"Fidel Castro es un producto extraordinario de marketing"

"Fidel Castro es un producto extraordinario de marketing"

La reconocida escritora cubana, hoy exiliada en París, habla de su infancia y de su salida de la isla, de su polémica con escritores y de la influencia del castrismo en Hugo Chávez, Evo Morales y Cristina Kirchner. También ataca los mitos del régimen: "Si hoy tú dices que hay buena educación en Cuba, sos un colaboracionista".

Fidel Castro es un producto extraordinario de  marketing
19 Agosto 2012

Nos encontramos un sábado a la mañana en el mítico café Les Deux Magots, frente a la iglesia de Saint-Germain-des-Prés. Cuando llegué, ella ya estaba sentada a una mesita, en una esquina. Cuando permanece en silencio parece tímida, casi inexpresiva, quizás porque sus ojos tienen un leve rasgo oriental, pero no bien comienza a hablar ciertos resortes internos se activan como si operara un milagro. Poeta y novelista muy fecunda, vive exiliada en París junto con su marido, un reconocido cineasta. Como en Des Magots había mucho ruido, caminamos dos cuadras por la Rue Bonaparte y nos trasladamos hasta el jardín del hotel Des Marronniers, en las entrañas de la Rue Jacob, a pocos metros de donde vivió Richard Wagner. Allí, a la sombra de los castaños, iniciamos el diálogo.

- Naciste junto con la revolución. ¿Cómo fue tu relación con Cuba de niña?

- Sí, yo nací el 2 de mayo del 59 en la Habana vieja, y allí viví hasta que ya era adulta. Y la relación con la vida era la relación de cualquier niño nacido en el 59: se pasó de una vida normal a una vida militarizada. No había independencia en la educación, no había libertad.

- ¿Cuándo tomaste conciencia de que eso era una dictadura? ¿Fue con el caso Padilla?

- No, en el momento del caso Padilla yo era muy joven y no tenía nada que ver todavía con el mundillo cultural. El pueblo no se enteró del caso Padilla. Fue poco a poco. Yo pertenecía a una familia donde mi abuela era de origen irlandés y mi abuelo de origen chino. Mi abuela iba a la iglesia y tenía sus creencias, por eso yo fui llevada a la iglesia desde muy niña y cuando en la escuela se enteraron de que éramos católicos empezaron los primeros problemas. Por ejemplo, cuando a los siete años me iban a dar la pañoleta de pionero comunista, me retiraron de la fila y me dijeron que no podía ser pionera comunista porque era católica. Allí empezó todo de manera inconsciente. Yo no tenía conciencia en ese momento de que era un acto humillante e injusto. Recuerdo que el director de la escuela, Jesús Escandel Rey, amigo de Julio Antonio Mella, el comunista asesinado en México, me dijo: "Ustedes de quién quieren ser hijos, ¿de Dios o de Fidel?" Y mi abuela, que estaba allí en el acto, me hizo una seña con dos dedos y yo dije: "De los dos". Esa respuesta a él lo divirtió mucho, era un hombre muy abierto para la época, se rió y él mismo me puso la pañoleta de pionero. Ese fue el primer momento. Después mi padre cayó preso y no se podía decir en la escuela que estaba preso. Mi padre tenía dos mueblerías, él daba antes del 59 dinero para los brazaletes del movimiento 26 de Julio, y cuando empiezan las contradicciones de todos los que habían apoyado a Fidel, a finales de los 60, empieza a participar en unas pequeñas células que el castrismo llamaba contrarrevolucionarias, pero que no eran activas, no eran terroristas. Entonces mi padre fue denunciado, y fue denunciado por su propia madre, mi abuela, que era muy revolucionaria, que se había convertido al castrismo de manera fulminante. Mi padre pasó cinco años y algunos meses en la cárcel, sin ser juzgado.

- ¿Cuál era tu relación con los grandes escritores cubanos: Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas?

- Yo empecé a escribir a los 17 años y, como vivía en la Habana vieja, tenía relación con muchas personas que ya tenían un nombre. A Reinaldo Arenas lo conocí de muy joven. Pero no podía leerlo. El libro de Reinaldo, Celestino antes del alba, se agotó y no hubo más. Recién lo empecé a leer después de que salió Antes que anochezca, que me lo mandaron desde afuera de Cuba, y con muchos problemas porque estaba prohibido. Con Alejo Carpentier fue distinto porque era un hombre apoyado por el régimen.

- ¿Llegó Carpentier a hacer alguna autocrítica de su participación?

