El aumento baja en tobogán

El aumento baja en tobogán

Empresarios del transporte hablan con el intendente, con ediles y con el gobernador. Pero saben que el aumento del cospel se definirá, como todo, en la Casa de Gobierno. La reforma constitucional nunca se olvida

El gerente de Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán (Aetat), Daniel Orel, ya tenía varias horas de tertulia con el intendente de la capital, Domingo Amaya.

Jorge Berreta, vicepresidente de Aetat, se preocupó por hablar lo suficiente con el superministro, Jorge Gassenbauer. Este, como buen jefe de Gabinete alperovichista, no sólo se ocupa de las cosas del Poder Ejecutivo, sino también de los municipios, que de independiente no tienen nada. Por eso la reunión la hizo en nombre de los concejales alperovichistas.

El presidente de Aetat, Cristóbal Cazorla -y otros dirigentes-, no obstante, ya tuvo sus encuentros con los ediles oficialistas Esteban Dumit y Luis Marcuzzi.

El único que se quedó sin conversar fue Javier Morof, el más bussista de los alperovichistas. Algo ocurrió que después de varios años en los que él era el interlocutor con Aetat, ahora dejó de serlo.

En todas las reuniones el tema era el mismo: el aumento del boleto de ómnibus.

Cada uno de los representantes de los empresarios se desesperaban por dar fundamentos para que el viaje en ómnibus urbano aumente a $ 3. Desde el incremento de los Ingresos Brutos hasta el pago de los créditos contraídos para mejorar las unidades del servicio fueron argumentos para persuadir a sus interlocutores.

El intendente Amaya llegó a decir que él avalaba hasta $ 2,50. Sin embargo, las dudas sobre el intendente estriban en saber si va a firmar o no. Las argucias del lordmayor para no estar cuando hay que promulgar medidas polémicas, sospechosas o impopulares se convirtió en un bumerán para Amaya que ya no puede viajar o mirar para otro lado. Los concejales alperovichistas quieren que el costo político no lo paguen sólo ellos, y esperan que Amaya también asuma estos riesgos.

Las últimas reuniones se hicieron en la Casa de Gobierno. Ya no es sorpresa que las decisiones municipales se toman frente a la plaza Independencia y no en el ex mercado de 9 de Julio y Lavalle. Los empresarios insistieron en no moverse de los $ 3; sin embargo, terminaron cediendo que el cospel pase a costar $ 2,70. No obstante, si bien está todo listo, aún creen que se puede discutir por cinco centavos que en realidad son millones de pesos. El justificativo es que las monedas de $ 0,25 son un alivio para el vuelto y que tener tres moneditas de 10 centavos será un calvario que sólo le traerá problemas a los choferes. En cuanto se defina la pulseada por los $ 0,05 los tucumanos tendrán el incremento.

Siempre el año que le sigue a una elección es el del arrepentimiento de los votantes. Los gobernantes deben ordenar los descalabros de cajas después de las campañas y aplicar todas las medidas impopulares que no se animaron a tomar por miedo a ofender al ciudadano que va a las urnas. Lo insultante en este Tucson de instituciones devaluadas es que las decisiones no pasan por quienes fueron elegidos o por quienes están bajo juramento para ejercer funciones; todo se decide en la Casa de Gobierno. Aunque los ediles todavía tienen que levantar la mano para convalidar la decisión de El Jefe, muchas estructuras democráticas tienen formas caricaturescas. Después de casi dos años de que el precio del cospel se mantiene inalterable hay una gran mayoría que tiene el argumento fácil para conceder esta suba. Lo que está en juego son las maniobras políticas. Alperovich y sus "sijosesistas" quieren que el intendente ponga sus huellas digitales en este aumento y Amaya busca desesperadamente que le cueste lo menos posible. Estando casi todo consensuado sólo falta definir la fecha. Los empresarios pujan porque sea esta misma semana. Es tan curioso que se discutieron montos y conveniencias, pero en el Concejo Deliberante aún no hay ni un estudio de costo presentado para sancionar esta suba.

"Éramos pocos..."
La Universidad Nacional de Tucumán es una gran caja política que ha rendido ya sus frutos, pero que en los últimos tiempos está padeciendo algunos ahogos financieros. Nadie habla de ajustes ni de reducir los suculentos sueldos administrativos que dejan boquiabiertos a los docentes de carrera. La preocupación de los dos rectores (el verdadero y el virtual) pasa por superar una nueva instancia electoral para que Juan Cerisola supere la tambaleante administración y para que el diputado Luis Sacca termine de saciar la sed de sus adláteres.

Mientras estos hacen números, la senadora Beatriz Rojkés se divierte en el Partido Justicialista. Esta semana avaló a un grupo de profesionales de diferentes facultades con la idea de que una corriente peronista tercie en la pelea por el poder en la UNT. La primera dama de la provincia y la tercera del país se siente en el PJ más libre que el radical José Cano y que el legislador peronista "Freddy" Quinteros en el supermercado de Tafí del Valle. Así como estos hablaban sin parar de futuras candidaturas y criticaban a Amaya, a Alperovich y a otros pares, Beatriz Rojkés se despachó en el PJ. Defendió a Amado Boudou y acusó a la prensa antes de que el propio vicepresidente lo hiciera, en su increíble conferencia de prensa. "Nuestra oposición es la oposición mediática. Esto significa que estamos haciendo bien, porque ya lo decía el General: con los diarios a favor es porque algo no está funcionando", sentenció la senadora. Luego defendió a su marido de algunas críticas de "una de las Iglesias que hay en el país" y recordó momentos de crisis en las que se pagaban con bonos o con cheques diferidos, como una forma de advertir a los gremios que deben ser prudentes. "De acá a dos años vamos a ser la generación que ha cambiado Tucumán", señaló en esta suerte de emulación de Néstor Kirchner, cuando aleccionaba a La Cámpora.

El tema de siempre
El vértigo es una de las características centrales de este principio de siglo. La aceleración hace que los tiempos presente y futuro se confundan. En política implica una tarea paralela. Quienes más padecen estos momentos son los legisladores y los intendentes que "gastaron" su última reelección en los comicios de agosto y que, por tanto, se quedaron sin una nueva chance de ser reelegidos. En la Cámara han comenzado a oírse algunas quejas de aquellos que ven cómo la cuenta regresiva empieza a incomodarlos. Ninguno se olvida de que en diciembre estaba todo listo para reformar la Constitución y de que fue el mismísimo José Alperovich quien dijo que no era el momento. ¿Cuándo es el momento? Los más "sijosesistas" sostienen que el momento está cerca y que si no se actúa rápido la oportunidad habrá pasado. La teoría que defienden es que tiene que resolverse antes de las vacaciones de julio para que en el verano se pueda votar. Están seguros que no deben juntarse con los comicios nacionales que se harán en 2013 y que afrontar esta reforma para que el alperovichismo no se desarme tendrá sus costos y, por lo tanto, debe hacerse antes que la oposición se ordene. Alperovich mira para otro lado, pero el tema es cada vez más recurrente en las tertulias "sijosesistas".

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