Conversando con Vargas Llosa

Conversando con Vargas Llosa

El último Premio Nobel de Literatura habla sobre sus rituales, sus pasiones, sus secretos. Los sueños, el periodismo, el cine, la realidad y la ficción, Borges y el Nobel son otros de los temas que analiza en estas charlas reunidas por un amigo suyo. Por Rubén Loza Aguerrebere. Para LA GACETA - Montevideo.

23 Enero 2011
El Premio Nobel de Literatura de 2010 ha saldado, vista la repercusión internacional, su deuda histórica con uno de los más grandes escritores en lengua castellana de nuestro tiempo. Mario Vargas Llosa era uno de los eternos aspirantes al galardón que concede la Academia Sueca, cuyos caminos para conceder el premio son insondables. Pues bien, lo ha merecido, finalmente.
Ser amigo de Mario Vargas Llosa le impulsa a uno a escribir sobre él, tras esta noticia, porque a medida que pasa el tiempo uno advierte que hace todo lo necesario para que uno pueda sentirse cómodo a su lado. A quienes hemos recibido sus enseñanzas, nos ha cambiado; y puedo decir que ninguno de nosotros ha sido el mismo, desde entonces.

La vocación literaria
- ¿Es verdad, como ha dicho Octavio Paz, que la literatura es un oficio que se transforma en vocación y acaba convirtiéndose en un destino?
- Yo creo que el origen tiene que ver con nuestros sueños, tiene que ver con experiencias clave que te van marcando y te van orientando hacia un determinado sendero, ¿no? En la literatura, creo que es fundamental la importancia del descubrimiento del poder de la fantasía, de poder vivir otras vidas y ensanchar de esa manera el mundo. Los libros primeros, aquellos que incitaron más nuestra imaginación, nos ayudaron seguramente a inventar nuestras propias historias. En otros casos es muy importante el engolosinamiento por el lenguaje, por las palabras, por el valor de cada palabra, por la música de la palabra. Entonces, yo no creo que haya una sola explicación, una sola fórmula para decir de qué manera nace una vocación por la literatura, pero seguramente debe estar por allí. En mi caso, cuando era niño, creo que todo empezó cuando comencé a leer y a soñar con los ojos abiertos, fabulando.

- ¿Y cuál es el papel de la cultura y las ideas en ese mundo de sueños de  ojos abiertos?
- Las culturas, las ideas, las artes, son ingredientes esenciales de la vida, y es gracias a ellos que nosotros nos podemos defender de la vida rutinaria, del tedio y encontrar en ellos un escudo contra el dolor. Por eso tiene mucha importancia dentro de una novela.

- ¿Es difícil conciliar el hecho de soñar y el de vivir en el mundo real?
- Uno puede soñar, llenar los vacíos, las deficiencias. Siempre hay un abismo entre la realidad y el deseo. Y bien, ese abismo lo podemos llenar solamente utilizando el sueño, la fantasía, las artes, la literatura. Y es por ello, precisamente, que la cultura constituye un ingrediente central en la vida del hombre. Por ello existe la literatura, en definitiva.

Los secretos del escribidor
- La tarea cotidiana del escritor, en su caso, como se ha dicho, tiene un "patrón flaubertiano". No cree demasiado en la inspiración, sí en el  trabajo meticuloso y disciplinado.
- Yo acudo muy temprano a mi escritorio y allí estoy hasta las dos de la tarde. Esas horas son para mí las mejores, las más creativas. Luego, por las tardes, no escribo. Tomo notas, leo, corrijo; preparo el trabajo del día siguiente.

- ¿Hay trucos para estimular el proceso de la escritura?    
- Yo comienzo la mañana mecanografiando lo escrito el día anterior. Es un trabajo meramente automático, pero me va empujando, me va familiarizando con el mundo de la novela que va creciendo, con sus personajes y con sus ambientes. Es difícil decir, en realidad, cuáles son esos trucos, esos apoyos psicológicos de los cuales uno se vale para crear el clima en el cual pueda escribir. Pero sí he advertido que cada vez escribo con más inseguridad. Eso siento. Supongo que mi autocrítica se ha acentuado.