- No, no, pero era un hombre discreto, a diferencia de Nicolás Guillén, que escribía todos los días un poema en Granma a favor del castrismo.

- Pero uno podría pensar que El siglo de las luces es contrarrevolucionario, en el sentido de que insinúa que toda revolución termina disipándose.

- Es probable. Era un hombre muy erudito y muy inteligente. Conocí mucho a su viuda. Nunca iban a admitir su anticastrismo, que no creo tampoco que lo tuvieran. Vivían de manera muy cómoda, vivieron poco en Cuba y cuando vivieron allí le facilitaron todo para que se hiciera la casa.

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- ¿Y Cabrera Infante?

- Lo conocí mucho ya en el exilio. Lo había leído antes, dentro de Cuba. Y cuando salía de viaje, las pocas veces que salí de Cuba, me provocaban para que hablara mal de Guillermo. Me pasó en Colombia. Mi decisión fue siempre decir: "Es un gran novelista, no lo conozco personalmente y no hablo mal de los escritores que están en el exilio".

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- ¿Cómo fue tu salida de Cuba?

- Reinaldo Arenas fue el más lúcido de todos; él se dio cuenta enseguida de que había que irse. Mi idea siempre fue, y en eso coincidíamos con Guillermo (salimos casi a la misma edad, 34 y 35 años), que había que hacer las cosas dentro de Cuba. Yo decía: no seré disidente por plantilla, pero en lo que yo trabajo en lo que esté en desacuerdo lo diré. Yo dirigía la revista Cine cubano y empecé a tener enfrentamientos con el régimen. Ahí empezaron las contradicciones con Alfredo Guevara, que dirigía el instituto de cine. Yo ya conocía a Alfredo Vega, mi tercer esposo, y decidimos que la opción era irse y denunciar lo que estaba pasando o caer presos. Porque en Cuba no hay otra solución. Todas las personas que pasan seis meses, un año máximo, haciendo oposición y no tienen que ir al exilio ni caen presos, pues te tienes que hacer la pregunta de qué ocurre con ellos, porque está visto que en 53 años es lo que pasa siempre.

- ¿Cómo es entonces el caso de Leonardo Padura, que ha escrito libros muy críticos, como El hombre que amaba los perros, pero sigue viviendo tranquilamente en Cuba?

- Yo tenía como principio no hablar de los escritores que siguen viviendo en Cuba, así como cuando vivía en Cuba no hablaba de los que estaban en el exilio. Pero fue Padura quien rompió esa decisión que yo había tomado, porque en una declaración a un periódico español dijo que yo había sido funcionaria cubana y que había salido por avión de Cuba. El fue mucho más funcionario que yo, estuvo muchos más años que yo ligado a la Uneac, la unión de escritores y artistas de Cuba, con modelo soviético, como el segundo de la Uneac. Creo que Padura es un fenómeno en el que yo tengo mucho que ver, puesto que a partir de la publicación de La nada cotidiana, que es la novela que me hizo conocida mundialmente, ellos se dieron cuenta de que podían utilizar a los escritores, sacarlos en contra de los escritores que estaban en el exilio y al mismo tiempo hacer dinero con ellos. Se ha visto en las últimas declaraciones que ha hecho Padura que no es independiente, puesto que lo mismo lo ves en una mesa dentro de Cuba defendiendo el castrismo que cuando sale afuera lo ves con otro lenguaje y en sus novelas hay una cierta crítica permitida. Han cambiado las cosas, pero sigue siendo una dictadura de la que él es un representante. El no quiere que los Castro se vayan, quiere que eso cambie un poquito para poder seguir viviendo como vive.

La ficción de Fidel

- Uno de tus libros se llama La ficción Fidel, ¿por qué?

- Es un ensayo novelado. Fidel, creo, es un producto extraordinario de marketing, que es la revolución cubana, que fracasó en la vida real pero que triunfó mundialmente. Ahora, cuando venía para aquí el taxista, cuando le dije que era cubana, enseguida dijo: "¡Ah, la revolución…!" El gran de negocio de Castro es producto de una ficción.

- ¿Y el caso del Che?

- Forma parte de ese producto de marketing. Cuando Castro saca aquella carta personal del Che, a partir de ahí forma el personaje que lo beneficia a él. Si te fijas, en esa carta lo importante es Fidel, sólo al final menciona brevemente a la familia. Esa carta lo que quiere decir es que el Che no era nadie sin Fidel.

- Algunos dicen, respecto del Che, que también Jesucristo o Espartaco fracasaron, de modo que lo importante es el éxito simbólico, no lo concreto.

