Nunca se supo quién fue

Nunca se supo quién fue

Madrugada. Siete balazos. Cuatro muertos. Algunas horas más tarde, mientras amanece, Teodoro Patler empuja la inmensa puerta de hierro de la antigua casona de Laprida 336, sede de la Sociedad Española. El conserje se sorprende cuando ve que está abierta, con la llave puesta por dentro. Entra con sigilo. La luz del hall está encendida; la quietud le hace dudar si hay alguien o no.

Patler decide no seguir y corre a buscar al director de la institución, Roberto Joya. Los dos regresan a la vieja casa. Juntos se animan a pasar y a inspeccionar las habitaciones. Llegan al fondo, donde hay unos dormitorios. Ahí está el gerente, Roberto Olegario Juárez, muerto desde las 2 o 3 de la madrugada, cuando le dieron un tiro en la nuca, otro en el pecho y otro en el brazo. Al lado hay otro cuerpo con disparos en el cuello y en la cabeza. Es la hermana del gerente, Elma del Valle Juárez. Pocos metros más allá encuentran al joven suboficial Roberto Sánchez, ultimado de un balazo en el pecho. Eso no es todo. En el cuarto contiguo, Luisa Nélida Baigorria, sobrina de Juárez, está en el piso, junto a la cama. El proyectil en la nuca no la mató. Sí la maceta que le arrojó el asesino cuando vio que aún se movía.

Es 15 de octubre de 1974. Todos los tucumanos se preguntan quién habrá sido el autor del cuádruple crimen en la Sociedad Española. Nadie supo dilucidar el enigma. Nunca.

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