Una noche con Paul McCartney en 14 minicapítulos

Una noche con Paul McCartney en 14 minicapítulos

Una visita guiada por el recital que el ex Beatle brindó en Buenos Aires durante la semana pasada

21 Noviembre 2010
Por Guillermo Monti
Para LA GACETA - Buenos Aires

1
A un puñado de metros, no tan cerca como para tocarlo, pero sí para distinguir cada uno de sus gestos, Paul McCartney ataca una furiosa versión de Helter skelter (¿puede no ser furioso un protopunk?). Ya van casi tres horas de show y la banda ha recorrido 34 temas. ¿Dónde están los 68 años de Paul? ¿Cómo puede vomitar tanto rock and roll y cantar como al principio? La respuesta sopla en el viento de River, porque hay magia en el aire. Una epifanía colectiva. McCartney arranca a toda velocidad, frena con una balada, reinicia la marcha al piano y escupe más rock. Una y otra vez. A sus pies queda un tendal de agotamiento emocional, porque no es cualquier show el que acaba de aplanar River. Consumado encantador de serpientes, McCartney hipnotizó a todos y se marchó sin reparar en la deferencia de contar hasta tres y chasquear los dedos para sacarnos del trance. Así que esas tres horas repiquetean en la cabeza y en las tripas interminablemente. Allá vamos.
 
2
A Paul nunca le gustó cómo suena The long and winding road en Let it be. Phil Spector traveseó la canción hasta transformarla en una pieza tan bella como barroca. Pero Paul quería un sonido más limpio y ese es el arreglo que viene tocando desde hace 40 años. The long and winding road es su primer regalo al piano, al fondo del escenario y de frente a la cámara que lo multiplica y proyecta en las megapantallas. Paul canta con ternura.
 
3
Back in the USSR es un desafío para cualquier vocalista y Paul da una lección (sobre todo cuando aúlla Georgia's always on my my my my my my my my my mind...). Porque Paul alcanza todas las notas que tiene que alcanzar. Esta noche y todas las noches. Y cuando son demasiado altas le da una mano Abe Laboriel Jr., que además de ser muy simpático y de tocar la batería con un sentimiento envidiable, canta como los dioses. En la Plaza Roja de Moscú, Abe Laboriel Jr. se lució gracias a She's leaving, pero hoy no figura en el set list. Lástima.
Sólo Mick Jagger está a la altura de Paul en este juego de Dorian Gray. Exceptuemos de la lista a Keith Richards porque, se sabe -está científicamente comprobado-, que Keith Richards no es un ser humano.
 
4
Por ahí anda Hugo Solarz. Nos saludamos, felices. Hugo fue el primer periodista que pasó un disco de los Beatles en una radio tucumana. Por supuesto, fue Please, please me. Cuenta que ha donado su colección de 5.000 vinilos a Radio Universidad, decisión de la que no se arrepiente pero que le cuesta uno que otro lagrimón. Pocos fans saben tanto sobre los Beatles y sobre Paul McCartney en Tucumán como él. Para Hugo, como para miles de congregados en Núñez, la noche huele a despedida...
 
5
Pero cuidado. Paul no dice "adiós". Ni "hasta siempre". Paul dice "hasta la próxima" y es (más) música para los oídos. Se dice que habrá una gira monstruo, con Paul, Ringo, Dhani Harrison y -tal vez- Julian Lennon, durante la que tocarán, una vez más, todos los clásicos. Se dicen tantas cosas...
 
6
¿A qué viene eso del agotamiento emocional? A que no es sencillo procesar lo que viene desde el escenario. En otro concierto uno cierra los ojos y se deja llevar. O canta. O baila. O, simplemente, se queda quietito mientras la banda hace lo suyo. Esta noche no, amigo lector. No es posible, porque Paul está tocando -digamos- Eleanor Rigby. Los ingleses tienen una palabra para definir esta clase de situaciones: handle. Algo así como decodificar y manejar lo que está pasando al mismo tiempo. ¿Y qué pasa con Eleanor Rigby? Simultáneamente nos damos con:
a) Lo que el tema representa en la historia de la música.
b) Lo que el tema representa en nuestra historia.
c) Paul McCartney lo está cantando. En tiempo real.
d) Decenas de miles de personas están sintiendo lo mismo. O algo similar. Nadie quiere que se termine porque los recuerdos fluyen, incontrolables.
Así que cuando suena Eleanor Rigby volvemos a esa tumba en el cementerio St. Peter y a preguntarnos cómo sería Father McKenzie, así como Rodrigo Fresán se preguntaba quién habrá robado las puertas de Strawberry Fields. Y a una tarde de febrero, frente al mar. Multiplique esta experiencia por todas y cada una de las canciones que Paul está tocando. Exhaustos. Así salimos.
 
