El bosque tucumano

El bosque tucumano

Una descripción publicada por Juan B. Terán en 1937. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.

ENTRE LOS ARBOLES. Un jinete tucumano rumbo a Villa Nougués, fotografiado al promediar la segunda década del siglo XX. ENTRE LOS ARBOLES. Un jinete tucumano rumbo a Villa Nougués, fotografiado al promediar la segunda década del siglo XX.
21 Noviembre 2009
Juan B. Terán hizo una descripción de nuestro bosque, en la revista "Atlántida", en 1937. Es la "región del Parque", donde "no hiela, las lluvias son copiosas en verano, la tierra humífera y profunda", escribe.
Allí es "donde crecen, como testimonio de su condición tropical, la 'afata' del monte, el laurel, el 'lapacho'; donde las lianas tejen entre los árboles una red sin principio ni fin", y "las trepadoras se adhieren a los troncos como finas culebrillas cubiertas de gemas". Esa "diversidad estupenda de especies", hace "la magia del bosque tucumano", que "no tiene la simetría y la medida clásicas: es confuso, irregular, pletórico".
"El laurel lustroso y quebradizo alterna con el 'cevil', recio y enhiesto, de cabellera juvenil". Se mezclan, por ejemplo, "la fronda azulada del 'orcocevil', con el aceitunado del  cedro; el color verde del naranjo silvestre con el pálido del precioso nogal; el tronco del 'mato', que es una columna de jaspe, con el hidrópico del 'zapallo-caspi'; el 'ramo' que no abre nunca por completo sus hojas, como si huyera de la madurez, con el 'laurel colorado', de hojas de esmalte, pequeños reverberos durante el día que forman en las noches un fanal. Y entre todos el 'orco molle' garrido lanza al aire su altísimo tronco".
Describía las variedades que "viven bajo los grandes árboles", como el 'arrayán' o la 'tala blanca', y después los humildes helechos, las hierbas odoríferas, la "fuscia", la "santalucía".
Este bosque "ha comenzado al naciente de la montaña, como una sustitución de especies vegetales": se pasa de la "tusca", el "churqui", el "tala", al "tarco", al laurel, al "lapacho".
Pero tras haber cubierto la falda, el bosque "termina bruscamente". Y cuando "el caminante ha descubierto el 'aliso', sabe que se halla a los 1.200 metros sobre el nivel del mar y que en adelante la vegetación arbórea desaparecerá".

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