Vuelta de página

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Análisis. Por Diego Urdaneta, agencia AFP.

28 Enero 2010
WASHINGTON.- Muchos países de la comunidad internacional no están muy entusiasmados por lo sucedido en Honduras, pero se espera que las relaciones se irán restaurando progresivamente bajo el nuevo gobierno. Analistas como Michael Shifter, de Diálogo Interamericano, estiman que no hay muchas más opciones que esta. "Va a haber un gobierno que va a ser reconocido por los hondureños y dejarlo fuera de todas las relaciones no tiene sentido", dijo. 

El derrocamiento de Manuel Zelaya, en junio pasado, revivió de un plumazo en América Latina una época de desestabilización que se creía superada hace décadas, y disparó las alarmas de los países de la región. En decisión unánime, la Organización de Estados Americanos (OEA) suspendió a Honduras a pocos días del supuesto golpe de Estado.

Pero la fuerte presión contra uno de los países más pobres del continente, con Estados Unidos a la cabeza, no logró quebrar al gobierno de facto de Roberto Micheletti y restaurar a Zelaya. Muchos países latinoamericanos no reconocen las elecciones de noviembre. Pero Lobo se comprometió a poner en práctica puntos clave del acuerdo de San José, que no llegó a implementarse, como un gobierno de unidad nacional y una comisión de la verdad. La postura que asuma Brasil será clave y servirá de termómetro para los otros países. Con Zelaya fuera de la sede diplomática brasileña, Lula podría asumir una actitud pragmática y reconocer a Lobo.

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