Cartas de lectores
17 Septiembre 2011
FERIA DE SIMOCA (i)
Mi feria representa la historia de mi pueblo, esa feria que con más de 300 años, hoy es pilar fundamental de la cultura tucumana. La idiosincrasia de la gente que participa en ella cada sábado lo quiso así. Una frase que escuché en algún lado reza: "La cultura es el camino que hace nobles a los pueblos". Esa nobleza fue lograda por hombres y mujeres que con sus manos eligieron ese camino, amasando, esculpiendo y produciendo todo tipo de cosas, haciendo de ello su forma de vida. Esas mismas manos no encendieron una parrilla que como un culto da inicio a la jornada, sino que amparados cobardemente en la oscuridad de la madrugada del sábado pasado, encendieron la ilusión de la población quemando los ranchos de nuestra feria, que alguna vez los abuelos de estos piromaníacos ocuparon por sentirse orgullosos de ser simoqueños. Los ojos de aquellos que con pensamientos obtusos no pudieron ver más allá de las llamas, quizás sin darse cuenta que no se quemaban sólo las pajas de un rancho sino el sueño de familias trabajadoras. Aunque algunos crean que "no es para tanto", el despreciable suceso sirvió para que nos fortalezcamos como sociedad y poder ver lo que tenemos y apoyar nuestra actividad costumbrista. Las lágrimas de los vecinos que presenciaron el lamentable hecho sirvieron para llenar sus baldes y así poder ayudar a que el fuego no se extendiera. Mi pueblo, que cada día presume de su tradición, la que desde el amanecer sabatino muestra y sorprende al país y al mundo, trata de olvidar recordando que un día alguien encendió una llama ignorante. Enseñar a nuestros hijos sobre valores morales y sobre todo el respeto hacia las personas, la riqueza natural y cultural protegiendo lo nuestro es lo primordial. Una frase de Napoleón a tener en cuenta dice: "la educación de una persona comienza 18 años antes de su nacimiento". Promulgar con el ejemplo es hacer.

Eduardo Martín Aguirre
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FERIA DE SIMOCA (ii)

Inadvertido, sigilosamente, en la noche llega alguien al predio ferial en Simoca, impulsado por la maldad total, enciende el fuego y presuroso se aleja oculto en la oscuridad de su alma. Pajas y totoras son fácil combustible, revientan las bambúes por doquier, duros horcones candentes se retuercen. El incendio alumbra apresurado la madrugada y se propaga rápidamente. La noticia despierta al pueblo que, en espontáneo impulso, vecinos, empleados municipales, autoridades, policía y bomberos, con los elementos que tienen a su alcance -palas, baldes, mangueras y máquinas- se lanzan a la lucha desesperada contra las llamas, que se elevan crepitando y retorcidas al cielo. Todo es urgencia, valor y coraje, hasta exponer sus propias humanidades para salvar lo más que se pueda. Al amanecer, el fuego está controlado; cincuenta ranchos convertidos en humeante y renegrida ceniza, triste, dantesco espectáculo. La gente se agolpa en las proximidades, no hay explicación, desolados se miran unos a otros, rostros angustiados, alguna lágrima se enjuga, se saludan, se abrazan, hay angustias en los corazones y una pena en las almas. Nadie comprende nada, no hay explicación. Es el amanecer de un sábado, ¡sábado en Simoca!, todo un simbolismo. Ya se escucha el traqueteo de los sulkys, carros y camiones en las calles, voces, gritos y lamentos, son los feriantes que pueblan las caminerías, los escaparates se cubren de mercaderías, son ruidos de la feria que renace; en ese instante, sin previo acuerdo, se inicia la reconstrucción. Así sucedían los hechos el sábado 10 de septiembre pasado en Simoca. Es que la historia, la leyenda, la mística no las quema ningún incendiario. La feria es patrimonio de todos, es fuente de trabajo, es costumbre. El pueblo funda su identidad en la tradición folclórica, se hizo fuerte en las dificultades, sabe de solidaridad e inspira su religiosidad en la advocación de la Virgen de la Merced.

Luis Córdoba
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POLICÍAS

Creo que no tiene sentido incorporar más policías si no se les enseña cómo desempeñar correctamente su trabajo. No nos sirve el policía chateando con el celular ni el que está recostado sobre la moto, ni un grupo de ellos hablando sobre sus cosas personales. El policía debe ser sagaz, perceptivo, desconfiado, como primera condición, además de estar apto físicamente. ¿No se le ocurrió al jefe de Policía pedir documentación personal y de rodado cuando había cola de motos para cargar combustible? Qué interesantes hubieran sido los resultados del operativo. En fin, queridos policías, piensen dónde pueden estar los delincuentes y vayan a buscarlos. No esperen que roben o maten a alguien para encontrarlos.

