Rezar por los hijos

Rezar por los hijos

Pbro. Dr. Jorge A. Gandur.

14 Agosto 2011
La de hoy es una ocasión más que nos brinda la Palabra de Dios. En el pasaje evangélico de este domingo (Mat 15, 21-28) puede observarse cómo el Señor procede ante la petición insistente de una mujer cananea. Ella implora en favor de su hija enferma. Las palabras de Jesús son aparentemente duras: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel". "No está bien echar a los perros el pan de los hijos". Pero ante la humildad y la fe de aquella mujer pagana, el Señor adelanta la hora feliz en que todos los pueblos recibirán el fruto sobreabundante de su Redención: "Mujer, grande es tu fe; que se cumpla lo que deseas", y en aquel momento quedó curada su hija.

El ruego de la cananea tenía todas las condiciones de una buena oración; era humilde: "Señor, socórreme". Pide compasión, apela a la misericordia: "También los perros se comen las migajas...". Lejos están estas palabras de aquella altanería del fariseo de la parábola: "¡Oh Dios!, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno..." (Luc 18, 10-14).

Nos recuerda más bien el humillarse del pobre publicano: "¡Oh Dios!, apiádate de mí" (ibid), o a las palabras del padre del niño endemoniado: "Señor, ten compasión de mi hijo" (Mat 17, 14). No se apela al poder de Jesucristo. No se hacen valer méritos propios ni se ofrece nada. Solo se pide compasión. Esto es humildad; la mejor cualidad junto a la fe y la constancia, para que la oración sea atendida por el Señor. Puede ocurrir que El no responda de inmediato a las peticiones: no nos demos por vencidos ante ese aparente desentenderse. A lo mejor necesitamos ejercitarnos algo más en esta virtud. Quizá el silencio es una ayuda para que mejoremos nuestras disposiciones y nos hagamos más dignos de ser escuchados.

Reflexión

Para unos padres cristianos lo primero que cuenta en la educación es la oración. Hay actitudes en los hijos que no se resuelven aplicando la receta psicológica. Hay situaciones espirituales cuya única solución está en la oración fervorosa y constante. Existen muchos demonios malos que tratan de engañar a los niños y a los jóvenes, a los que sólo Cristo puede dominar. La mujer cananea nos da un ejemplo muy vivo de amor a su hija, de preocupación por su educación en la fe, de amor y confianza en Jesucristo. No olvidemos, hay verdadera educación cuando anda Dios por medio.

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