Terán según Lizondo Borda

Terán según Lizondo Borda

Visión de un amigo y colaborador del fundador de la UNT. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.

JUAN B. TERAN. Una imagen del ilustre tucumano con varios de sus hijos, tomada en la década de 1920. JUAN B. TERAN. Una imagen del ilustre tucumano con varios de sus hijos, tomada en la década de 1920.
05 Febrero 2009

El destacado historiador tucumano Manuel Lizondo Borda (1889-1966), fue admirador, amigo y colaborador del doctor Juan B. Terán (1880-1938).
Esa proximidad hace interesante rescatar párrafos de un texto que publicó al ocurrir, en 1938, la muerte del ilustre fundador de nuestra Universidad.
A Terán escritor, Lizondo Borda lo consideraba "brillante".
Apunta que "escribía en forma de párrafos breves y nerviosos", y que "su prosa a veces parecía descuidada, como vertida al correr de la pluma, pero nunca dejó de ser elegante.
Solía gustar a veces de los neologismos permitidos, y aún más de las voces castizas y olvidadas".
Pero "ante todo y sobre todo, al escribir era natural y conciso: por lo cual fue un brillante escritor, un escritor de raza", subrayaba el historiador.
Lizondo Borda había agrupado los libros de Terán a su vista en el escritorio, mientras redactaba esas lineas. Y al contemplar el conjunto, "de pronto, no sé bien por qué, me he emocionado verdaderamente", confesaba. Le pareció que allí, "en esos libros, en esas pobres cosas, después de haber muerto, Terán estaba aún vivo. Porque yo tengo el convencimiento de que, al fin del hombre, su palabra escrita, cuando es expresión de un sentir y un pensar verdaderos, es lo único que queda, lo único que no muere".
Desaparece una persona y su recuerdo con el tiempo se extingue, sus acciones se olvidan, sus obras materiales se arruinan o se borran. "Lo único en verdad inmortal que de él resta, es su palabra alada, retenida para siempre en la mágica tela de araña de los signos escritos, de donde vuela, viva y libre como una mariposa, cada vez que otro la pronuncia y la entiende", escribió el historiador.
Lizondo Borda pensaba que eso es lo que habría de perdurar del doctor Juan B. Terán, porque encerraba lo más auténtico y lo mejor de su espíritu. "Allí quedará todavía, cuando tantas cosas que hoy parecen durables hayan desaparecido también".

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