Se despertaron porque caían ladrillos del techo

Se despertaron porque caían ladrillos del techo

Los pobladores más afectados fueron 25 familias que viven en el edificio del viejo hospital ranchilleño, donde se produjeron graves destrozos. Aunque había dejado de llover, dentro del inmueble seguían cayendo goteras. Cayó parte de la galería y se rajaron paredes. La gente reclama que les den viviendas.

SE VINO ABAJO. Las chapas y la mampostería de la galería se derrumbaron. Los moradores no saben qué harán porque todavía no tienen dónde ir a vivir. LA GACETA / JOSE INESTA SE VINO ABAJO. Las chapas y la mampostería de la galería se derrumbaron. Los moradores no saben qué harán porque todavía no tienen dónde ir a vivir. LA GACETA / JOSE INESTA
22 Febrero 2011
Cargan la tristeza en los ojos. Ya habían empezado a perder parte de lo poco que tienen porque se la llevó el agua de las últimas lluvias, y el temblor de ayer terminó por aplastarles pertenencias y esperanzas. Entre las tambaleantes estructuras del viejo Hospital de Ranchillos conviven 25 familias, unas 100 personas, entre niños y adultos, quienes resultaron ser los pobladores tucumanos más afectados por el sismo que sacudió en la madrugada de ayer la provincia.

Como a casi toda la población, el sismo los sorprendió mientras dormían. No los despertaron solamente los movimientos, sino que comenzaron a caer sobre sus cabezas los ladrillos del techo. "Salí corriendo a buscar a mi mamá", contó Matías, de siete años, con una sonrisa pícara y sin dientes.

Franco Muruaga sintió como parte de la mampostería caía sobre su brazo justo cuando intentaba alzar a su hijo de cuatro años. "Si no ponía el brazo le caía sobre la cabeza", relató, todavía nervioso por los momentos vividos, mientras muestra a LA GACETA los raspones.

Goteras

Afuera ya había dejado de llover, pero adentro del viejo hospital todavía caían enormes goteras. Y según los moradores del edificio, esa situación continuará durante varios días más hasta que el agua del techo se evapore totalmente. Todo es barro, oscuridad, frío y un penetrante olor a humedad que emana de las paredes.

El temblor tiró abajo gran parte de una galería. Se quebraron columnas y se rajaron paredes. Pero el techo ya estaba de antes en un estado muy endeble y a punto de caer.

Durante la noche, las familias fueron amontonado sus cosas, sus camas, sus sillas... ahora todas viven juntas. Quieren irse, pero afirman que la comuna no les da ninguna posibilidad.

En la ruta

Embarrados hasta las rodillas, los moradores del viejo hospital salieron a quemar cubiertas sobre la ruta 302. La mayoría eran mujeres jóvenes y niños que no superaban los 10 años.

Muchas están embarazadas, otras cargaban bebés en brazos y los amamantaban en medio del humo negro de las cubiertas. Los más chicos golpeaban botellas de plástico vacías y repetían lo que decían los adultos: "De aquí no se pasa". Para ellos era un juego, que alternaban correteando descalzos y salpicando todo de barro. Sin embargo no sonríen. Son niños con gestos de grandes.

Los autos se amontonaron, los automovilistas protestaban, los policías no intervinieron. Todo fue un ir y venir de reclamos, pedidos, amenazas y angustias. La protesta terminó cuando las cubiertas dejaron de arder.

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