Cuando el mundo virtual se pone peligroso

Cuando el mundo virtual se pone peligroso

Los adultos consideran internet un espacio extraño, donde, entre otras cosas, no hay control sobre la exposición de la intimidad. Una psicóloga advierte la clave radica en no poner la responsabilidad y la posibilidad de cambio del otro lado de la pantalla.

SECOND LIFE. Imagen tomada del juego que hizo furor en 2007, donde se puede elegir una personalidad y llevar un vida paralela a la real. SECOND LIFE. Imagen tomada del juego que hizo furor en 2007, donde se puede elegir una personalidad y llevar un vida paralela a la real.
24 Agosto 2009
El mundo virtual asusta a muchos adultos, aunque jóvenes y chicos ya no tengan la posibilidad de entender siquiera este cuestionamiento, porque han nacido inmersos en él.
El advenimiento de las nuevas tecnologías de información y de comunicación, y básicamente lo que hoy se llama mundo virtual empezó siendo una especie de magia. Sin embargo, esta ya se ha perdido porque casi todos, quién más, quién menos, habitan de algún modo el ciberespacio. Eso no quiere decir que no siga siendo vivido por muchos como un espacio extraño y, casi por añadidura, potencialmente peligroso.
La psicóloga Diana Litvinoff, autora del libro "El sujeto escondido en la realidad virtual" (Letra viva), dice que lo que cambió decisivamente con internet es la concepción del espacio y del tiempo. Esto genera nuevos temores, nuevas necesidad de adaptación al mundo real y nuevas manifestaciones del malestar de vivir. También, por supuesto, nuevas potencialidades expresivas.
"Con la inmediatez se acortan las distancias y todo parece estar al alcance de la mano, pero a la vez la distancia permite el disfraz -explica Litvinoff- y la capacidad de adoptar diferentes personalidades y formas de ser.
A primera vista esta sería una característica del mundo virtual que daría nuevas formas de expresar la personalidad, o sea, un aspecto positivo. Pero justamente uno de los aspectos de internet más explotados por la prensa es la cara opuesta de esta potencialidad: la capacidad de agredir (y de ser agredido) sin poner el cuerpo, la falta de control sobre la exposición de la intimidad, que ahora resulta posible sin límites. "El sujeto puede expresarse porque está escondido, amparado por la distancia", comenta la especialista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional.
Ese no es el único cambio en la conducta humana generado por internet. En la actualidad, gracias a la tecnología se genera una idea de que todo lo que uno desea puede ser posible y de que todo está permitido. Y, en general, "cuando todo le esta ofertado, el hombre retrocede, se protege", opina la psicoanalista. Explica que en el consultorio es frecuente tratar personas que llegan con la preocupación por lograr algo y que desisten justo en el borde, cuando están por alcanzar eso que querían.
"La posibilidad de satisfacción parecería estar justamente en la acción de poner el cuerpo mientras que internet ofrece la posibilidad de una especie de satisfacción sin poner el cuerpo. El resultado sería una creciente insatisfacción", añade.
No obstante, Litvinoff opina que lo virtual "será campo de acción o de refugio, y alimentará pasiones y adicciones; la clave radica en no poner nunca toda la responsabilidad y las posibilidades de cambio del otro lado de la pantalla.

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