- El problema es que todos los días en Cuba los niños en la escuela tienen que jurar la bandera y decir: "Pioneros por el comunismo, seremos como el Che". Mientras que los niños del mundo tienen millones de modelos a escoger los niños cubanos tienen uno solo: el Che desde el punto de vista metafórico y Fidel y Raúl desde el punto de vista real.

- ¿Sos escéptica respecto del poscastrismo?

- Las secuelas culturales del castrismo son serias. Va a costar trabajo volver a aceptar que en el mundo hay derechos y que hay deberes. Porque si tú eres militante, de izquierda o revolucionario, en Cuba puedes ir por encima de los demás, eso está muy enraizado. Aparte el "sálvese quien pueda" propio de los regímenes totalitarios.

- En los años 70 las soluciones violentas en Latinoamérica eran hijas de la revolución cubana, que se exportaba. En los 2000, en la misma zona, la idea es articular sociedades dicotómicas, divididas de modo tajante. ¿Ves en Chávez, en Evo Morales o en Cristina Kirchner rasgos sacados del modelo cubano?

- Sí, muchos. Todos son discípulos de Fidel Castro. Salvador Allende fue muy incómodo para Fidel. Porque en la época en que Castro exportaba la ideología de las guerrillas surge un hombre de izquierda que gana de manera democrática, por eso le hace la competencia al proyecto de Fidel. ¿Cómo murió Allende? Todavía está por investigarse: no hay que olvidar que Pinochet estuvo en Cuba y que Castro apoyó a los militares argentinos. Los socialismos populistas tienen mucho que ver con Fidel, han nacionalizado una gran cantidad de cosas, han confiscado tierras y, sobre todo, han quitado la libertad de expresión. Castro en determinado momento pudo haber dicho: "Abandonemos la lucha armada, busquemos otra solución". Esa solución la han logrado.

- ¿Cómo ves el caso de Cristina Kirchner?

- Es uno de los casos más difíciles de analizar y sin embargo uno de los más evidentes. Cristina Kirchner heredó el poder del marido, fue elegida en las urnas por esta cosa del populismo, del lenguaje antiimperialista, de la baba ideológica que venden. El país, desde el punto de vista económico, creció a pesar de ellos y ahora lo que estamos viendo es la utilización del poder a su favor, una presión colectiva psicológica que se nota. Y con una cosa a su favor, que en Latinoamérica no la advierten porque son machistas, pero que mundialmente la acompaña mucho a ella: hacer ver que vistiéndose y pintándose como lo hace, como una mamboleta de los años 50, pues lleva los pantalones, eso le da una fuerza extra. A las mujeres, que sabemos lo que significa llegar a conseguir cosas a pesar de ser mujer, nos choca que para ella haya sido tan fácil llegar y al mismo tiempo se aproveche de su condición de mujer.

Polémicas

- ¿Tuviste una polémica con la bloguera cubana Yoani Sánchez?

- No, ella nunca ha permitido la polémica: ojalá hubiera existido. Yo conozco al esposo de Yoani Sánchez, Reinaldo Escobar, desde los 18 años y él cree que a Fidel Castro se lo debe combatir desde la extrema izquierda. Cuando ella surgió, la apoyé mucho, tiene mérito, pero la fue viciando el poder de la prensa en que si tú no eres de izquierda tu no vales. Yoani Sánchez se presentó en un acto público en el que estaba Mariela Castro, cuando Yoani ya era muy famosa y casi nadie sabía que Mariela Castro era la hija de Raúl Castro. Entonces yo le mandé un e-mail diciéndole que no le dé su tribuna a este personaje. Como Yoani no me respondió, lo hice públicamente en mi blog. Después ella saca siete preguntas a Obama y siete a Raúl Castro; bien, no se puede poner al mismo nivel a un presidente elegido democráticamente y a otro que cogió el poder en una sucesión dinástica. Entonces yo estuve en desacuerdo. Ella cita a los escritores oficialistas, a los oportunistas, a Wendy Guerra o a Leonardo Padura, que son los que salen autorizados por el régimen para contrarrestar y silenciar nuestras voces. En Cuba no hay polémica posible, ser polémico es un delito: yo, por ejemplo, no estoy de acuerdo en que Lisardo Sánchez sea el vocero de los disidentes en Cuba, porque él recibió medallas por ser un miembro del aparato represor castrista.

- ¿Siguen los asesinatos en Cuba?

