Efectos de shock

Efectos de shock

Carlos Felipe Díaz Lannes | Director Centro de Estudios en Democracia, Justicia y Seguridad

01 Julio 2011
La decisión de la ministra Garré de movilizar a las fuerzas de seguridad federales (Prefectura y Gendarmería) en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires responde a la necesidad de mostrar una reducción drástica en los índices delictivos que impacte favorablemente con miras a las elecciones; lo mismo podría decirse de las medidas adoptadas recientemente en Tucumán para reforzar el personal de comisarías destinado a la calle.

En el plano nacional esta medida se fundamenta también en la presunta complicidad de la Federal con algunas bandas que actúan en la zona y en cierta incapacidad para actuar en villas de emergencia de difícil acceso, situaciones en las cuales Gendarmería ha sido muy efectiva y profesional.

La idea de introducir nuevos actores en el territorio para crear una especie de control "cruzado" es una apuesta fuerte aunque no se pueden predecir resultados. No obstante, surge el interrogante acerca de cuán preparadas están las fuerzas de seguridad nacionales para actuar en entornos ciudadanos, con problemas muy diferentes a aquellos que constituyen su tarea habitual, y si tienen claro el límite del respeto de la libertad y dignidad de las personas.

El anuncio del empleo de infraestructura y recursos de las fuerzas armadas para aportar al sistema de seguridad interior parece atinado, ya que el sistema de defensa tiene instalaciones y equipamiento ocioso, y siempre que ello no implique una militarización paulatina de las fuerzas de seguridad, punto aclarado satisfactoriamente por la ministra. La idea de sacar todos los policías, gendarmes y prefectos a la calle para lograr rápidamente efectos de shock y aumentos en la percepción ciudadana de seguridad no es nueva y en algunos casos ha dado buenos resultados, aunque presentan la dificultad de su sostenimiento en el tiempo: siempre decaen cuando se cumple el objetivo deseado (en estos casos, el electoral).

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