La rebelión de las casacas blancas

La rebelión de las casacas blancas

La protesta de los trabajadores de la sanidad recrudece y complica al Gobierno de la provincia que puso en la Casa Rosada al ministro de Salud de la Nación. Por Alvaro Aurane - Editor de Política.

29 Agosto 2009

La democracia pavimentadora, por supuesto, no podía saberlo. Pero lo cierto es que la salud pública no puede reducirse a levantar paredes de ladrillos. Tampoco a comprar equipamiento costoso, muchas veces por medio de contrataciones directas, esos oscuros certificados de defunción administrativa que tan a menudo se extienden aquí a las licitaciones públicas.
Por el contrario, el pilar fundamental del sistema sanitario está constituido por los recursos humanos. Esos sin los cuales las instalaciones y la tecnología se tornan inútiles. Recursos humanos, por cierto, que durante tantos años han venido salvando la vida de los tucumanos a pesar de las limitaciones estructurales, endémicas en estas latitudes.
Esas son las dos veredas enfrentadas en el cada vez más serio conflicto entre el personal autoconvocado de la salud y el alperovichismo. Una crisis que, además de severa, resulta sumamente incómoda para el Gobierno de la provincia que sentó al actual ministro de Salud de la Nación, a partir de promocionar publicitariamente las presuntas bondades de su gestión sanitarista como una suerte de milagro estatal. Pero la promoción de marketing encontró su límite en la protesta creciente.

Insalubridades

Los hombres y las mujeres de la salud pública no reclaman muchas cosas. En primer lugar, quieren sueldos que les permitan vivir dignamente. Algo que no consiguen con el básico de $ 833, ni con los $ 2.000 de bolsillo que embolsan muchos médicos con 10 años de antigüedad. Monto superior al que cobran los profesionales que, como monotributistas, facturan $ 1.400 por el Plan Nacer, que no les reconoce licencias por enfermedad ni vacaciones. Como perversa contradicción, las médicas que prestan servicios a este programa no cobran un peso durante el tiempo en que no pueden trabajar porque dieron a luz y deben ocuparse de su hijo. Para qué hablar del personal que tiene contrato de locación de servicios y gana entre $ 800 y $ 900 por mes.
En segundo lugar, los que protestan exigen estabilidad laboral, porque advierten que, sobre una planta de 15.000 agentes, en el Siprosa suman poco más de 5.000 los que no revisten titularidad. Es decir, una de cada tres personas que le pone el cuerpo a la salud pública está enferma de precariedad laboral. Para no hablar de números sino de seres humanos, el miércoles pasado llegó a la plaza Independencia, con su compungido testimonio, la mamá de Débora Molina, la enfermera que murió hace poco a causa de la gripe A. "Me duele lo que dice el gobernador (José) Alperovich: que no tiene gente en negro. Mi hija trabajó dos años en negro, al igual que otras 150 enfermeras que estuvieron en el velorio", lloró la señora Chávez de Molina, que se llama Esperanza y pidió una vivienda decente y el dinero que le debe el Estado por la muerte de su hija.
Precisamente, los autoconvocados demandan, en tercera instancia, que se les reconozca un adicional salarial por trabajo insalubre. Nada exótico teniendo en cuenta que a todos los males existentes se suma ahora, en esta parte del mundo, el regreso de las pestes supuestamente erradicadas, como el dengue, el paludismo, la tuberculosis, la fiebre amarilla, la leishmaniasis y la leptospirosis (esta última, en Tucumán, no se mide).
Por último, requieren que los trabajadores que sobreviven y llegan a jubilarse puedan gozar del 82% móvil en sus haberes como pasivos. Y que los que tienen edad para seguir trabajando puedan hacerlo bajo el imperio de una carrera sanitaria real, que incluya concursos para acceder a un cargo o ascender en la jerarquía, así como reconocimientos a la labor que se lleva adelante.

Inauguración de la nada

Juan Manzur, el vicegobernador licenciado como ministro de Salud de la Nación, no tuvo tiempo para oír ninguno de esos reclamos en su reciente visita a la provincia. Esa durante la cual participó del ciclo alperovichista de inauguraciones de la nada.
Así como del prometido tren de pasajeros entre Tafí Viejo y San Miguel de Tucumán sólo están los rieles, Manzur transitó por Banda del Río Salí para visitar cimientos en el hospital del Este, que estará terminado en una fecha acaso inconfesable.
La obra tiene pronóstico reservado porque, a pesar de que se construye con fondos enviados desde España a comienzos de esta década -cuando los euros cotizaban bastante menos que ahora-, surgió "un desfase" de dos decenas de millones de pesos. En Tucumán, una de las monedas más fuertes del mundo devalúa.
Mientras tanto, como denuncia el legislador radical José Cano, a 20 kilómetros de esa fantasía que es el hospital del Este se encuentra el hospital de Ranchillos, que no puede atender todas las necesidades reales de su comunidad, por lo cual muchos vecinos deben desplazarse hasta la capital. Y más allá está el hospital de Simoca, donde no se practican partos, así que las madres tienen que ir a dar a luz a la maternidad o al hospital de Concepción.
En otro extremo del mapa, en el CAPS de referencia de Amaicha del Valle, hay un equipamiento de rayos X nuevo que, según el senador electo, no puede funcionar porque no se invierten $ 5.000 en el laminado de plomo de la habitación donde debe ser emplazado. La consecuencia: le exportamos enfermos a Catamarca, porque los tucumanos de la zona deben ir a atenderse a Santa María.
En la capital las cosas no son mejores. En el Centro de Salud -dice Cano- deberían funcionar tres equipos de rayos: sólo anda el de la guardia. En la sala de Enfermedades Tipo Influenza (ETI) del  Padilla buena parte de los profesionales son concurrentes: no cobran sueldo. En esos y en otros nosocomios hay gente haciendo cola desde las 4 de la madrugada para sacar números y ser atendida. En muchos hospitales del interior, directamente, no hay pediatras, oftalmólogos ni ginecólogos. Para que hablar de las especialidades. En el propio San Miguel de Tucumán hay turnos de 120 días de espera para ser atendido por un neurólogo pediatra. Es a quien deben consultar, entre muchos otros, los hijos de la desnutrición. Claro está, el hambre que provoca el hombre es mucho más veloz e implacable en su diagnóstico de espanto.

