El arzobispo Villalba recibió a laicos del oratorio

El arzobispo Villalba recibió a laicos del oratorio

"No está en contra de la adoración, pero hay que pedir permiso"

EUCARISTIA. Custodia que presidía el oratorio del templo El Salvador. LA GACETA / FOTO DE E.LAZARTE EUCARISTIA. Custodia que presidía el oratorio del templo El Salvador. LA GACETA / FOTO DE E.LAZARTE
02 Agosto 2011
En representación de los 600 adoradores del oratorio de la parroquia El Salvador, Juan Angel Díaz y Silvia Migliavacca se presentaron ante monseñor Luis Villalba. "Deseamos que se reabra el templo de adoración perpetua, porque los fieles están dolidos y dispersos al haberse cerrado", le rogaron al prelado, según le contó Díaz a LA GACETA. "Monseñor nos atendió con mucha cordialidad y nos explicó que la apertura del oratorio no se había hecho como correspondía", añadió el laico, que había solicitado la audiencia por escrito.

"Le pedimos que procure rever la situación, porque, al final, cada uno, esgrime su verdad, el arzobispo por un lado y el párroco Miguel Alderete Garrido, por el otro, pero en el medio estamos los laicos", se lamentó.

"Monseñor aclaró que él no está en contra de la adoración eucarística, pero que las cosas tienen que hacerse como corresponden. Así como se hicieron en Yerba Buena, en el oratorio que depende de la parroquia Nuestra Señora de las Gracias, y en el hospital del Niño Jesús. Pero nos dio la sensación de que monseñor Villalba está muy dolido por todo lo que está pasando y muy intransigente", opinó. Díaz cree que no hay buena predisposición para rever la medida.

Mientras tanto, todas las noches, a las 20, se oficia una misa con adoración eucarística a templo lleno en la parroquia El Salvador. Esto se repetirá mientras dure el novenario, que concluirá el sábado con la solemnidad de la Transfiguración de El Salvador.

Una experiencia

Si bien Silvia Migliavacca vive cerca de la parroquia, Díaz pertenece al barrio Lola Mora. "Llegué a este templo de un modo providencial. Mi matrimonio andaba muy mal. El 26 de octubre de 2008, antes de cometer una estupidez, abrí la puerta de mi casa y salí hacia donde mis pasos me llevaban. Así llegué a la parroquia El Salvador. Escuché un canto gregoriano que salía del interior y entré hasta el oratorio. Me di con el padre Miguel, a quien no conocía, que estaba haciendo una adoración eucarística. En ese momento, escuché que él decía: ?hay una persona que viene por primera vez y que está necesitando a Dios?. Me quedé helada y me fui sin decir nada. Pero al día siguiente volví. Y desde entonces, fui encontrando todas las respuestas que necesitaba; allí, de rodillas, frente al Santísimo".

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