La artesanía de la randa

La artesanía de la randa

Vistazo a la historia del famoso encaje tucumano

UNA RANDA. Trabajo delicado, que parece en riesgo de esfumarse para siempre. UNA RANDA. Trabajo delicado, que parece en riesgo de esfumarse para siempre.
La randa es una de nuestras artesanías tradicionales. "Guarnición de encaje con que se adornan los vestidos, la ropa blanca y otras cosas", la define el diccionario. Es conocido que fue el tema de una de las poesías tradicionales más difundidas, "La randera tucumana", de Amalia Prebisch de Piossek.

Ahora, acaba de aparecer un libro del historiador Tulio Santiago Otonello. Pulcramente estampado por Lucio Piérola Ediciones, se titula "La randa. Una artesanía tucumana". Echa una rápida y sagaz mirada a los antecedentes del precioso encaje, a partir de un testamento del siglo XVI, en Ibatín. Allí, la vecina María Saldaña de Mendoza menciona específicamente "una pieza de randas", así como camisas y sábanas con ese ornamento.

Ottonello supone que no fue aporte español, sino venido de los Países Bajos y Alemania. Se pagaban muy bien en la colonia: una pieza de randas valía 20 pesos, mientras un anillo de oro costaba 17. La más antigua comunidad de randeras se localiza en El Cercado, entre Ibatín y Monteros, ciudad esta donde todos los años la randa figura en la Feria de Artesanías.

El tomo se ocupa de temas como "La randa en El Quijote" y "La randa en el mundo", e incluye reportajes a randeras famosas, como Ana María Toledo y Rosa Pedraza de Arévalo. Trae numerosas fotografías, así como las partituras del estilo criollo que Andrés Chazarreta compuso con el poema de la señora de Piossek, y de la zamba "Ana María del Aire", letra de Nicandro Pereyra y música de Leonidas Arnedo.

En el prólogo, la profesora Alba Omil deplora que la randa parezca en riesgo de esfumarse, "por falta de 'aggiornamiento' y de creatividad, que es, a su vez, parte de la cultura; y también por abandono y desatención", dice, a la vez que sugiere formas de revitalizarla.

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