Ministro y "cenador"

Las actividades no promocionales de Manzur (oportunamente denunciado por Cano de haber aprovechado las discrecionalidades de la emergencia sanitaria para remodelar y redecorar su despacho de Ministro de Salud de la Provincia) tuvieron que ver con cenar con miembros de la Legislatura y del Ejecutivo, todos ellos con remuneraciones mensuales de cinco cifras.
Eso sí, debe reconocerse que fueron comidas bastante más modestas que la cena en Puerto Madero con que Manzur celebró su llegada al gabinete nacional, junto con políticos y directores de hospitales tucumanos. Según algunos medios nacionales, la bacanal con champaña francesa le costó $ 15.000 al Ministerio de Salud de la Nación, aunque algunas fuentes tucumanas jurarían que fueron cubiertos con los insondables fondos de la Honorable Legislatura de Tucumán.

Coherencia en terapia

El pasado martes 18 se firmó el decreto acuerdo 31/200: establece que la bonificación por extensión horaria pasará del 75% al 100% para los choferes y las secretarias privadas de los secretarios y los subsecretarios de Estado, los ministros y el gobernador. Sin indagar sobre las prioridades de este Gobierno, ocurre que los mismos que dicen que no hay dinero para atender las demandas de los trabajadores de salud son los que dan aumentos para los asistentes del funcionarato.
Claro, la planilla salarial del Siprosa es varias veces mayor que la de los que transportan funcionarios y agendas, pero lo cierto es que, acaso, los movilizados tendrían mejor suerte si propusieran que, después de alcanzar un acuerdo para que el Gobierno priorice la capacitación de los médicos -recertifican sus títulos cada cinco años-, la ceremonia terminara con un corte de cinta.
"El alperovichismo sí tiene plata para la construcción de un faraónico edificio legislativo, que costará más de un centenar de millones de pesos y que no fue licitado. Y también tiene recursos para renovar la flota de autos de la Casa de Gobierno. Los que disfrutan de esa opulencia son los que se declaran en quiebra para atender las necesidades del personal de la salud", fulmina el ex legislador Alejandro Sangenis.
El opositor también advierte que la gran gestión alperovichista en materia de salud consistió, hasta aquí, en inaugurar las torres nuevas del hospital de Niños y ampliaciones en el Padilla y en el Centro de Salud, a partir de fondos que fueron gestionados por Eduardo Duhalde con José María Aznar, cuando eran presidentes de la Argentina y de España, época en la que el gobernador era Julio Miranda.
Párrafo aparte merece el hospital de Aguilares, varias veces caracterizado por vecinos y dirigentes como una "cáscara vacía" que en el mejor de los casos funciona como un CAPS.

Desautorizaciones
Como contrapartida, Tucumán acumuló, en idéntico período, denuncias provinciales y nacionales por supuesta adulteración de estadísticas sanitarias. Según diputados y legisladores, sufrimos índices incoherentes, mediante los cuales la tasa de mortalidad infantil (registra el deceso de los que nacieron vivos) es similar a la de los países desarrollados, mientras que la mortalidad fetal es superior a la de Formosa.
De paso, esas y otras denuncias sobre la problemática de la salud pública salieron a la luz por la honestidad profesional de médicos que se animaron a denunciarlo. Pagaron ese coraje sufriendo persecuciones y no tuvieron el respaldo de sus pares, que ahora se movilizan para reclamar mejores condiciones laborales y descubren que buena parte de los directores de hospitales les pagan con la misma falta de solidaridad. De hecho, si el conflicto no se soluciona pronto, en el próximo capítulo los empleados probablemente enrostren a los jerárquicos para reclamarlesque definan si están del lado de los trabajadores o de parte del Gobierno, que amenaza con descontarles 22 días de sueldos.
Es que el Gobierno ha quedado descolocado con la rebelión de las casacas blancas. Apenas atina a decir que no reconoce legalmente a los autoconvocados y que sólo dialogará con los gremios. Esos que quedaron desautorizados después de varios años de considerar, sumisamente, que con acordar el pago de sumas fijas a modo de recomposición salarial alcanzaba. Pero los médicos no sólo dicen que no se sienten representados por los sindicalistas de turno: en verdad, le están gritando al Gobierno que no está gobernando bien.

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