Pedro Soraire
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CARTELES DE LA LÍNEA nº 17
En estos días vimos el peligro mortal que significa equivocarse de cartel al tomar la Línea Nº 17. Confundir el cartel rojo y el naranja significa tener que bajarse en una zona peligrosa y cruzar caminando la avenida de Circunvalación (zona liberada para los delincuentes ). Cuando está descolorido, el cartel rojo es igual al naranja, por eso solicito a los responsables que lo cambien por un color mucho más evidente para el recorrido que entra a los barrios AGET y Viluco. Si no hay un color disponible usar una combinación de colores que sea único, seguramente los choferes de la línea agradecerán una iniciativa así, ya que contestan miles de veces por día por que barrio van.

Santiago Guillén
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DETECTOR DE MENTIRAS

A propósito del nuevo método desarrollado por los científicos británicos que permitiría detectar la cara del mentiroso y que sería utilizado para destinar a medidas de seguridad en aeropuertos y otros lugares estratégicos de su país, publicado por LA GACETA (14/9), sugiero implementarlo urgente en la Argentina, previo a la campaña electoral de octubre próximo.

Norberto Abregú
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PRÁCTICAS DEGRADANTES
Agresión a la propiedad privada, autos y motos en picadas, excesivo consumo de alcohol y alguna que otra sustancia, jóvenes orinando en la vía pública, todo un cóctel que irremediablemente sucede todos los fines de semana en la plaza central y alrededores de San Isidro de Lules, sin que las autoridades hayan dispuesto alguna medida al respecto. Días atrás se anunció el aumento de efectivos y móviles policiales, ¿medida efectista asumida circunstancialmente ante el reclamo vecinal? Es hora de que los organismos encargados de brindar protección tomen cartas en este asunto a través de operativos de control para devolvernos la seguridad y la paz perdidas por estos hechos. El sistema democrático nos permite vivir libremente pero no abusar de esta condición; se imponen conductas de rigor para no lamentar desgracias futuras y corregir estas prácticas que degradan a nuestro pueblo.

Rodolfo Soria
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PERROS CALLEJEROS (i
Respecto a la carta de Lucrecia del Valle Aquino (10/9), primero, ¿no tendría que verse el principio de este problema? O sea, ¿por culpa de quiénes están los perros en la calle? Por culpa de la misma sociedad, que ahora se ve afectada por este "problema". Ellos no lo son, sino la misma sociedad que no abre los ojos y el corazón hacia ellos. Espero que mi carta ayude a ablandar corazones.

Paula Brito
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PERROS CALLEJEROS (II)
¿Qué haremos con los perros callejeros, los malos, no los inofensivos? Con asombro y pena leo esta confrontación sobre los perros. ¿Cómo saber cuál es inofensivo y cuál no? Aunque no nos muerdan, asustan cuando corren en grupo y no sabemos qué van a hacer. No entiendo por qué entre todos, en lugar de enfrentarnos en grupos, no buscamos una solución real, concreta, próxima (no se puede esperar que todos estemos educados para no abandonar perros) que sirva al bien de personas y de perros. No quiero que los maten, tampoco que ataquen ni que asusten. La lectora Liliana Guzmán Cruzado (carta del 13/9) opina que la mayoría son inofensivos o sea que admite que algunos son peligrosos; si hay una perra en celo, la situación empeora. Por favor, no matemos los animales, no peleemos entre nosotros, veamos qué se puede hacer. Comparto con el lector Andrés Lelong (15/9) la invitación al intendente a opinar, y añado: a hacer. Apoyo a la lectora Luisa Ungaresse en su carta del 15/9 con interrogantes. Espero que podamos encontrar una solución. Lo último: yo adoro a los perros, pero a algunos les temo.

Silvia Torres
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"RATAS Y VÍBORAS"
Luego de haber leído las declaraciones de Hebe de Bonafini, no puedo más que preguntarme: ¿Por qué en nuestro país hay ciudadanos que pueden decir cualquier barbaridad y otros, si opinan diferente a la ideología de turno, son tildados de fachos, golpistas o antidemocráticos? Los integrantes del Congreso fueron tildados de "ratas y de víboras" sin que nadie haya levantado la voz en defensa de un poder del Estado. Y no es la primera vez que escuchamos improperios, insultos y frases indignas, provenientes de esta persona que se jactó de haber levantado las banderas de los derechos humanos y revindicó actos terroristas no sólo de nuestro país, sino de diversas partes del mundo. Es lamentable que personajes como estos tengan el apoyo que tienen. Y esto no es más que otra muestra de la degradación moral y la falta de valores de nuestra querida Argentina. Ojalá que de una vez por todas comencemos a construir un país en serio, poniendo a cada uno en el lugar que se merece.

Alejandro López Campo
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LAS VEREDAS ROTAS
Una inquietud: ¿La Municipalidad controla la cantidad de veredas rotas en la ciudad? Si lo hace, ¿se multa al frentista o se mira para otro lado?

Teresa Tejada Lima
[email protected]

Las cartas para esta sección deben tener un máximo de 200 palabras, en caso contrario serán sintetizadas. Deberán ser entregadas en Mendoza 654 o en cualquiera de nuestras corresponsalías haciendo constar nombre y domicilio del remitente. El portador deberá concurrir con su documento de identidad. También podrán ser enviadas por e-mail a: [email protected],  consignando domicilio real y Nº de teléfono y de documento de identidad. LA GACETA se reserva el derecho de publicación.

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