Cosecharon una hectárea de maíz para comedores infantiles

Cosecharon una hectárea de maíz para comedores infantiles

La tarea solidaria fue supervisada por el Banco de Alimentos, receptor de la donación. Alumnos del Colegio San Javier, jóvenes del Movimiento Schoenstatt y chicos de un comedor recolectaron los choclos.

MANOS A LA OBRA. Los jóvenes voluntarios se dedicaron a levantar, uno a uno, los choclos cultivados por un productor agropecuario. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO MANOS A LA OBRA. Los jóvenes voluntarios se dedicaron a levantar, uno a uno, los choclos cultivados por un productor agropecuario. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO
17 Mayo 2010
Los locros y las humitas que se preparen este mes en los comedores infantiles de Tucumán tendrán un sabor diferente. El ingrediente es la solidaridad, que adicionará una pizca de afecto a cada plato servido a los 14.000 niños y ancianos que comen a diario con productos donados por el Banco de Alimentos. Los choclos que llegarán a las mesas de los chicos, convertidos en ricas comidas tradicionales, fueron cosechados por un centenar de adolescentes del colegio San Javier, de Yerba Buena, del Movimiento Schoenstatt y de un comedor infantil. La cadena solidaria tuvo su punto de partida en la donación de una hectárea de maíz en los campos que bordean la autopista a Famaillá, en el kilómetro 797.

La experiencia no es nueva; se hizo 22 veces en Argentina y dos en el Uruguay. "La iniciativa fue de un productor agrícola, Sebastián Deym, quien ideó este sistema en 2001, después de escuchar a la presidenta del comedor de Los Carasucias, que lamentaba la falta de benefactores. Fue el primero en donar su producción. Así nació la ONG La Chocleada", relató Nicolás Boero, coordinador de las chocleadas en todo el país.

"Lo más divertido es cuando después de sacar el choclo tenés que tirar abajo la planta y pisarla", agrega entusiasmado su compañero Nahuel Gunstern. "Cuando los chicos del Movimiento Schoenstatt vinieron al curso a invitarnos a esta experiencia todos estuvimos de acuerdo y no nos arrepentimos", contaron Alejandra Rojas Paz y Valentina Rovira, alumnas de tercer año de Polimodal.

Junto a los adolescentes, 25 chicos del comedor San Antonio del Bajo, uno de los beneficiarios del Banco de Alimentos, ayudaron en las tareas. "Nosotros hacemos esto todos los días porque tenemos huerta. Sabemos cosechar acelga, zanahoria, batata y frutas", comentaron orgullosas Brenda, Tatiana, Luciana y Magalí, mientras imaginaban el locro que iban a comer después de tan buena cosecha.

El padre Tomy Dell?Oca, del movimiento de Schoenstatt, se sumó a la cosecha como un chico más. "Actividades como estas nos mueven a los jóvenes a ser más solidarios", reflexionaron Gerónimo Páez de la Torre y Tomás Castellanos, ambos del movimiento mariano.

18.000 raciones

Al término de la jornada se lograron cosechar seis kilos, que servirán para 18.000 raciones. "Nuestro benefactor anónimo también regaló poroto, garbanzo y maíz. Fue un gesto muy lindo, porque los empleados de la empresa que donó hicieron la siembra", precisó Carlos Iñurrategui, director ejecutivo del Banco de Alimentos. Este junto a la presidenta de la institución, Adriana Le Fort de Peña, supervisaron las tareas. Antes de terminar la faena, los organizadores planeaban ya la próxima chocleada.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios