16 Mayo 2011
"El paradigma del trabajo formal, en relación de dependencia, ha muerto, entonces cada vez van a empezar a surgir otras maneras de insertarse en el mundo del empleo". Así lo advirtió José Blunda, experto en Gestión de Recursos Humanos, al ser consultado por LA GACETA sobre la proliferación de lavaderos en la vía pública.
Sin efectuar una valoración ética acerca del uso de un recurso natural como el agua potable, y sobre la manera lícita o no de los lavaderos, porque ese es otro debate -aseguró Blunda-, la realidad muestra los índices de desempleo. "La gente necesita insertarse y hay quienes tienen capacidad, porque poseen una profesión o un oficio y pueden hacerlo de manera saludable, y otros no", señaló.
Blunda resaltó que la precarización es una tendencia a nivel mundial. "Hay que aceptarlos, pero no desde la resignación, sino desde una realidad inexorable. Se trata de aceptarlos para poder enfrentar esa realidad. Hay que gestionarla, no negarla, porque va a terminar imponiéndose por su propio peso", dijo. El especialista en mercado laboral remarcó que los actores sociales, especialmente el Estado, deben llegar allí para que se padezca menos y se den más herramientas a estos grupos cada vez más significativos de la sociedad.
"Ellos no tienen otros grados de elección. Lo ven como una salida legítima y honesta para enfrentar la supervivencia. Pero hay que considerar el empleo precario, porque produce un impacto en la salud, en la poca posibilidad de proyección futura. Es la vivencia del día a día sin acceso al sistema de progreso como el crédito, que tiene consecuencias importantes", precisó.
Ayuda para organizarse
Recordó, a modo de ejemplo, el caso de un comedor (bajo la órbita de Cáritas) en el que las madres estaban golpeadas por el desempleo y eran sostén de familia: "en ese comedor alimentaban a los chicos, pero también empezaron a generar ingresos. Preparaban comidas y daban servicio de catering a empresas. Les ayudaron a organizarse".
Sin efectuar una valoración ética acerca del uso de un recurso natural como el agua potable, y sobre la manera lícita o no de los lavaderos, porque ese es otro debate -aseguró Blunda-, la realidad muestra los índices de desempleo. "La gente necesita insertarse y hay quienes tienen capacidad, porque poseen una profesión o un oficio y pueden hacerlo de manera saludable, y otros no", señaló.
Blunda resaltó que la precarización es una tendencia a nivel mundial. "Hay que aceptarlos, pero no desde la resignación, sino desde una realidad inexorable. Se trata de aceptarlos para poder enfrentar esa realidad. Hay que gestionarla, no negarla, porque va a terminar imponiéndose por su propio peso", dijo. El especialista en mercado laboral remarcó que los actores sociales, especialmente el Estado, deben llegar allí para que se padezca menos y se den más herramientas a estos grupos cada vez más significativos de la sociedad.
"Ellos no tienen otros grados de elección. Lo ven como una salida legítima y honesta para enfrentar la supervivencia. Pero hay que considerar el empleo precario, porque produce un impacto en la salud, en la poca posibilidad de proyección futura. Es la vivencia del día a día sin acceso al sistema de progreso como el crédito, que tiene consecuencias importantes", precisó.
Ayuda para organizarse
Recordó, a modo de ejemplo, el caso de un comedor (bajo la órbita de Cáritas) en el que las madres estaban golpeadas por el desempleo y eran sostén de familia: "en ese comedor alimentaban a los chicos, pero también empezaron a generar ingresos. Preparaban comidas y daban servicio de catering a empresas. Les ayudaron a organizarse".
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