"Hoy vivimos en una cultura del riesgo"

"Hoy vivimos en una cultura del riesgo"

El psicoanalista Juan Dobón opina que en el siglo XXI persisten viejos problemas agitados por el "pensamiento mercado". El director de salud mental del hospital Piñeiro afirma que estos tiempos requieren abordajes interdisciplinares. Los cambios que impone el mercado.

19 Septiembre 2009
Juan Dobón afirma que uno de los desafìos que se le presentan al psicoanálisis en el siglo XXI consiste en buscar nuevos recursos para viejos problemas que se presentan bajo nuevos ropajes.
Dobón es jefe del departamento de Salud Mental del Hospital Piñeiro de Buenos Aires y docente de "Historia del Control asilar" en la Maestría sobre Derechos Penales comparados que organizan las universidades de Barcelona y Mar del Plata, entre otras instituciones. El psicoanalista, que ayer participó en el Congreso de Piscología de la UNT, habló de lo que él llama, siguiendo a Ulrick Beck, "la cultura del riesgo".
"Creo que hay nuevas modalidades de presentación de viejos problemas. Yo lo llamo la cultura del riesgo, y no es un término mío, sino de Beck; se le ocurre a partir de la crisis de Chernobyl, donde la tecnología o el mercado en su máxima expresión generan situaciones de riesgo que la cultura no está preparada para contener", reflexionó.
"Eso genera nuevas formas de presentación de viejos problemas: la anorexia tiene por lo menos 10 siglos, pero no es lo mismo la anorexia del romanticismo o de la Edad Media que la de  una joven que intenta reproducir el modelo que le impone el mercado. Lo mismo pasa con el consumo de sustancias, que en siglo XIX empezó a pensarse como una toxicomanía, se instaló en el  XX y en el siglo XXI hay una sociedad de consumo generalizada. Son nuevas presentaciones de viejos problemas, atravesadas por lo que yo llamo el 'pensamiento mercado':  la técnica sin mucha ética y el mercado sin mucha ética. Eso impacta en todos y arma una cultura del riesgo", afirmó.

-¿Está preparado el psicoanálisis para esta instancia?
- Está preparado, pero necesita de un par de operaciones que cuando se inició el psicoanálisis no eran necesarias. Por ejemplo, en Adicciones, la ley 23.737 en su artículo 14, dice que un chico adicto tiene una opción: o la medida punitiva, que ahora está en cuestión por el fallo de la Corte, o un tratamiento, que es obligado. El analista tiene que hacer algo para que ese mandado sin demanda demande algo, además de "hacer conducta" para zafar del peso de la ley. En mi conferencia (ayer, en el congreso) yo señalaba opciones como el Plan preventivo para menores en conflicto con  la ley que se desarrolla en Psicología de la UNT. La razón de esa intervención es que los chicos que vienen con causas penales busquen otro tipo de causas para estar ahí; que se pregunten por el amor, por la vida, por los afectos. Y nada de eso es medicable. Las preguntas de la existencia no se resuelven con medicación, sino con más preguntas y con acciones coherentes. Pero el psicoanálisis debe conocer sus límites. Si no sabemos apelar a la interdisciplinariedad y nos encerramos en el psicoanálisis, corremos el riesgo de desoír a quienes necesitan un trabajo social y médico. Un chico que consume "paco", por ejemplo, tiene que trabajar codo a codo con un médico. La interdisciplina es algo más que un recurso, es una condición necesaria para poder avanzar.



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