Los adultos y la juventud eterna

Los adultos y la juventud eterna

23 Septiembre 2011
Aunque siempre fue un deseo desde que tomó conciencia que era un simple mortal, al igual que sus congéneres -los otros mamíferos-, el hombre siempre buscó la eterna juventud o de las varias vidas como el gato. La literatura ha reflejado ampliamente este deseo, como sucede, por ejemplo, en "El retrato de Dorian Gray", memorable novela de Oscar Wilde, en la que el personaje le vende su alma al diablo para conservarse joven. En las últimas cinco décadas, con el notable avance de la ciencia y la tecnología, la expectativa de vida se viene prolongando cada vez más. El promedio en el mundo actual de la esperanza de vida asciende a los 68 años. La cifra va variando de acuerdo con las geografías. Según un informe de 2009 de la Organización Mundial de la Salud, la tasa de los ciudadanos de América del Norte y del Sur era la más alta del mundo: la expectativa en la Argentina era de 75, superada por Chile y Cuba, 78; y México, Panamá y Perú, 76.

En este contexto resultan interesantes las reflexiones del catedrático catalán y ex asesor en políticas de Juventud de la ONU, Carles Feixa Pampols, en una entrevista que publicamos en nuestra edición del domingo. El especialista en Antropología Social vaticinó que nos dirigimos hacia una cultura juvenil transgeneracional o una cultura juvenil sin jóvenes. "Quiero decir que hoy la cultura juvenil ya no afecta sólo a un sector social determinado (los jóvenes universitarios o la vanguardia de la clase obrera en Occidente), sino a amplios sectores de la juventud de todo el mundo (incluyendo a los jóvenes no occidentales, indígenas y campesinos). Además, ya no sólo identifica a los miembros de un grupo de edad pequeño (de los 16 a los 26 aproximadamente) sino que se extiende por abajo (los preadolescentes consumen cada vez más cultura juvenil) y sobre todo por arriba (los jóvenes adultos de 26 a 40 años, que en España se llaman adultescentes, que siguen siendo jóvenes en su cultura cotidiana, aunque ya no lo sean tanto en sus prácticas laborales, familiares, políticas", indicó.

En su opinión, muchos adultos también participan de la cultura juvenil porque están obsesionados por rejuvenecerse, por parecer jóvenes en su cuerpo, en su vestimenta y en sus diversiones. "De hecho, los jóvenes como grupo diferenciado, como etapa de la vida con fronteras claras y delimitadas, creo que están desapareciendo, aunque no seamos capaces de verlo", dijo.

Esta característica de una franja de adultos que quieren regresar a la juventud, tiene que ver con los cambios de roles que se vienen observando en los últimos lustros, en que aquellos padres que se ponen al mismo nivel de sus hijos -ser "compinches-, resignando su condición de progenitor, de autoridad, de formador y de guía. De ese modo, el mayor peligro radica en la "desaparición de los adultos".

Negar el paso del tiempo y no asumir las distintas etapas de la vida con la responsabilidad que cada una de ellas requiere, es un síntoma de inmadurez, que exterioriza además un culto por el cuerpo y desnuda un vacío de espiritualidad. En forma constante, se promociona el consumo, la superficialidad, los cinco minutos de fama, y se afirma al mismo tiempo que la juventud carece de modelos. Tal vez ello suceda porque los adultos quieren ser "eternamente" jóvenes, en lugar de aceptar las leyes de la naturaleza y cumplir con el papel que les corresponde en cualquier sociedad.

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