El municipal y el guerrero, unidos por la historia

El municipal y el guerrero, unidos por la historia

Mientras removía escombros, un obrero encontró el testimonio de un viejo homenaje a los héroes de la Batalla de Tucumán.

LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO
Paró la minicargadora cuando vio el tubo de metal. Recuerda que medía unos 40 centímetros (más o menos) y que para descubrir qué había adentro tuvo que romperlo. El borde derecho del papel grueso que contenía -y que simulaba ser un pergamino- estaba ajado, roto. Lo extendió y leyó: "(...) en el año del sesquicentenario de la Batalla de Tucumán (...) descendientes del abanderado del Ejército (...) teniente don Manuel Domingo Basail, se congregan en esta histórica plaza para depositar (...) un puñado de tierra extraída de donde descansaron sus restos (...)". Abajo había muchas firmas. "Me dio curiosidad y se lo mostré a un compañero que tiene esposa maestra y que sabe de estas cosas. Me dijo que lo guarde, porque seguramente tiene valor histórico", cuenta Vicente Mansilla. Al tubo metálico lo dejó entre los escombros que había estado removiendo con la máquina; al papel lo enrolló de nuevo y se lo llevó.

Ese mismo día lo volvió a desplegar frente a su esposa, Graciela, y a sus seis hijos (de 20, 19, 17, 15, 10 y 8 años). No le prestaron atención. Igual, Vicente lo metió en una bolsa y lo guardó -asegura- para esperar la oportunidad de devolverlo. "Aunque para ellos era un simple papel, a mí me dio la impresión de que algún tipo de valor debía tener", se justifica. Pero lo hace sin soberbia. Porque admite que lo suyo fue pura intuición. Y que el nombre de Basail le sonó tan irrelevante a él como a su familia.

Vicente es un operario municipal de 47 años que está trabajando en la plaza Belgrano desde que arrancó la remodelación, en marzo. Sabe que quienes dirigen las tareas están interesados en rescatar cualquier elemento histórico que sea encontrado entre la tierra removida de un lugar que desborda historia. Por eso, la experiencia de 15 años de obras municipales le permitieron darse cuenta inmediatamente de que lo suyo había sido un hallazgo.

Lo que descubrió es el testimonio de uno de los pocos homenajes que se les rindieron a los héroes de la Batalla de Tucumán en 1962, cuando se cumplió el 150° aniversario del combate. Debido a la convulsión política que sacudía al país hace 50 años (se habían enfrentado dos facciones de militares denominadas "colorados" y "azules"), el general (r) Ricardo Arandía, interventor de Tucumán, había ordenado que no se realizaran actos.

Sin embargo, algunos ya los había hecho: unos días antes del aniversario, los descendientes de Basail (un militar tucumano que portó la bandera patriota durante la batalla; ver "Basail, el abanderado...") y las autoridades del Instituto Belgraniano decidieron honrarlo. Y enterraron un tubo metálico que contenía tierra de su tumba en una iglesia de Río Chico y el pergamino. Lo hicieron unos cinco metros al sur de la pirámide. Allí quedó hasta que Vicente lo encontró.

Gestos imperceptibles
Algún tiempo después de la aparición del tubo metálico, el operario aprovechó una de las visitas del subsecretario de Planificación Urbana de la Municipalidad, Luis Lobo Chaklián, a la plaza para contarle la historia. Luego le entregó el pergamino.

De estatura corta, gestos que de tan tranquilos parecen imperceptibles y tez mate, da la impresión de que Vicente es una de esas personas empeñadas en no llamar la atención: habla como en voz baja y sus palabras parece resistirse a reconocerle méritos. Parado bajo el sol tímido, señala la zona en la que maniobraba la cargadora cuando halló el pergamino. "Nunca me había pasado esto de trabajar en una obra y encontrar enterrado algo importante. Es que no es algo común", admite.

Y cuando se da cuenta de que el lente de la cámara fotográfica apunta hacia él se apura para sacarse la gorra. Recién a esa altura de la charla se regala algo de crédito: "siento que lo que hice es importante. Y tal vez más todavía porque estamos en el año del bicentenario de la Batalla de Tucumán". En cuanto la cámara deja de disparar, Vicente se pone la gorra y en silencio y sin llamar la atención se pierde entre el resto de los obreros que trabajan en la plaza. Lo espera la minicargadora con la que removió la historia.

El mismo lugar, ayer y hoy
En la imagen de arriba, Vicente Mansilla está parado en la zona de la plaza Belgrano en la que encontró el pergamino. Sostiene la imagen que está ampliada a la derecha. Es la foto del día en el que fue homenajeado Manuel Domingo Basail, a principios de septiembre de 1962 (pertenece a José Antonio Arrieta). En ella se ve a Elina Basail de Tolosa, nieta del militar (la mujer de la derecha) en el momento en el que le entregaba a Rosa Coppola de Lanza Colombres (presidenta del Instituto Belgraniano) el tubo metálico con la tierra de la tumba de su abuelo y el pergamino.

Comentarios