El Mundial alteró la mañana en la placentera Villa Padre Monti

El Mundial alteró la mañana en la placentera Villa Padre Monti

Los habitantes se unieron para disfrutar de un partido.

AL FILO. Sobre el final del partido, se sumaron más fanáticos. LA GACETA / JOSE NUNO AL FILO. Sobre el final del partido, se sumaron más fanáticos. LA GACETA / JOSE NUNO
Sudáfrica 2010 puede ser la excusa perfecta para acomodarse a disfrutar del fútbol en la fría mañana del sábado. Y Villa Padre Monti no es la excepción. En este pequeño pueblo, los empleados de la comuna, los operarios que realizaban un trabajo en la zona y los jornaleros rodearon la camioneta de LA GACETA del Mundial para ver la Jabulani en movimiento y disfrutar de un locro comunitario.

A las 9.30, en este caserío acorralado por montañas sólo se escuchaba el sonido de una motosierra, exigida a fondo para cortar esos pinos rebeldes que amenazaban con dejar sin luz al pueblo. Pero cuando se percibieron las voces de Walter Nelson y Alejandro Fabbri por los altoparlantes, el móvil de LA GACETA con las pantallas gigantes se transformó en un imán.

Desde bastante lejos habían observado las últimas imágenes del triunfo de Holanda sobre Japón. Marcelo Huelga, en el único kiosco del lugar, picaba los ingredientes destinados a la enorme olla que se calentaba al fuego desde las 7.30.

"Este lugar es muy tranquilo. Ahora está más calmo porque se acabó la cosecha de soja", comentó Héctor Ibáñez, el delegado comunal. "Pronto comenzará la siembra de zapallo, trigo y garbanzo", agregó. Ibáñez reconoció que la comuna tiene 140 empleados y es la principal fuente laboral del pueblo, en el que viven unas 600 personas.

Los jornaleros, en cambio, aparecieron después del mediodía, horario en el que terminaron sus tares. Antes sólo habían mirado de reojo las pantallas, por temor a que sus patrones los reprendieran por no haber llevado a tiempo los postes o el alambre para el cerco.

"La vida de un obrero rural en esta zona es muy dura. Reciben a los sumo $ 45 por ocho horas de trabajo. Se matan en el surco. Tampoco se pueden quejar, porque se quedan sin trabajo en el acto", explicó Fabián, que pidió que no se publicara su apellido por temor a represalias.

En este paradisíaco lugar, según sus habitantes, nunca pasa nada. Sólo alguna pelea entre vecinos cuando tomaron más de la cuenta o un comentario malicioso de las comadronas pueden alterar la paz que se respira. Por eso, la presencia de la camioneta de LA GACETA del Mundial alteró todo.

Los fanáticos se acomodaron en sillas y durante casi dos horas ni se movieron de sus lugares. De vez en cuando pasaba un comedido sirviendo vasos de cervezas con gaseosa, la bebida favorita de todos.

A pocos les importó que Ghana haya empatado con Australia; sí quedaron felices por haber vivido una mañana diferente. El Mundial todo lo puede.

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