Ahora odian más a las cuñadas que a las suegras

Ahora odian más a las cuñadas que a las suegras

Muchas veces son las que causan problemas en la pareja. Celos, envidias y enfrentamientos. ¿Cómo sobrevivir en esta jungla?

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10 Enero 2011
Algunas, a lo largo de la vida, se transforman en la hermana que nunca se ha tenido, pero otras resultan ser un tremendo dolor de cabeza. Las cuñadas van ganando poco a poco el terreno que, clásicamente, ocuparon las suegras. Si tocan las dos, el combo está completo.

"Yo tuve que ganarme a mi cuñada más grande porque lo veía a mi novio como su ?hijito? y a mí como la ladrona", cuenta Marcela, una contadora de 28 años. Además, advierte, que son las que le llenan la cabeza a la suegra.

Santiago piensa y piensa, no sabe qué es peor, si la suegra o la cuñada. Finalmente, el especialista en marketing se decide: "creo que en ese orden", responde con una sonrisa.

Ahora que se está por casar, a Virginia -decoradora de interiores- comenzó a preocuparle el hecho de tener que ver siempre a su cuñada. "Me tiene unos celos que no puede disimular. Cuando puede me critica o habla mal de mí con mi suegra", comenta. Lo que más le asusta a Virginia es que van a vivir en la misma cuadra. "Mi novio me dijo que no me descargue con mi suegra porque ?ellas, aunque se peleen siempre van a estar del mismo lado?. Tiene razón, pero a veces no aguanto", dice.

Desde Australia, Cynthia (argentina radicada allí), también se prende en la convocatoria para dar su opinión. "Creo que la relación depende de la edad. Yo le llevo 10 años a mi cuñada, así que difícilmente me critique como ama de casa. Por suerte mi suegra vive en otro país y a mi cuñada hace tres años que no la veo", confiesa.

Los entrevistados pidieron que no se publiquen los apellidos, algo lógico para no sumar enemistades. "A veces son los maridos o las parejas los que deben marcar un límite para paliar la situación y no generar competencias", explica la psicóloga Beatriz Goldberg, autora del libro Suegras: técnicas y estrategias de supervivencia. Aconseja en su charla telefónica con LA GACETA que con la familia política hay que ser "muy políticos".

Las causas para que los recelos afloren y la mala relación sea un hecho pueden ser varios, según Goldberg. Por ejemplo, que la propia madre elogie a su nuera y que la compare con su hija o que la cuñada considere que nadie va a tratar a su hermano como ella.

"Hay que saber que cada uno viene de familias diferentes, con vivencias e ideologías distintas y hay que aceptarlas. La hermana debe entender que sus hermanos son felices y no debe interferir", añade.

Pero, a veces, no es tan fácil. Lo peor es cuando se enteran de algún detalle un poco sombrío o vergonzoso del pasado. Siempre van a encontrar la oportunidad de contarlo, mucho mejor si es en una reunión familiar. A Patricia, una diseñadora gráfica de 29 años, le sucedió. "Mi cuñada se enteró que cuando conocí a su hermano en Mar del Plata yo estaba de novia. No tuvo nada mejor que, en la cena de Navidad, decir: ?¿y ya le contaste que eras mujer comprometida cuando lo conociste??. La quería matar", asegura.

Siempre hay algunas actitudes que son las que más irritan, las que hacen rechinar los dientes. Los lectores de LA GACETA online opinaron que lo que más les molesta es que su cuñada siempre encuentra algo para criticarlos o que cuando llega a su casa nunca se va.

En definitiva, en la jungla de la familia política puede aparecer de todo.

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