La historia política le cede el paso a la modernidad

La historia política le cede el paso a la modernidad

En 1906, el gobernador Luis F. Nougués pidió un préstamo de $ 20.000 para remodelar el edificio; la nueva Legislatura costó $130 millones. Fueron 106 años que marcaron el pulso político de Tucumán. El viernes, los legisladores sesionaron por última vez en el recinto de Rivadavia 25. Las voces que durante más de un siglo resonaron en el auditorio se trasladarán el 1 de marzo por un túnel imaginario hacia la flamante sede de Muñecas y avenida Sarmiento, paradigma de los nuevos tiempos.

IMPONENTE. El edificio de Muñecas y Sarmiento será ocupado desde el 1 marzo.  LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO IMPONENTE. El edificio de Muñecas y Sarmiento será ocupado desde el 1 marzo. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO
19 Febrero 2012
Las voces que durante más de 100 años se oyeron en el edificio de Rivadavia 25 se callarán. La historia política del antiguo recinto de sesiones atravesará una puerta imaginaria y se trasladará el 1 de marzo hacia el moderno edificio de Muñecas y Sarmiento. El egregio recinto de la Legislatura dejó de funcionar el viernes, cuando los parlamentarios tucumanos bajaron el telón de un capítulo de la historia cargada de anécdotas y experiencias vividas por quienes forjaron la provincia desde hace exactamente 106 años.

El emplazamiento de la Cámara provincial en Rivadavia 25 fue decidido en 1906 por el gobernador Luis F. Nougués, quien pidió un préstamo de $20.000 para refaccionar la sede de Tribunales y la Legislatura. El centenario recinto marcó la vida de dirigentes de todos los partidos políticos. Fue el lugar donde juraron durante 100 años los gobernadores que se destacaron por su desempeño al frente la provincia. Allí, bajo la pintura de Marco Avellaneda, juraron José Frías Silva, Ernesto Padilla, Juan Bautista Bascary, Octaviano Vera, Miguel Campero (dos veces); José Graciano Sortheix, Juan Luis Nougués, Miguel Critto, Carlos Domínguez, Fernando Riera (dos veces); Luis Cruz, Celestino Gelsi, Lázaro Barbieri, Amado Juri, José Domato, Ramón Bautista Ortega, Antonio Domingo Bussi, Julio Miranda y José Alperovich.

Allí los mandatarios leyeron cada año los mensajes de balance de su gestión, al abrir las sesiones de las cámaras (que fueron dos hasta 1990). Hasta 1946, el atavío obligado de gobernantes y legisladores para esas ceremonias era el frac con bastón y con galera. Después, el traje de calle sustituyó aquel protocolo, que entró a juzgarse poco republicano y bastante caluroso.

Clausura por conflictos políticos

El local de la Legislatura fue clausurado por el Poder Ejecutivo en tres ocasiones, en un intento de atajar el juicio político y con la intervención federal como consecuencia inmediata. En 1917 lo hizo Juan Bautista Bascary; en 1923, Octaviano Vera; y en 1934, Juan Luis Nougués. Este, previamente, mandó desalojar a los legisladores con policías que ingresaron a caballo al recinto, látigo en mano y causando el imaginable destrozo en el mobiliario.

En el Colegio Electoral de 1942, la presidencia del cuerpo se disputó a fuertes empujones y gritos destemplados. Pero la violencia desatada ganó otra vez el recinto en 1963, con motivo de la elección del gobernador Lázaro Barbieri: escenas de pugilato primero y gases arrojados por la Policía después convirtieron el lugar en un auténtico pandemonio.

Políticos de pura cepa

Casi todos los protagonistas fueron políticos de alma, de esos que, en la expresión de Juan B. Terán, vibraban en "la contradicción del debate, la tribuna libre del comité, la responsabilidad de las horas decisivas, la emoción de las muchedumbres congregadas, la atracción azarosa de la lucha y sus accidentadas peripecias".

Todo eso se esfumará ahora, cuando el Poder Legislativo empiece a sesionar, desde el 1 de marzo, en la sede de Muñecas y Sarmiento. No se sabe qué destino tiene pensado la Escuela Sarmiento para ese recinto que quedará vacío en los próximos días.

El inexorable arribo de la modernidad

Luego de tres años de construcción, el Gobierno ya tomó posesión de la nueva y lujosa Cámara. Dotado de 10 plantas y un subsuelo, el moderno edificio costó alrededor de $130 millones y fue denominado como "un monumento a la democracia" por el gobernador José Alperovich. La estructura de cemento y revestida en vidrio que se erige a metros de la plaza Urquiza reemplazará a las formas arquitectónicas de principios del siglo XX. La modernidad pidió permiso para entrar y quedarse.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios