Los Julián se mueven con mucha altura

Los Julián se mueven con mucha altura

Los hermanos Luciana, Iván y Gastón muestran su talento en los torneos de voley y básquet

EN SU CASA. Los Julián viven en Tafí Viejo y mientras posaban para la foto los saludos se sucedieron de manera indistinta para los tres hermanos. LA GACETA / FOTOS DE ENRIQUE GALíNDEZ EN SU CASA. Los Julián viven en Tafí Viejo y mientras posaban para la foto los saludos se sucedieron de manera indistinta para los tres hermanos. LA GACETA / FOTOS DE ENRIQUE GALíNDEZ
28 Abril 2012
La pasión vino en la sangre. Luciana, Iván y Gastón llevan en las venas el amor al básquet que gestó don José Julián en la familia que vive en el corazón de Tafí Viejo. A papá, hay que ponerle un babero cuando se encuentra con el equipo de LA GACETA acomodado en el living de su hogar. Es que sus tres hijos hacen deportes y tienen éxito.

La mayor juega al voley, pero empezó probando su puntería al aro que hoy es patrimonio de sus hermanos. "Empecé jugando al básquet con ellos, a los 7 años. A los 15, le sumé el voley", recordó Luciana. Cuestiones del azar o causalidad genética, a papá Julián los nenes le salieron con una buena altura para que la intensidad de la pasión se diera la mano con una estatura adecuada para practicar estos deportes. Luciana acusa 1,80 metro, mientras que Gastón e Iván pelean en el centímetro para pasar el metro noventa.

Otra particularidad de la historia, se genera en la razón de por qué la nena se inclinó hacia el voley. "A los 13, me llaman para jugar al voley en el complejo Ledesma", explica Iván. Y Luciana irrumpe en el relato de su hermano. "Un día lo fui a buscar con mi papá y ahí lo conozco a Marcelo", explicó la mayor. Marcelo Di Crocce no pudo tener otra reacción. "'¿Cuántos años tenés? ¡Y con esa altura! ¿No jugás al voley?'", describió la reacción la jugadora.

Mientras los dos deportes atraparon a Iván y a Luciana, Gastón optó por concentrarse en encestar. Sus hermanos mayores, de a poco, empezaron a sentir el desgaste de una agenda cargada de actividades. "A los 18, por cuestiones de tiempo, me dediqué sólo al básquet, aunque me gustaba mucho el voley", dijo Iván.

"Cuando empecé la facultad hacía voley, básquet y folclore. Los horarios de entrenamiento comenzaron a coincidir y terminé eligiendo el voley porque el ambiente me gustaba más", reveló Luciana.

También Gastón siente que ahora su agenda quedó ajustada por lo que tuvo que cambiar de equipo. "Juego en Huracán porque me queda más cómodo ya que estudio todo el día en la capital. El básquet me gusta mucho y no quería dejar", afirmó el estudiante de Licenciatura en Química.

Así como la altura les facilitó el camino hacia el básquet y el voley, a mamá Alicia también le facilitó el camino hacia una de las habitaciones menos populares, pero muy concurrida de la casa de calle Paysandú: el lavadero. "Entraba al lavadero el viernes y salía el sábado", dispara la docente de Matemáticas ya jubilada. "Antes estábamos más tiempo juntos, daba la casualidad que cuando volvíamos de entrenar coincidíamos todos lavando las zapatillas y peleando quién iba al baño primero", recordó Luciana, que está a cuatro materias de terminar Medicina. Ahora todo se hace más complicado porque ya no son niños y como adultos, optaron por tomarse el estudio y el deporte con la misma seriedad.

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