30 Agosto 2009
SIMBOLO. Los visitantes ayudaron a los chicos de Los Palominos a confeccionar la bandera que viajará a Rosario. LA GACETA/OSVALDO RIPOLL
CONCEPCION.- El afecto que cultivaron a lo largo de 10 años, se transformó en un lazo férreo, inquebrantable. Unos 20 jóvenes de Buenos Aires, ex estudiantes del Colegio San Andrés, de Olivos, decidieron retornar a la comunidad de Los Palominos (Simoca) para dar continuidad a un proyecto escolar solidario que se había dado por concluido hace dos años.
Los ahora estudiantes universitarios conformaron un grupo de trabajo denominado "Alumni Tucumán" con el objeto de ampliar y robustecer las distintas experiencias de ayuda que vinieron instrumentando desde julio de 2000, cuando llegaron por primera vez al recóndito paraje del este tucumano. Este mes, regresaron a la Escuela N°129 del lugar cargados de juguetes, golosinas, libros, ropas y otros elementos de suma utilidad para los chicos y para los vecinos. También llevaron muchas ideas y proyectos tendientes a mejorar la calidad de vida de los lugareños.
Un vínculo muy fuerte
Como en otras ocasiones, hubo desborde de emociones. "Los chicos y sus padres al parecer nos estuvieron esperando bastante tiempo. Sucede que tuvimos algunas demoras en el camino. Al vernos llegar comenzaron a cantar y a saltar de alegría. Después vinieron los abrazos y los besos. "Es algo invalorable el cariño que nos brindan y por eso nos propusimos no abandonarlos", comentó Ignacio Regusci, uno de los integrantes del contingente.
"Con esta gente establecimos un vínculo muy fuerte, hecho con sobrado afecto. Aquí retornamos a dejar cosas que logramos con bastante trabajo. Para esto renunciamos por una semana a nuestros compromisos como estudiantes. Es que íbamos a venir en julio, pero el problema de la gripe A nos llevó a suspender el viaje para ahora", añadió el joven.
Los visitantes regresaron a Los Palominos acompañados por las docentes Blanca Langlais y Elena Dotta, quienes también se entusiasmaron con el proyecto de los ex alumnos del San Andrés.
"Es admirable el espíritu de solidaridad de estos chicos que dejaron todo para venir a compartir su tiempo con estos humildes niños y con sus padres. Debo confesar que en mi época jamás a alguien se le hubiera ocurrido hacer esto", apuntó Dotta.
Informática, huertas
El joven Tomás Fuentes Benítez, también de Buenos Aires, llegó por primera vez a Los Palominos tentado por la invitación que le hicieron sus amigos. "Me hablaron del lugar y de su gente. Pero jamás imaginé este paisaje tan lejano y con tanta gente cariñosa", comentó. Merced al trabajo de años de los jóvenes, la escuela dispone de una sala de informática, de una biblioteca con abundante material bibliográfico. Por otro lado, algunos vecinos instalaron huertas y trabajan con el tejido de lanas.
Ahora, los visitantes están abocados a otras iniciativas. "Queremos consolidar el sistema de padrinazgo, que nos permite mantener becadas a cuatro chicas para que concluyan el secundario. Queremos que todos puedan terminar el nivel medio y que la mayor cantidad posible siga la universidad. A todos les hacemos un seguimiento, con un contacto permanente con el padrino", apuntó Regusci. Otro proyecto apunta a promover las actividades recreativas en el lugar a través de un profesor de educación física. "Es un forma de distraerlos de los malos hábitos, para que tengan una vida sana. Todos están entusiasmados con esta idea, que se instrumentará dos horas a la semana", dijo Fuentes Benítez.
Los jóvenes también están ampliando las ayudas a otras familias de escasos recursos de Monteagudo y Los Soria. Una iniciativa que moviliza a la mayoría de los niños es "Alta en el Cielo". "Se trata de un trabajo que nos permitirá contribuir con una bandera Argentina de 100 metros de largo por cuatro de ancho, a la extensión de la más larga de mundo que está en Rosario. Es una forma de reforzar en los chicos el respeto a los símbolos patrios", dijo Elena Salazar, directora de la escuela.
