El regreso del tren es una añoranza colectiva

El regreso del tren es una añoranza colectiva

Grandes y chicos dicen que la reanudación de ese servicio de transporte revitalizaría la ciudad.

CONTRASTE. Los vagones están quietos. Los pastizales, en cambio, se elevan. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL CONTRASTE. Los vagones están quietos. Los pastizales, en cambio, se elevan. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
21 Noviembre 2010
"Qué lindo que hubiera sido que la vuelta del tren se hiciera realidad", anhela Jésica Ibañez, de 18 años, mientras cruza las vías en la estación "Tafí Viejo". Ella está convencida de que ese servicio de pasajeros "sería una gran ayuda" para su ciudad. "Se viajaría más barato y habría más movimiento", argumenta. Se entusiasma con lo que pudo ser porque la realidad la asusta. "Hay nenes de 11 años que andan robando para drogarse. No estudian y no les importa nada. A mi mama la asaltaron un par de meses ya. Eso es porque tampoco hay trabajo", se lamenta.

"Tafí Viejo era otra ciudad cuando funcionaba el tren. Trabajábamos mucho. Ahora todo está quieto. Sería hermoso que vuelva el tren, pero quizás quede en un proyecto, como tantas veces", dice el albañil Rafael Brito, de 52 años.

Los mellizos Débora y Cristian Páez, de 15 años, denuncian que la estación está abandonada. "No hay focos en la pasarela y de noche hay asaltos", reclama ella. Su hermano considera que la ciudad está "linda y tranquila", pero que la inseguridad los acecha. En su casa, en el barrio Pueyrredón, tampoco escapan a la falta de agua. "A la tarde cortan el agua. Vuelve a las 3, pero por dos horas. Somos muchos en casa y a veces no alcanza lo juntamos. Tenemos un montón de bidones esperando", confiesan.

Paola Salazar, una trabajadora social de 30 años, coincide en que el principal problema de la localidad es la falta de agua: "Es impresionante la diferencia que hay entre la gente que tiene el servicio y derrocha, y la que no tiene. En mi barrio, el ?Tafí 1?, hay litros y litros derramándose en las calles por los caños rotos", deplora. Eso sí, celebra que el transporte urbano de pasajeros haya mejorado y que hayan más calles pavimentadas.

Patricia Ruiz, de 37 años, vive en Villa Obrera, el barrio que se recuesta sobre las vías del tren: "además de extrañar el agua, seguimos extrañando el tren. Para los grandes es una añoranza y para los chicos, un sueño: nunca anduvieron en uno", precisa.

Comentarios