El "monstruo de Austria" fue condenado a cadena perpetua

El "monstruo de Austria" fue condenado a cadena perpetua

Por decisión unánime, el jurado lo encontró culpable de todos los cargos. "Lo lamento de corazón, pero ya no puedo hacer nada", dijo. Video.

INTENCION. Fritzl estaba convencido de que podía mantener en secreto su doble vida, relató su abogado. REUTERS INTENCION. "Fritzl estaba convencido de que podía mantener en secreto su doble vida", relató su abogado. REUTERS
19 Marzo 2009
SANKT POLTEN, Austria.- Josef Fritzl, el electricista que mantuvo encerrada y violó sistemáticamente a su hija Elisabeth durante 24 años, fue condenado a cadena perpetua por el tribunal que hace cuatro días lo juzga en Austria. Unánimente, los ocho magistrados lo declararon culpable de todos los cargos que se le imputan.

Momentos antes de que el jurado se retirara a deliberar, el "monstruo de Austria" -como se conoce al acusado desde que sus actos salieron a la luz- tuvo la chance de decir unas últimas palabras. "Lamento de todo corazón lo que hice a mi familia. Por desgracia, ya no puedo hacer nada para arreglarlo. Sólo me queda procurar, si puedo, limitar el daño", manifestó. Estaba acusado de violación, incesto, esclavitud y homicidio, cargos en los que aceptó su responsabilidad.

En su alegato final, la fiscala Christiane Burkheiser hizo hincapié en el cargo de homicidio que pesa sobre Fritzl -quien obligó a su primogénita a procrear siete hijos durante su cautiverio-, por dejar morir a Michael, uno de los bebés, en el sótano de 60 metros cuadrados donde los tenía encerrados. Ella y la abogada de Elisabeth, Eva Plaz, habían pedido la pena máxima.

"Michael murió torturado y mi cliente se vio obligada a verlo durante días. El acusado se nombró a sí mismo dueño de la vida y la muerte, y debe ser castigado por ello", manifestó la letrada ante los jueces. El abogado de Fritzl, Rudolf Mayer, pidió comprensión para el hombre, "pues de todos modos será sentenciado a 20 años de cárcel".

Doble vida
En las dos primeras sesiones del "juicio del siglo", como lo denomina la prensa europea, el acusado insistió en ser inocente en los cargos de homicidio y esclavitud. Sin embargo, ayer causó sorpresa al confesar que, efectivamente, dejó morir a Michael, cuyo cuerpo incineró en una caldera.

La fiscalía lo acusaba de impedir que el pequeño recibiera tratamiento médico en abril de 1996 por temor a que se descubriera su crimen. El bebé perdió la vida 66 horas después de nacer. Michael era uno de los cuatro hijo-nietos que Fritzl mantenía en el sótano; a los otros tres había llevado a vivir con su esposa y el resto de su familia, fingiendo que Elisabeth los había abandonado.

Al parecer, el cambio de postura del acusado se produjo después de ver el video en el que prestó testimonio Elisabeth, quien durante 11 horas relató los horrores que padeció a lo largo de los 24 años que estuvo encerrada.

La psicóloga forense Adelheit Kastner, encargada de evaluar el estado psicológico del electricista, concluyó que se encuentra en plena posesión de sus facultades, pero que padece una peligrosa necesidad de poder y control que se traduce, en parte, en el sexo.

Mientras sus vecinos lo describían como un hombre amable y cortés, Fritzl llevaba su doble vida desde 1978. Según las investigaciones, el hombre comenzó a remodelar el sótano cuando su hija tenía 12 años y ya, al parecer, abusaba de ella.

En agosto de 1984, cuando Elisabeth tenía 18 años, su padre la encerró, haciéndole creer a su esposa Rosemarie y a las autoridades que se había escapado y adherido a una secta. Como prueba, obligaba a la muchacha a escribir cartas en que pedía que dejaran de buscarla. Con el pretexto de que trabajaba en su taller subterráneo había prohibido a su familia que bajara al sótano, donde pasaba noches enteras. (DPA-AFP-NA)

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