Catupecu Machu en vivo: cuentos decapitados

Catupecu Machu en vivo: cuentos decapitados

"No se guarden energías", arengó Fernando Ruiz Díaz, y el público siguió las instrucciones al pie de la letra. Nuevos y viejos temas se ajustaron a la perfección en la fría noche de Sportivo Floresta.

09 Agosto 2010
Madurez musical y energía juvenil. Como en una cinta de Moebius, esa fue la simetría de opuestos aliados que propuso Catupecu Machu al público tucumano. La banda porteña brindó un espectáculo contundente en el que conjugó el rock armonioso de su último disco con la potencia de sus temas clásicos.
Como salidos de la Matrix, los Catupecu saltaron al escenario del club Floresta lookeados todos de negro. Ahorrando presentaciones ante un público que bien los conoce, la banda comenzó el show con pocas palabras y mucha música. En el mismo orden en el que aparecen en su último disco -"Simetría de Moebius"- presentaron los temas "Confusión", "Piano y RD" y "Anacrusa"; como para poner la noche en juego respetando cierta disposición matemática, cierto equilibrio musical.
Abajo del escenario, más de 500 fans (un público no tan numeroso como se esperaba, teniendo en cuenta que hacía más de dos años que la banda no visitaba la capital de la provincia) comenzaron a mover sus cuerpos siguiendo las vibraciones electrónicas de los sintetizadores de Macabre. El nuevo sonido, la proliferación de chicas producidas para cautivar y  la muy buena escenografía (compuesta por un panel de cuadrados que cambiaban de colores) le dieron al recital cierta atmósfera bolichera.
Cuando sonaron "Cuentos decapitados" y "Plan B (Anhelo de satisfacción)", el tema de Massacre que Catupecu popularizó, el público acompañó a la banda saltando y recitando las letras de principio a fin, como una letanía. Luego, con la canción "Cosas de goces", la cinta de Moebius se encargó de devolver a la hinchada al trance que proponen las nuevas canciones. Entonces, Fernando Ruiz Díaz aprovechó el clímax generado y se despojó del resto del grupo para recitar a capela "Cuadros dentro de cuadros" y el clásico de Soda Stereo "Persiana americana". Los dulces gritos del cantante y la dedicatoria al ex líder de Soda y a su hermano (el ex bajista de la banda, que continúa recuperándose de un accidente automovilístico sufrido hace dos años) conmovieron a los espectadores: "Mucha fuerza a Gustavo Cerati y al gran Gaby Ruiz Díaz", dijo al concluir el set.
"Vivimos en una eterna gira, como en una cinta de Moebius", definió Ruiz Díaz, que cambió por enésima vez en la noche de guitarra para empuñar la acústica y poner a rodar de nuevo la cinta con "Nuevo libro" y "Simetría de Barolo y Salvo". Siguiendo con ese clima intimista, ofreció la versión sosegada de "Batalla" y abandonó las gafas oscuras para cantar "A veces vuelvo" con el público.
Luego, el cantante anunció que se saldría del libreto y se despachó con un enérgico homenaje a Luis Alberto Spinetta al interpretar "Seguir viviendo sin tu amor". A la lista siguieron canciones reconocidas como "Magia veneno", "Acaba el fin" y "Origen extremo".
En el tramo final del recital la versión de "Hechizo", la canción de los Héroes del silencio, fue la calma inquieta y sospechosa que precede al huracán. Al terminar el tema, la banda desató esa energía juvenil que caracteriza al rock de sus primeros discos y generó una explosión de euforia. Ruiz Díaz apeló a sus virtudes de frontman y la conexión con su público fue perfecta. "No se guarden energías", esa fue la consigna que propuso el cantante en su versión más hiperactiva y todos respondieron agitando y saltando al compás de "Dale" y "Lo que quiero es que pises sin el suelo".
Fueron casi dos horas de un show potente, en el que Catupecu demostró la solidez de una banda consolidada. Más de 15 años de carrera no son fruto de la casualidad y esa madurez se traduce en un equilibrio musical que no se olvida del ímpetu rockero. La formula es el resultado de la mezcla de componentes falsamente antagónicos: simetría, fuerza, lo bueno y lo  demás.

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