19 Marzo 2012
SOMBRAS DE LA INFANCIA. Si no las aclarás cuanto antes pueden seguir generando síntomas en tu vida.
Su mamá trabajaba todo el día, por eso él siempre trató de responderle con buenas notas en el colegio. Era su manera de ayudarla. Cuando tenía un problema él se las arreglaba solo. Ese era el precio que pagaba por verla feliz: mandar al fondo toda su necesidad de afecto que sentía como niño. Un día se acostumbró a eso y ya no sufrió más. ¡Qué bien funcionaba así su relación con mamá!
Pero pasó el tiempo y ella se convirtió en un recuerdo. En un retrato en la mesa del living. Y él se transformó en un adulto muy responsable, impecable, perfeccionista. Nunca estaba conforme con sus parejas, siempre exigía un poco más del otro.
¡O al revés! Su autoestima era tan baja -como producto de su autoexigencia- que se rodeaba de personas problemáticas y mediocres a las que él debía remolcar para que no cayeran en el vacío.
"Todos tenemos un niño herido, en mayor o en menor medida. Es nuestro niño interior quien nos grita porque todavía tiene necesidades no resueltas", explica la psicóloga Carmina Varela, coordinadora del Centro Gestáltico "San Isidro"-NOA, de Tucumán.
"Cuando las necesidades emocionales y físicas de un niño no son satisfechas por sus padres él se ve obligado a inventar estrategias para sobrevivir en un sistema que le es disfuncional. Así se va identificando con esa manera de ser, con el rol que debe ocupar, y lo sigue perpetuando en su vida adulta, aunque hayan cambiado las circunstancias. Un caso extremo es el de un padre alcohólico, que cuando llega a su casa le pega al hijo. El único momento en que ese chico siente que él existe para su papá es cuando él le pega. Ese niño aprende a juntar violencia con amor. Y cuando es grande reproduce el modelo, se hace violento o víctima de violencia porque es lo que aprendió", sentencia.
"El niño interior" es una teoría y modelo de comprensión y de intervención terapéutica sobre las heridas emocionales de la infancia. Fue ideada por John Bradshaw, teólogo, terapeuta y comunicador social que escribió el libro "Nuestro niño interior". La propuesta se irradió rápidamente por todo el mundo y hoy es aplicado por psicólogos para la resolución de las conductas más variadas.
Cómo curar las heridas
"En un primer momento el trabajo está centrado en poder expresar y comprender la relevancia de las situaciones vividas en el pasado y cómo influyen en nuestras vidas. A través de dinámicas grupales, fantasías dirigidas, ejercicios de terapia corporal y meditación, entre otras actividades, los participantes van descubriendo y enfrentando muchas de las situaciones dolorosas de su pasado y encontrando nuevas maneras de resolución", cuenta Varela.
A veces resulta difícil entrar en esa habitación con muebles tapados con sábanas que es nuestro pasado infantil. "Por eso recurrimos a imágenes para recordar, a olores que nos disparan situaciones que nos marcaron. No siempre se trata de un hecho que realmente ocurrió. El trauma también puede ser la resultante de varios elementos, por ejemplo, el suceso real, que afecta de una determinada manera de acuerdo con las características emocionales y psicológicas de la persona. Eso explica porqué un mismo hecho provoca diferentes reacciones en dos hermanos, a uno lo afecta más que al otro", observa Carmina Varela.
El tratamiento de "bucear" en nuestro niño interior continúa con la posibilidad de poder contar la propia historia, de poder aceptarla y de asumirla. "Lo que se busca es lograr recuperar los espacios de felicidad, de juego y de disfrute. La idea de resolución es que uno se pueda transformar en su propio maestro", propone. Varela dice que si bien no se puede volver el tiempo atrás, atender a ese niño interior puede ayudarme a dejar de maltratarme y empezar a generar un vínculo diferente con mi pasado, más sano y positivo.
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