7
Paul ha preparado un inteligente balance entre la etapa Beatle y la etapa solista para armar este concierto. Suenan varios de los incombustibles hits de Wings y la extraordinaria y acostumbrada versión de Foxy Lady, de Jimi Hendrix.
Hay un lindo homenaje a la época de Band on the run, centrada en aquella foto con Linda McCartney al centro. Para Linda -instalada en el imaginario colectivo como una especie de Yoko Ono buena- habrá más de un homenaje. Para Heather Mills nada, esa bruja.
La fenomenal carrera solista de Paul está regada de grandes discos. Y como esto del arte es el reino de la subjetividad me permito subrayar que mi favorito es Chaos and creation in the backyard. Y que si Paul tocara, por ejemplo, Riding to Vanity Fair, moriría fulminado en un éxtasis beatífico en la butaca 63, sector B. Pero Paul no tocó ningún tema de Chaos and creation in the backyard. Ni siquiera Jenny Wren. Ya lo dice la canción, estimados: happiness is a warm gun...
 
8
Conocemos el truco de Paul en Live and let die. Paul la escribió para la primera película de 007 protagonizada por Roger Moore, el peor 007 del que se tenga memoria. Pero esa es otra historia. Decía que el truco del fuego en el escenario y la pirotecnia viene de la mano de Live and let die, y por eso todos preparan sus celulares y sus camaritas cuando suenan los primeros acordes. Y quedamos en medio del humo. Fantástico, claro.
 
9
¿Quién dice que Paul no canta temas de John Lennon? Y vaya si eligió bien. Cuenta la leyenda que Lennon estaba preocupado porque sentía que su contribución a Sgt. Pepper era demasiado floja. "No seas tonto -lo reprendió George Martin-. Lo tuyo está bárbaro, y además hiciste el mejor tema del disco". Hablaba de A day in the life, por supuesto.
Paul ayudó a John a terminar su obra maestra porque compuso el puente (woke up, fell out of bed...). Paul no sólo cantó A day in the life: la remató con Give peace a chance.
 
10
La mano estuvo pesada fuera del Monumental. Un pibe esposado, llorando a los gritos, y con un puñado de pósters por el suelo, lo demuestra. El merchandising no sale del estadio. El problema es que la remera oficial del Up and coming tour cuesta 100 mangos en las entrañas de River y 40 afuera. Un baguetín con una gaseosa (eufemismo por sánguche y Coca) se vende a módicos $ 35. Un vecino saluda efusivamente a dos amigos y después nos chimenta que ellos compraron las entradas vip para los dos shows. Son localidades de primera fila y también valen para la prueba de sonido. Cuestan 6.500 pesos, por lo que si las cuentas no fallan, cada uno se gastó 13.000 pesos para ver a Paul McCartney. Glup. Otra vecina, que llegó de Comodoro Rivadavia juntando las monedas, abre los ojos como platos.
Al final, caminando rumbo a Libertador, es más fácil conseguir sustancias ilegales que una remera del Up and coming tour. Hasta que alguien chista desde atrás de un arbolito y la transacción, lejos de ojos acusadores, se concreta.
 
11
Para homenajear a George Harrison, Paul toca esa versión tan bonita de Something con el ukelele que venimos escuchando desde el Concert for George del Royal Albert Hall. Aquella vez estaban Eric Clapton, y Jeff Lynne, y Gary Brooker, y Ringo, claro. Bien, Rusty Anderson (guitarra), Brian Ray (guitarra, bajo), Paul Wickens (teclados) y nuestro amigo Abe Laboriel Jr. no tienen nada que envidiarles. En las pantallas se suceden las fotos de George, tan joven, fresco y talentoso... Hay mucha gente llorando a la vuelta. Si usted no se conmueve en un momento como este, déjeme decirle que tiene un pedazo de caucho en lugar de corazón.
 
12
Conversación escuchada en la fila de atrás. Hablan tres rubias.
- ¿Y esto cuándo se termina?
- No sé, qué laaargo.
Lo juro.
 
13
El desenlace del show es trepidante. Un rato antes habían tocado Paperback writer, y de sopetón, después del imprescindible Hey Jude y en dos tandas de bises, Paul trepana los cerebros. Anoten: Day tripper, Lady Madonna, Get back, Yesterday, Helter skelter, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band y -lógico- The End. Y se va tan campante.
 
14
Paul se ha quedado solo en el escenario. Acaricia su guitarra y canta Blackbird: you were only waiting for this moment to be free...
La luna se balancea y corre una brisa bien fresca.

© LA GACETA

Guillermo Monti - Periodista,
prosecretario de Redacción de LA GACETA.


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