El poder y la muerte

El poder y la muerte

Finales abruptos cancelaron liderazgos a lo largo de la historia nacional.

ASESINATO DEL GOBERNADOR JONES. Reconstruido por la revista Caras y Caretas, en 1921. ASESINATO DEL GOBERNADOR JONES. Reconstruido por la revista "Caras y Caretas", en 1921.
28 Octubre 2010
Es posible que la perspectiva de morir no figure, por lo general, entre los pensamientos de quienes ejercen el alto poder del Estado. Sin embargo, el terrible momento suele llegar: interrumpe definitivamente el ejercicio de la función, tanto como cancela para siempre el liderazgo político. Una rápida mirada a la historia nacional desde sus orígenes, muestra lo frecuente que puede ser la instancia, en forma de la enfermedad o de la violencia.

En la Primera Junta
El 25 de Mayo de 1810, se instaló el gobierno patrio en la actual Argentina. Fue la Primera Junta, ampliada -desde diciembre- en la Junta Grande, cuando se incorporaron los diputados del interior. Apenas llevaba ocho meses de vida la institución, cuando se produjo la primera baja imprevista. El doctor Manuel Alberti, vocal de la Junta desde el comienzo, cayó muerto de un ataque cardíaco el 31 de enero de 1811. Así, cronológicamente, el sacerdote Alberti sería el primer gobernante fallecido en ejercicio, en la historia argentina. Lo siguió el 4 de marzo el doctor Mariano Moreno, quien había renunciado a la Junta e iba en misión a Europa.

Combates y fusilamientos
En las dos décadas siguientes hubo muertes, pero no se debieron a causas naturales. El 10 de julio de 1821, el general Francisco Ramírez, jefe supremo de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, cayó abatido en una secuela de sus combates con el caudillo santafesino Estanislao López.

Siete años después, el 13 de diciembre de 1828, en la localidad de Navarro, fue fusilado el gobernador de Buenos Aires -y encargado de las Relaciones Exteriores del país, por disolución del gobierno central- coronel Manuel Dorrego.

Las guerras civiles
A fines de 1834, el 29 de diciembre, el gobernador de Salta, general Pablo de la Torre, apresado por los revoltosos de su provincia, fue muerto a lanzazos en su celda. El 16 de febrero de 1835, el líder federal Juan Facundo Quiroga fue ultimado en Barranca Yaco, cuando iba rumbo a Buenos Aires en carruaje.

El año 1838 registró dos fallecimientos sonados. El 15 de junio, en Santa Fe, la enfermedad terminó con el brigadier Estanislao López, quien gobernaba la provincia desde 1819. Y el 11 de noviembre, en Lules, una partida detuvo el carruaje del gobernador de Tucumán, general-doctor Alejandro Heredia, para ultimarlo a tiros y puñaladas.

La mazorca
Al año siguiente, hubo más puñaladas. El 27 de junio de 1839, un grupo de la Mazorca rosista asesinó en su despacho al presidente de la Legislatura de Buenos Aires, doctor Manuel Vicente Maza.

La Liga del Norte contra Rosas, como se sabe, terminó aplastada en la batalla de Famaillá. Después de esa acción, el gobernador delegado de Tucumán, doctor Marco Manuel de Avellaneda, fue capturado en territorio salteño y degollado en Metán, el 3 de octubre de 1841.

Muerte en fuga
En la década siguiente, después de la batalla de Caseros, el crimen terminó con la vida del general Nazario Benavidez. Este había gobernado San Juan de 1836 a 1854, y ejerció un interinato en 1857: rebelado contra Gómez Rufino, el nuevo mandatario, Benavidez fue encarcelado y ultimado a tiros cuando trataba de escapar, el 23 de octubre de 1858.

No sería la última muerte violenta de un mandatario en San Juan. El 18 de noviembre de 1860, el gobernador de esa provincia, José Antonio Virasoro, fue asesinado en su domicilio cuando intentaba arreglarse con los revolucionarios.