- Oswaldo Payá1 fue asesinado. Con otro modus operandi, pero siguen. Ya salió que los culpables fueron el que iba manejando el auto, el español, y el sueco; esa gente va a quedar detenida en Cuba un año como mínimo: le están echando la culpa a esa gente. Hay un video de cómo a Payá lo perseguían en Cuba, hace un mes le habían golpeado el carro. Fíjate que Payá muere y no sabíamos que lo perseguían. En cambio, a esta muchacha (por Yoani Sánchez) la persiguen dos minutos en la calle y ella lo saca por Twitter. No se puede hacer de la disidencia un espectáculo. Tú no puedes estar nominada al Nobel y hacer anuncios de lámparas italianas o escribir un artículo en El País, el día siguiente de la muerte de Payá, sobre los paladares de lujo en La Habana. Yo nunca he visto a San Suu Kyi haciendo artículos sobre los restorantes de lujo en Birmania. Hay que tener un mínimo de respeto por la gente que la apoya, que no es la gente que está en Cuba, porque en Cuba no la conoce nadie, sino por los cubanos que estamos fuera, que hemos hecho que su nombre creciera.

- ¿Qué dirías a la gente de izquierda que en Argentina, de buena fe, afirma que Castro ha logrado eliminar el hambre y que la educación y la salud son muy buenas?

- Todo eso es mentira, forma parte del producto de marketing. La gente en Cuba tiene hambre, hay ancianos y niños que se mueren de hambre. Hay enfermedades que no se diagnostican, como el cólera, el dengue hemorrágico, la sarna. Las cifras las manipulan y como no hay ningún tipo de revisión y no puede entrar la Organización Mundial de la Salud... No se les puede creer. Y aquel que repite como un papagayo lo que le cuentan no es un ingenuo, no, hoy es un colaborador, un colaborador de un régimen que asesina, que ha asesinado moralmente a un pueblo y que ha destruido una cultura de una gran fuerza, los escritores y pintores cubanos diseminados por el mundo, es muy doloroso. Y no se puede hablar de educación donde lo que único que hay es adoctrinamiento ideológico. No puede haber educación donde no se puede hablar como disidente. Si hoy tú dices que hay buena educación en Cuba sos un colaboracionista.

- Y qué le responderías a los que dicen que la contrapartida es el consumismo desbocado, la crisis en Europa o la corrupción del capitalismo.

- Le diría que hay otras opciones. Ese no es el mundo de hoy. Aquí en Francia hay manifestaciones todos los días, gente resistiendo al consumismo, los sindicatos en las calles. ¿Por qué no podemos vivir en Cuba de manera normal?

- ¿Cuál sería tu modelo?

- No me gusta situarme en modelos pero yo diría que más el liberalismo. La socialdemocracia tiene un pasado muy tenebroso. Pero el problema no son los modelos existentes sino los que el ser humano todavía puede construir.

- ¿No extrañás La Habana?

- Mucho. Pero no La Habana donde está el castrismo. Toda la Habana está en mi cabeza.

- Si se democratizara Cuba, ¿participarías en política?

- No. Hay personas más preparadas, sobre todo en el exilio. También hay gente dentro de Cuba, pero que está un poco cansada, pienso en Martha Beatriz Roque, en Vladimiro Roca: los han humillado mucho y para ellos no hubo internet. Ellos se batieron solos. Dos puntos clave de la sociedad cubana, el racismo y el clasismo, son dos puntos que vienen de antes de Castro y que persisten. Fíjate que Cuba es una sociedad mestiza y hemos hablado sólo de disidentes blancos. No hemos hablado de Antúnez, que es un negro que se bate todos los días en las calles con su mujer, que estuvo quince años en la cárcel y que tiene un pensamiento elaborado. No hemos hablado de Sonia Garro Alfonso, negra, que desde marzo, cuando fue el Papa, está en la prisión de Manto Negro; ni de su marido, Raúl Alejandro Muñoz, que está en otra prisión, el Combinado del Este. Pocos conocen a esas personas que podrían participar de un gobierno de transición, si los Castro fueran un poco amables.

© LA GACETA

Marcelo Gioffré - Periodista, escritor, abogado. Conduce, junto a Juan José Sebreli, el programa Aguafiestas,por la señal Metro.

Nota: La version oficial es que Oswaldo Payá Sardiñas (1952) murió en un accidente de tránsito, el pasado 22 de julio. Era la figura más reconocida del sector moderado de la oposición. Nunca quiso salir de Cuba y vivió todo tipo de presiones del régimen castrista.

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