Alberdi, un genio triste

Alberdi, un genio triste

El autor de las "Bases" visto por Juan B. Terán.

"Alberdi era un genio triste: no cayó sobre él ninguna de las gracias amables de la vida: ni la sonrisa divina de las novias, ni las beatitudes del hogar, ni la simpatía comunicativa que gana voluntades, ni el gozo de la salud perfecta", expresó Juan B. Terán en 1902.

Por el contrario, "solo siempre, proscripto primero, olvidado después, sin ninguno de los consuelos que dan tregua, siquiera de un día, a los dolores del alma, realizaba así el destino que parecieron anticipar sus primeros ensayos y sus primeros combates, que fueron el principio de las amarguras de toda su vida. Carecía también de las condiciones fundamentales para ser popular, sobre todo en esta parte de América, y no ha sido comprendido porque su genio llevaba más débil que ninguno el sello de su raza. Alberdi no era latino: curiosa idiosincrasia, sintomática de genio, esta que salva a un hombre de las leyes ordinarias de la vida".

Así, "para pocos, en fin, ha sido el genio don tan amargo. Pocos han aceptado, con tan absoluta firmeza y tan notable renunciamiento de sus beneficios, la dolorosa función del pensador. Conociendo las debilidades de su pueblo y de su época, (como que tenía la fría sagacidad del psicólogo) no buscó jamás halagar sus entusiasmos y sonreír a sus pasiones para cubrirse, a la manera de esos tribunos que la multitud diviniza, con los fáciles prestigios de las actitudes dramáticas y de las arengas sonoras".

Afirmaba Terán: "Yo no encuentro, entre los hombres cuya memoria conserva la familia argentina como la de sus hijos mejores, quien pueda competir con Alberdi en el desinteresamiento de las fortunas que enloquecen el corazón humano: ni el renombre, ni el poder, ni los honores".

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