El periodismo
Al igual que Hemingway,  García Márquez y Carlos Fuentes, también Vargas Llosa ha sido y es un periodista. Sobre ello, comenta:
- El periodismo es una actividad ambivalente. Por una parte es una fuente inagotable de experiencia y abre al autor una cantera de temas y personajes? Para mí ha sido fundamental. Una buena parte de lo que he escrito no lo hubiera hecho si no hubiera sido periodista. Sin embargo, para un escritor, el lenguaje periodístico es peligroso porque crea hábitos, estereotipos. Y un escritor tiene que sentir el lenguaje como un potro salvaje que hay que domesticar mediante una seguridad, un cuidado y una paciencia. Dos maneras, pues, de acercarse al lenguaje? Aunque hay veces, pocas, en las que la literatura y el periodismo se intercalan, se entremezclan, y se confunden enteramente, como en el caso de Azorín, por ejemplo, que hizo una gran literatura al mismo tiempo que un gran periodismo.

- ¿Y los libros de viaje dónde se sitúan? ¿Es periodismo o literatura?
- En la literatura moderna hay casos extraordinarios de escritores que han demostrado que el viaje puede ser un magnífico pretexto para hacer literatura. Hay escritores que utilizan el viaje para construir un material riquísimo, para hacer unos libros que están a medio camino entre la ficción y el documento, y son tremendamente originales. A uno le revelan nuevas realidades. A mí me tienta esa idea de utilizar los recursos de la ficción para describir la realidad, una realidad no inventada, sino vivida día a día. Por ejemplo, El viaje a la Alcarria, de Camilo José Cela, es precioso, y nos muestra cómo las palabras con que se describe esa visión pueden encantar un paisaje

Anécdotas y películas
Cosmopolita, viajero, con numerosas amistades, siempre tiene a la mano una anécdota. En 1967 ganó el Premio Rómulo Gallegos, que acababa de crearse, con la novela La casa verde. A propósito, recuerda:
- Conocí a Rómulo Gallegos cuando me dieron ese premio con su nombre. Ya estaba muy anciano. Me lo presentaron, y él estrechó mi mano y me dijo dos o tres cosas y nada más. Luego, alguien volvió a hablarle de mí, del premio que llevaba su nombre y que yo había ganado, y entonces retornó, me saludó de nuevo, y fue cuando me comentó: "¿Por qué no me lo dieron a mí?".

- El cine es otra de sus pasiones. Fue jurado en el Festival de Cannes, pero no ganó la película que propuso. Noche a noche, donde se encuentre, no deja de ir al cine, con su esposa Patricia. ¿Cuál es lista de sus películas preferidas?
- Pues bien, la lista de mis películas preferidas se inicia con las que mencionaré, en este orden. La primera es Senso, de Luchino Visconti; y le siguen luego El ciudadano, de Orson Welles; La diligencia, de John Ford; Los jueves, milagro, de Berlang; La gran ilusión, de Renoir; y la voy a cerrar con La hija de Ryan, de David Lean?

- ¿Y el Premio Nobel?
- Siempre pensé que si alguien merecía recibirlo, ese escritor era Borges. Creo que ningún escritor de nuestra lengua no sea deudor, de alguna manera, de la extraordinaria riqueza lingüística, de la imaginativa y de la temática que ha significado su obra. ¿Cómo se concede? No lo sé.  Sobre la elección del Papa y de los ganadores del  Nobel,  no sé nada?

Como es un hombre de buen humor, bien puedo finalizar con una anécdota ocurrida una distante mañana en Valencia. Le acompañábamos el periodista y escritor español Germán Yanke, el escritor peruano/hispano Fernando Iwasaki y yo. De pronto un señor lo miró atentamente y pareció reconocerlo; se acercó presuroso, se detuvo ante él y le dijo: "Le he mirado bien y quiero saludarle, porque usted es García Márquez, ¿verdad?" Nos quedamos azorados. Vargas Llosa no perdió la compostura, mantuvo la sonrisa, le dio la mano y dijo: "No; yo soy el otro".
© LA GACETA

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