Y el 12 de enero de 1861, el gobernador Antonino Aberastain terminó muerto a lanzazos, tras su derrota en La Rinconada del Pocito. En La Rioja, el 21 de noviembre de 1863, otros lanzazos terminaron con un influyente caudillo, Angel Vicente "Chacho" Peñaloza.

Paz, Urquiza, Aráoz
En 1868, se produjo la primera muerte de un presidente. El tucumano Marcos Paz, que ejercía la primera magistratura de la República desde largo tiempo atrás, por ausencia -en la guerra del Paraguay- del titular Bartolomé Mitre, falleció de cólera el 2 de enero, en su casa de San José de Flores.

Dos años más tarde, el 11 de abril de 1870, conmocionó a la República el asesinato del ex presidente y actual gobernador de Entre Ríos, general Justo José de Urquiza. Una partida asaltó su palacio de Concepción del Uruguay y lo mató ante la aterrorizada mirada de su esposa y de sus hijas.

Se sucedió una etapa sin fallecimientos de dignatarios en ejercicio. Pero en 1895, el 28 de noviembre, en Tucumán y durante las ceremonias de recepción de los restos del general Gregorio Aráoz de La Madrid, un fulminante ataque cardíaco cerró la vida del gobernador de la provincia, doctor Benjamín Aráoz.

Dos presidentes y un vice
A poco de iniciado el siglo XX volvió a morir un presidente. El doctor Manuel Quintana falleció el 12 de marzo de 1906, cuando ejercía la primera magistratura de la Nación. Otro fallecimiento presidencial, el del doctor Roque Sáenz Peña, ocurrió el 9 de agosto de 1914, tras la larga enfermedad que lo obligaba a solicitar frecuentes licencias.

Tiros de winchester
Instalada la democracia y elegido Hipólito Yrigoyen como primer magistrado, su vicepresidente, el doctor Pelagio B. Luna, falleció el 25 de junio de 1919, cuando hizo crisis una vieja dolencia que padecía.

Al año siguiente, el gobernador de Mendoza, José Néstor Lencinas, se enfermó y falleció el 20 de enero de 1920, mientras desarrollaba dificultosamente su administración.

En 1921, la provincia de San Juan volvió a ser escenario de violencia. El 20 de noviembre, fue muerto a tiros de Winchester el gobernador Amable Jones, cuando iba en su auto con un amigo: los autores eran miembros exaltados de la oposición "bloquista".

En los 30 y los 40
El jefe de la revolución de 1930, teniente general José Félix Uriburu, transmitió muy enfermo el gobierno a Agustín P. Justo, el 20 de febrero de 1932. Partió a Europa a operarse y falleció en París dos meses después, el 29 de abril de 1932. En el decenio siguiente, el presidente de la Nación, doctor Roberto M. Ortiz, renunció a su cargo -entre serios problemas internos- a causa de la ceguera originada por su diabetes, el 24 de junio de 1942. Falleció pocos días después, el 15 de julio.

El general Agustín P. Justo ya no era presidente cuando murió de un ataque cerebral, el 11 de enero de 1943. Pero fue una baja muy importante para el mundo político. Tenía enorme influencia sobre el Ejército, y vastos sectores lo veían como una solución, en el borrascoso horizonte cívico que exhibía el país

Los tiempos de Perón
Iniciado el segundo gobierno de Juan Domingo Perón, su vicepresidente, el doctor J. Hortensio Quijano, falleció el 3 de abril de 1952. Pocos meses más tarde, el 26 de julio, dejaba de existir María Eva Duarte, la esposa del primer mandatario, que ejercía un impresionante liderazgo social en el país. Pasaron tres años.

El jefe de la revolución que derrocó a Perón en 1955, teniente general Eduardo Lonardi, fue depuesto el 12 de noviembre de ese año. Falleció cuatro meses después, el 12 de marzo de 1956.

En 1974, se produjo nuevamente la muerte de un presidente de la Nación en ejercicio. El 1 de julio, murió el teniente general Juan Domingo Perón, en la residencia de Olivos.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios