Cristo es nuestro Salvador

Cristo es nuestro Salvador

Por Pbro Dr. Jorge A. Gandur

29 Enero 2012
Ha venido no solo para expulsar demonios, sino para llevarnos a la vida eterna

"Le ordenó al espíritu impuro que saliera del hombre, y este salió inmediatamente" (cfr. Mc 1, 21-28). Jesús se enfrenta a un demonio que posee a un hombre en la sinagoga y el espíritu demoníaco le obedece inmediatamente, dejando en libertad al poseído, lo cual provoca el asombro de la gente. ¿Por qué la gente se asombra? ¿Cuál es el motivo de la admiración? La gente se asombra porque lo que ve exteriormente es a un hombre, el hijo de José, el carpintero, Jesús de Nazareth; un hombre, en apariencia como los demás, al cual los demonios le temen y le obedecen. El asombro de la multitud se produce justamente por esto: por ver a un hombre -que todos sabían que era el hijo del carpintero- actuando con un poder y con una fuerza sobrehumanas; con una fuerza tan superior, que ante una sola orden de su boca, los espíritus demoníacos escapan aterrorizados.

El evangelio nos plantea el mismo dilema que se planteaban quienes veían a Jesús: ¿quién es Jesús de Nazareth? Podemos decir sí con el Magisterio que Jesús es Dios encarnado pero, como dice San Agustín, es necesario que a las palabras externas las enseñe interior y sobrenaturalmente el verdadero maestro, el Maestro interior, el Espíritu Santo, sin cuya instrucción secreta, las palabras externas, e incluso el mismo texto sagrado, no nos permitirían descubrir la Verdad: ¿Acaso no oísteis todos este sermón? ¿Cuántos saldrán de aquí sin instruirse? Por lo que a mí me toca, a todos hablé; pero aquellos a quienes no habla aquella unción, a quienes el Espíritu Santo no enseña interiormente, se van sin haber aprendido nada. El magisterio externo consiste en ciertas ayudas y avisos. Quien instruye los corazones tiene la cátedra en el cielo".

Reflexionemos
Cristo no es un simple hombre; Cristo es Dios, y ha venido a este mundo no solo para expulsar los demonios y curar nuestras enfermedades, sino ante para perdonarnos nuestros pecados, concedernos la filiación divina, y llevarnos al cielo, a la vida eterna. Que la meditación del evangelio de este domingo nos ayude a prepararnos para la vida eterna.

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