Los discapacitados y las barreras urbanas

Los discapacitados y las barreras urbanas

03 Agosto 2010
En el Primer Congreso Internacional sobre Discapacidad y Derechos Humanos realizado en Buenos Aires en la primera quincena de junio pasado, se recordó la definición de los discapacitados emanada de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada el 13 de diciembre de 2006 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y posteriormente entró en vigor tras su ratificación por parte de mas de 20 países. La Argentina ratificó la Convención por ley 26.378, promulgada el 6 de junio de 2008. "Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás", señala la Convención.

Hace pocos días, nuestro diario efectuó una recorrida por Yerba Buena y comprobó que sólo había un 40% de veredas y la gente debía circular por la calle con el riesgo de ser atropellada por un vehículo. Si para una persona normal es difícil caminar por la Ciudad Jardín, mucho más lo es para una persona discapacitada. Una vereda de pasto y tierra es un verdadero desafío para alguien que debe movilizarse, por ejemplo, en silla de ruedas y mucho más en un día lluvioso.

Un periodista realizó un recorrido por la avenida Aconquija con el bajista de la banda de rock "Los peces gordos", quien perdió sus dos piernas a causa de la diabetes. "Estar encerrado entre cuatro paredes es horrible. Es que no te queda otra: no hay rampas, las veredas están rotas, hay obstáculos por todos lados, los baños de los bares son de terror, no te podés tomar ningún colectivo, ni siquiera los de larga distancia", comentó el músico antes de iniciar el paseo en su silla de ruedas.

Las ruedas deben luchar con las raíces de los árboles que levantan las veredas; los postes de luz, los carteles y las señalizaciones son obstáculos constantes; las rampas con demasiada pendiente o destruidas provocan situaciones de zozobra.

Yerba Buena es una ciudad en constante crecimiento, pero da la impresión de que este se viene produciendo en forma desordenada, posiblemente porque el movimiento en infraestructura y ha superado las previsiones de los funcionarios, que confiesan las obras que podrían incluir cívicamente a los discapacitados van demasiado lentamente.

Pero no sólo es el caso de Yerba Buena. Esta situación de discriminación constante se percibe también en San Miguel de Tucumán y en otras ciudades como la Banda del Río Salí o Las Talitas. En la capital abundan las veredas angostas, llenas de por postes, tachos de basura y artefactos de aire acondicionado que sobresalen de las paredes, o semáforos que obstaculizan una acera muy angosta, como sucede en la calle Monteagudo y 24 de Septiembre. A estos se suman las mesas y sillas en la vía pública, los puestos ambulantes, así como la imposibilidad de acceder a muchos edificios públicos y privados por falta de rampas. En otros casos, ocurre que hay auditorios como el Virla que, desde hace unos años, cuenta con un elevador para discapacitados y que al parecer no funciona, según la denuncia de una lectora que publicamos el domingo.

En el mundo son alrededor de 650 millones las personas discapacitadas -un 10 % de la población mundial-, que enfrenta un cúmulo de obstáculos físicos y sociales que les impiden recibir educación, conseguir empleo (incluso cuando están bien calificados) y tener acceso a la información. Se estima que el 80% de la población mundial con discapacidad vive en países en desarrollo.

La educación siempre es el punto de partida para todo cambio. Si los encargados de las obras públicas y privadas, los legisladores y ediles no tienen conciencia de esta problemática, los discapacitados seguirán siendo "excluidos urbanos".

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