La perrera ya no usa violencia, sino seducción

La perrera ya no usa violencia, sino seducción

En el Centro de Adaptación y Reubicación Animal viven 350 canes a los que, después de curarlos y alimentarlos, se les busca dueño. Una camioneta recorre el centro dos veces por semana. El objetivo es reducir la cantidad de animales callejeros.

EN PLENA LABOR. Empleadas del Cenara distribuyen alimento para los canes que están alojados en el predio de Francisco de Aguirre al 1.500. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO EN PLENA LABOR. Empleadas del Cenara distribuyen alimento para los canes que están alojados en el predio de Francisco de Aguirre al 1.500. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO
05 Octubre 2009
La mayoría nunca conoció un hogar. Viven debajo de autos, en las puertas de los negocios o al pie de un banco de plaza. Su alimento depende de la bondad de algún comerciante. Están enfermos y muchos pueden ser agresivos. Su potencial peligro ha despertado a la vieja perrera, que recorre las calles en busca de los animales abandonados. La diferencia es que, por estos días, ya no se ve aparecer al temido camión que castiga y se lleva con violencia a los canes. Un poco de comida y cariño son las armas que utilizan los captores para llevar hasta los móviles a los perros callejeros.
La camioneta de la Municipalidad de la capital sale a recorrer las calles dos veces por semana: los martes y jueves. Por ahora, los operativos para rescatar animales se hacen en el microcentro, el sector más afectado por la presencia de perros abandonados. En promedio, los captores se llevan unos 15 canes durante los procedimientos.
El destino de los perros es el Centro de Adaptación y Reubicación Animal (Cenara), ubicado en Francisco de Aguirre al 1.500. El albergue no es como el de la vieja perrera, donde se sacrificaba a aquellos que vagaban por la calle y que no eran reclamados por nadie. En el inmenso predio, los colaboradores trabajan para atender y alimentar a unos 350 canes. Luego, buscan un hogar que quiera adoptarlos. Pero no es una tarea especialmente fácil hallar a alguien interesado en llevarse aquellos animales más viejos, detalló el titular del Cenara, Jorge Pérez Mussacchia.

Separados
Súper alegres y juguetones, detrás de una gran reja verde, cientos de animales se empujan para recibir una palmada de sus cuidadores. En otro cuarto aislado se encuentran los que acaban de ser recogidos en la vía pública. Después de ser revisados y curados de las posibles enfermedades que padezcan serán trasladados al pabellón general.
La gran cantidad de perros callejeros que vagan en el centro tiene su explicación: los canes se reproducen sin control en la periferia, llegan detrás de los cartoneros y se instalan en las calles céntricas porque hay personas que les dan de comer. Según Pérez Mussacchia, durante muchos años no se hizo nada por revertir esta realidad. Es por eso que las autoridades tuvieron que optar por castraciones masivas de perros y perras para disminuir la futura población canina que deambulará por la ciudad.
El veterinario comentó que en lo que va del año ya se incrementó en un 40 % las esterilizaciones que realizan en un trailer sanitario que recorre los barrios. En total, ya trabajó en 54 barrios y se castraron 4.500 canes, detalló el titular del Cenara, que depende de la Subdirección de  Servicios Públicos de la Municipalidad.

Incumplimiento
Una de las cuestiones que más preocupa a las autoridades es que ya pasó un año desde que se sancionó la ordenanza para registrar a los perros peligrosos y fue muy baja la concurrencia de los dueños de estos canes al municipio. Es decir, que pocos propietarios (unos 120) los llevaron a vacunar, retiraron los bozales con los que están obligados a pasearlos y los carteles que deben colocar en sus casas indicando "Peligro".
"En las plazas seguimos viendo a perros aparentemente riesgosos sin protección: no llevan ni correa ni bozal. Tampoco los paseadores cumplen con su obligación de limpiar las deposiciones de los canes", precisó. Las autoridades decidieron, ante esta situación, que comenzarán a multar a los infractores: las sanciones implican multas de entre $ 300 y $ 1.000. "Les dimos ya un tiempo considerable para que se concientizaran y no lo hicieron. Ahora no tenemos más opción que hacer cumplir la ley", concluyó el veterinario.

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