El Monumental fue una fiesta de colores

El Monumental fue una fiesta de colores

Hinchas "decanos" y "santos" se pusieron de acuerdo para animar el partido desde las tribunas

23 Enero 2012
Una vez más la fiesta estuvo en las tribunas, como hace 15 días en Ciudadela, de eso no caben dudas. Pero la diferencia está en que esta vez hubo un ganador, y ese detalle cotiza en bolsa dentro del mundillo futbolero.

Es que el hecho de gozar al eterno rival es un océano de sensaciones que se disfruta a pleno. Claro, la alegría propia y el mal ajeno, conjugan un cóctel dulce y ácido que libera el éxtasis hasta el cielo.

La fiesta estaba preparada de antemano. Desde el mismo momento en que se anunciaron los choques entre los "primos enemigos", comenzaron las promesas, las burlas y el clima de clásico fue en aumento. Tuvo su primera sensación el 7 de enero cuando se vieron las caras en Ciudadela, pero el clímax llegó ayer.

Las dos bandas pusieron de su parte para que la fiesta sea completa. Es cierto que hubo un par de manchas que opacaron la gala, pero quedó demostrado que el verdadero hincha es noble y fiel.

La barra "santa" hizo vibrar el cemento de calle Bolivia. Poco le importó el cachetazo que recibió su equipo dentro del rectángulo verde. Cantó, bailó y se burló de sus rivales, pidiendo más aliento. Pero la banda local, no se quedó atrás. Luego del gol de César Montiglio, los decanos explotaron en un grito que desgarró las gargantas. Y no paró más. De ahí en más, todo sirvió para herir el orgullo ajeno y poder festejar una victoria largamente esperada.

Los tantos de Fondacaro y Palacios le agregaron color a la fiesta y terminaron de teñirla de celeste y blanco.

Tucumán vibró con un nuevo choque de gigantes. Gozó y sufrió, igual que siempre, al ritmo de un Atlético-San Martín.

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