Jugador incisivo; cirujano polifuncional

Jugador incisivo; cirujano polifuncional

El escolta había dejado el básquet por la Medicina y tras 10 años volvió a su primer amor.

TODO TERRENO. Las manos de Palazzo le permiten anotar, asistir, rebotear y además operar como los dioses.  LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO TODO TERRENO. Las manos de Palazzo le permiten anotar, asistir, rebotear y además operar como los dioses. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO
Hubo un momento. Ocurrió a mediados de diciembre de 2010. Bajo el techo del Defensores de Villa Luján este cirujano plástico recibido de la Universidad Nacional de Tucumán y especializado en el Hospital Francés, decidió hacer una nueva incisión en su vida y volver a pisar un parqué. Eduardo Palazzo inició su juventud con la pelota de básquet en la mano, durante 10 años la cambió por el bisturí y hoy, ya consolidado en las filas de Central Córdoba, hace las dos cosas.

"Fue en la final del Ascenso, el año pasado. Había vuelto de Buenos Aires para establecerme en acá. Me llevaron a ver el tercer partido del Clausura entre Estudiantes y Avellaneda y me quería morir. Tenía una adrenalina... quería entrar a jugar. Entonces me agarró la locura y me dije: ?tengo que volver", confesó.

Palazzo, que se inició justamente en las "cebras", pasó por "CC", Tucumán BB y Belgrano, donde disputó la Liga "C", un TNA (jugó semifinales y final con Belgrano hasta el ascenso) e integró el seleccionado tucumano de 1997 a 2000 y fue campeón Argentino en el 98.

Ese año, ya recibido, dejó el básquet y partió a baires para su especialización, donde estuvo una década, y en agosto de 2010 regresó a la provincia. Antes había cursado y aprobado toda una carrera de médico en la que alternó los libros y el juramento hipocrático, con la pelota y las charlas técnicas.

"Desde los 16 que juego al básquet y a los 18 entré a la Facultad. Seguí jugando pero siempre me tuvieron paciencia: los profesores y los DT. Cuando hacía algún viaje de equipo, los ?profes? no me hacían problema y cuando llegaba tarde a una práctica por una clase, los técnicos me entendían. Cuando estaba afuera, me llevaba los libros. Estudiaba antes y después de cada entrenamiento", reveló.

Tras finalizar los estudios de grado decidió que no jugaría más. La residencia en el Hospital Francés le llevaría demasiado tiempo como para pensar en la "naranja". Sin embargo, el deporte lo perseguiría hasta la capital.

El equipo y la residencia

"En las entrevistas para entrar a las residencias me preguntaron si practicaba alguna disciplina y cuál era. Se nota mucho que sumás puntos si contestás que hacés algún deporte en equipo: básquet o fútbol. Y si te dedicás al golf o al tenis, ellos interpretan que sos egoísta. Incluso hasta en la posición en que jugás. Si sos ?9?, para ellos sos morfón pero si sos enganche o un defensor te tienen más en cuenta", comentó.

Así es, el espíritu de equipo le sirvió para ganarse un lugar como residente y le seguiría colaborando hasta el ejercicio de su profesión. "Hoy en día tengo un equipo quirúrgico: dos ayudantes cirujanos y una instrumentadora y así como en el básquet el trabajo en equipo es fundamental, en la cirugía también. Cuatro ojos ven más que dos. Toda mi vida trabajé en equipo, nunca solo", explicó.

Y tras 10 años de inactividad y gracias a un pedido de Rubén Urueña (h) para que juegue en "CC", volvió y aunque no puede hacer lo mismo que hace 20 años, sus primeras sensaciones son buenas. "Estoy mejor de lo que me imaginaba. No tenés el mismo físico y querés hacer lo que hacías antes. A veces te deprimís pero vamos recuperando", expresó.

"El tiempo cura las heridas", aconsejan algunos. En este caso podemos decir que este doctor que trabaja con las heridas no ha impedido que el tiempo cure su locura por el básquet.

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