Los jóvenes tienen la intención de hacer viajar a los niños hasta Rosario (Santa Fe), para que ellos depositen en el Monumento a la Bandera el obsequio por el que trabajan desde hace tiempo. "Hicimos una feria con ropas que trajimos desde Buenos Aires. Se las vendió a bajo precio. El dinero recaudado ayudará a pagar el ómnibus en el que van a viajar", aclaró Regusci. "Desde que llegaron los muchachos porteños, el lugar va cambiando de a poco. Lo más importante es que tenemos con quien contar. Ellos nos solucionan muchos problemas. Son como parte de nuestra familia", dijeron Edgardo Busto, Juan y Ariel Albornoz, ex estudiantes de la escuela local. (C)
Los ahora estudiantes universitarios conformaron un grupo de trabajo denominado "Alumni Tucumán" con el objeto de ampliar y robustecer las distintas experiencias de ayuda que vinieron instrumentando desde julio de 2000, cuando llegaron por primera vez al recóndito paraje del este tucumano. Este mes, regresaron a la Escuela N°129 del lugar cargados de juguetes, golosinas, libros, ropas y otros elementos de suma utilidad para los chicos y para los vecinos. También llevaron muchas ideas y proyectos tendientes a mejorar la calidad de vida de los lugareños.
Un vínculo muy fuerte
Como en otras ocasiones, hubo desborde de emociones. "Los chicos y sus padres al parecer nos estuvieron esperando bastante tiempo. Sucede que tuvimos algunas demoras en el camino. Al vernos llegar comenzaron a cantar y a saltar de alegría. Después vinieron los abrazos y los besos. "Es algo invalorable el cariño que nos brindan y por eso nos propusimos no abandonarlos", comentó Ignacio Regusci, uno de los integrantes del contingente.
"Con esta gente establecimos un vínculo muy fuerte, hecho con sobrado afecto. Aquí retornamos a dejar cosas que logramos con bastante trabajo. Para esto renunciamos por una semana a nuestros compromisos como estudiantes. Es que íbamos a venir en julio, pero el problema de la gripe A nos llevó a suspender el viaje para ahora", añadió el joven.
Los visitantes regresaron a Los Palominos acompañados por las docentes Blanca Langlais y Elena Dotta, quienes también se entusiasmaron con el proyecto de los ex alumnos del San Andrés.
"Es admirable el espíritu de solidaridad de estos chicos que dejaron todo para venir a compartir su tiempo con estos humildes niños y con sus padres. Debo confesar que en mi época jamás a alguien se le hubiera ocurrido hacer esto", apuntó Dotta.
Informática, huertas
El joven Tomás Fuentes Benítez, también de Buenos Aires, llegó por primera vez a Los Palominos tentado por la invitación que le hicieron sus amigos. "Me hablaron del lugar y de su gente. Pero jamás imaginé este paisaje tan lejano y con tanta gente cariñosa", comentó. Merced al trabajo de años de los jóvenes, la escuela dispone de una sala de informática, de una biblioteca con abundante material bibliográfico. Por otro lado, algunos vecinos instalaron huertas y trabajan con el tejido de lanas.
Ahora, los visitantes están abocados a otras iniciativas. "Queremos consolidar el sistema de padrinazgo, que nos permite mantener becadas a cuatro chicas para que concluyan el secundario. Queremos que todos puedan terminar el nivel medio y que la mayor cantidad posible siga la universidad. A todos les hacemos un seguimiento, con un contacto permanente con el padrino", apuntó Regusci. Otro proyecto apunta a promover las actividades recreativas en el lugar a través de un profesor de educación física. "Es un forma de distraerlos de los malos hábitos, para que tengan una vida sana. Todos están entusiasmados con esta idea, que se instrumentará dos horas a la semana", dijo Fuentes Benítez.
Los jóvenes también están ampliando las ayudas a otras familias de escasos recursos de Monteagudo y Los Soria. Una iniciativa que moviliza a la mayoría de los niños es "Alta en el Cielo". "Se trata de un trabajo que nos permitirá contribuir con una bandera Argentina de 100 metros de largo por cuatro de ancho, a la extensión de la más larga de mundo que está en Rosario. Es una forma de reforzar en los chicos el respeto a los símbolos patrios", dijo Elena Salazar, directora de la escuela.
Los jóvenes tienen la intención de hacer viajar a los niños hasta Rosario (Santa Fe), para que ellos depositen en el Monumento a la Bandera el obsequio por el que trabajan desde hace tiempo. "Hicimos una feria con ropas que trajimos desde Buenos Aires. Se las vendió a bajo precio. El dinero recaudado ayudará a pagar el ómnibus en el que van a viajar", aclaró Regusci. "Desde que llegaron los muchachos porteños, el lugar va cambiando de a poco. Lo más importante es que tenemos con quien contar. Ellos nos solucionan muchos problemas. Son como parte de nuestra familia", dijeron Edgardo Busto, Juan y Ariel Albornoz, ex estudiantes de la escuela local. (C)