Una emoción compartida entre padres e hijos

Una emoción compartida entre padres e hijos

13 Noviembre 2010
Por Víctor Chocobar
Especial para LA GACETA

La espera y los costos sirvieron. El hombre sale puntualmente a escena y su imagen de traje Beatle, eterna cara de nene y el bajo violín en la mano izquierda compensa todo y más: hace soltar la primera emoción.

Propone un "Magical mistery tour" y comienza la serie de unas 40 obras maestras, que al final del concierto lo dejan a uno pensando en otras 40 más de igual jerarquía que bien podría haber elegido. Es que, a poco de comenzar, uno se da cuenta de que ese hombre, Paul McCartney, es "la música".

Ahí está el que se pasaba acordes con George Harrison camino a la escuela, el que junto a John Lennon creó el sonido de la música popular desde los 60, el que nunca dejó su gusto por los conciertos en vivo ante inmensas audiencias como la del jueves. Y sigue haciendo historia porque sabe que estamos ahí con nuestros hijos y muchos con sus nietos, todos cantando con los ojos llenos de lágrimas. Y también que las generaciones futuras le darán aun más valor a sus creaciones que ya son clásicos y se cantan en todo el mundo como verdaderos himnos universales.

Tiene una banda y un despliegue técnico en sintonía con su genio. Pero lo importante es lo otro: que muchos miles de toda edad estemos ahí haciéndole los coros a "Paperback writer", a "Hey Jude" y nos salgamos de órbita movidos por "Day tripper" y "Drive my car", como si Los Beatles fueran los que están en ese escenario.

Una sola cosa

Paul y la música son una sola cosa, entre Burt Bacharach y Led Zeppelin todos lo miraron de reojo y siguieron sus pasos magistrales; que haya dejado "Yesterday", la canción más grabada y versionada de la historia para casi el final de los ocho bises es sólo un detalle, como que nos despida con toda simpatía y encanto esperando desde la letra de "Sargeant Pepper-reprise" que hayamos disfrutado el show, y nos recuerde que en el final, el amor que recibimos es igual al amor que damos, como termina el último disco de Los Beatles. Son momentos clave en un concierto todo de broches de oro para la ovación. En tres horas, después de escucharlo en "Lady Madonna", "Live and let die", "Get back", "Let it be", uno se pregunta: "¿y después de esto, qué?".

Mc Cartney tiene todavía todo su talento musical, su voz intacta, su gracia y el renovado amor con el público como hace 50 años. Su show fue en verdad memorable.

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