumores…

- Si la célula madre produce un efecto de curación, el riesgo de que produzca cáncer lo vale. Si usted me dice que tengo una persona con Alzheimer, y que el riesgo de un tumor es del 5%... Es como el trasplante, las drogas para el trasplante producen efectos terribles, pero la relación es que le estoy dando años y calidad de vida a una persona. En la medicina, uno cambia una enfermedad muy grave por otra menor. Estamos en una medicalización de la sociedad, que cree que la medicina es una especie de arte producida por monjes que todo lo saben. Necesitamos fabricar creencias. Que si primero fue la medicina ortomolecular, ahora está la medicina ortomolecular quántica. O las dietas del futuro, que vienen matando gente. Lo que pasa es que el ser humano necesita terminar con la incertidumbre y fabricarse dioses.

- Usted escribió un libro sobre el tema hace cinco años. Y hoy parece menos optimista sobre los resultados con estas terapias...

- Soy escéptico por naturaleza, pero vivo sopesando los pros y las contras, y vivo analizando las creencias. Soy escéptico de que esto sea la solución, pero soy confiado de que hay que investigar. Para eso, la investigación debe liberarse, y se debe extender -con muchos controles- a los hospitales. Según la ley de terapias celulares del Incucai, prácticamente no se puede tocar ninguna célula y pasarla a otro lugar. La paradoja es que hay un montón de bancos y grupos que lo están haciendo, amparados en leyes provinciales, en la autonomía de los pacientes, Y lo cobran, sin resultados coherentes.

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