El arbitraje, en el ojo de la tormenta

Como sus colegas del fútbol, los jueces del rugby deben soportar las críticas en silencio, aunque a veces ellos también necesitan ser escuchados

El arbitraje, en el ojo de la tormenta
Paradójicamente, pocos oficios hay tan injustos como el de impartir justicia en un partido de rugby. A la notoria sobra de contras y escasez de pros, propias de la vida del árbitro en general, se le suma el amateurismo. O sea: bancarse la misma catarata de desventajas a cambio de nada. Sólo por amor al deporte. Pero se sabe que hasta el amor tiene sus límites: en los últimos años, el código de respeto que históricamente rigió en el planeta de la ovalada se fue debilitando en lo que hace al trato hacia los jueces. Y ya que se habla de justicia, es tiempo de concederles el derecho a réplica a ellos. Santiago Altobelli, Álvaro del Barco, Patricio Padrón y Matías Pascual son sólo cuatro de los 60 árbitros de la región, pero valen para representar a todos.

"Las cosas han ido cambiando. El público ya no tiene el mismo respeto con los árbitros; algunos jugadores tampoco", abre el juego Padrón. "El rugby en Argentina ha crecido un montón y se ha incorporado mucha gente nueva. Eso está bárbaro, aunque muchos de los que se sumaron no conocen el espíritu del deporte, y por ende no lo respetan", completa.

"Yo creo que es deber de las personas que sí sienten ese espíritu aleccionar a las que no. En el tenis, por ejemplo, si a una persona le suena el celular lo corren de la cancha. Ni hablar si insulta al juez de silla. Ya sé que esto no es tenis, pero el punto es que los clubes pueden enseñarle a su público cómo debe comportarse durante un partido", aconseja Pascual.

Altobelli sostiene que hay cosas que la tribuna, por lo general, no tiene en cuenta. "Este es un deporte difícil de dirigir. En una misma jugada hay varias situaciones por considerar y con ellas uno tiene que armar su decisión en un segundo", explica.

Se buscan voluntarios

Y sí, desde afuera dirige cualquiera. El problema es que sobran árbitros en las tribunas y faltan en la cancha. Y el desfasaje entre unos y otros es cada vez mayor.

"El tema es que los pocos aspirantes que se van sumando, ven como se trata a los están y no quieren saber más. Nada. Así cada vez habrá menos y terminaremos dirigiendo siempre los mismos", lamenta del Barco.

"Por desgracia, se cree que el valiente es el que reclama a los gritos, pero mucho más valiente es el que hace las cosas o intenta hacerlas estando expuesto. El que no hace nada nunca se equivoca", hace ver Pascual.

"Me parece que quienes piensen que los árbitros no estamos dirigiendo bien, deberían hacer el curso o motivar a otra gente a que lo haga. No sirve criticar si no se proponen soluciones. Lo peor es que esto pasa en todas las divisiones.

En la final de Desarrollo le pegaron a un árbitro, y a otro en una final de Juveniles lo persiguieron hasta el auto

. Esas cosas no pueden pasar, hay que parar la mano", exige Padrón.

"¿Sabés las veces que me quedé con ganas de quedarme en casa descansando o comiendo un asado, o de salir a la noche?", pregunta Altobelli. "No nos hace ninguna gracia que encima de eso haya que aguantar los insultos de algunos desubicados", asevera.

"Qué más quisiéramos nosotros que estar en la tribuna con amigos viendo a nuestro propio equipo, pero en vez de eso estamos en otra cancha, dirigiendo. Ese es un sacrificio muy grande que hacemos para ayudar a nuestros clubes", recuerda del Barco, para quien todas las reglas se resumen en una sola: respeto. "Es todo lo que pedimos. No queremos que nos paguen ni nada. Sólo queremos dirigir en un clima que, sin perder la pasión, sea de cordialidad", concluye el de Universitario.

"No estamos pidiendo que no haya reclamos sino que se respeten las formas. Sobre todo ahora, que se acerca la fase final, donde los partidos se volverán más intensos. Le pedimos a la gente que colabore. Que aliente pero que no insulte. Que recuerde que esto, al fin y al cabo, es un deporte", requiere Altobelli, resumiendo la intención de mantener al rugby como lo que es: un deporte de villanos, pero practicado por caballeros.

n Déficit. Cada club está obligado a presentar un árbitro o dos aspirantes por cada división competitiva (entre Primera y Juveniles). Además de esa cantidad, debe aportar tres aspirantes más. Sin embargo, son muy pocos los que cumplen esta norma.

n El curso. Empieza en abril y termina en agosto, y se dicta en la sede de la URT. Incluyen clases teóricas y prácticas. Una vez finalizado, el aspirante comienza a dirigir. Si su rendimiento no es el esperado, se lo invita a recursar al año siguiente.

n Las clases. Lunes de 20 a 21 para los aspirantes, a cargo de Marcelo Albaca. Los árbitros de Primera y Juveniles los lunes a las 21, con Agustín Auad y Javier Omodeo. Las clases prácticas son cada 15 días, con Marcelo Albaca. La preparación física es todos los martes, a las 15, y y jueves, a las 21.30, con el profesor Marcos Roberts.

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