Bruja, o segunda madre

Bruja, o segunda madre

A lo largo de la historia supieron construir una fama de la cual les es difícil escapar, pese a que, según algunas aseguran, la modernidad habría contribuido a cambiar su imagen. Más allá de quienes las critican por entrometidas o las que se deshacen en elogios, las suegras seguirán existiendo por los siglos de los siglos. Para unos, son un mal necesario y para otros, una bendición. "Si hay algún problema en la pareja, siempre defiendo a mi nuera", dijo una de ellas.

04 Enero 2009

El diccionario de la Real Academia Española la define así: "madre del marido respecto de la mujer, o de la mujer respecto del marido". Para algunos es la representación del diablo y para otros, la segunda madre. Hay un gran número de chistes y refranes sobre ellas. Desempeñan, sin duda, el rol más polémico en las relaciones familiares. Señoras y señores, con ustedes: la suegra.

Quienes creen que ellas son como otra madre les permiten que actúen de mediadoras en los conflictos de la pareja y en muchos casos les confían la responsabilidad de criar a sus hijos. Los que no las quieren dicen que se entrometen en la vida de la pareja, las llaman brujas y las acusan de manipuladoras. Uno de los chistes más difundidos señala que el diablo creó a las suegras porque no podía estar en todas partes.

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"Si ponés el nombre solo, sin el apellido, te puedo decir varias cosas sobre mi suegra", le dice Mónica (40), empleada pública, al cronista de LA GACETA.

"Los primeros meses de mi matrimonio -se casó a los 21- fueron los más complicaditos. Doña Graciela -que hoy ronda los 60- quería saber casi todos los días qué iba a almorzar Ricardito; si estaba bien del estómago porque, según ella, era delicado y no tenía que comer fritos. O si se despertaba por las noches ahogado porque hasta los 18 años sufrió con el asma", comienza a relatar. Y continúa. "También era jodida con la cuestión del orden en la casa y la ropa de él. Caía de improviso y faltaba poco para que viniera con una lupa y mirara si había suciedad en los rincones. Yo era tranquila, no le decía nada. Hasta que un día se me subió el Tos.... (y dice su apellido de soltera) a la cabeza y le paré el carro. Se enojó, no me habló por varios días y además eso me trajo discusiones con mi marido", señala.

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Distancia

Mónica dijo que luego la relación se hizo más distante y que sólo mejoró un poco con la llegada de los hijos -dos varones y una mujer-. "Hoy puedo decir que ella sigue con varias cositas, pero ya sé cómo manejarla, a pesar de que mi esposo no me ayuda mucho porque es medio ?mamero?", finaliza.

Alejandro, de 36 años, no opina lo mismo que Mónica: "la relación con mi suegra es excepcional; creo que todo es cuestión de buena predisposición y respeto. Uno debe ceder un poco y con el tiempo se comienza a apreciar la relación, hasta que se termina queriendo mucho a los suegros", señala. No obstante, Alejandro -que lleva12 años de casado- es consciente de que la buena relación que tiene con la madre de su esposa "es un caso entre 100".

Lucha por el poder

La cultura popular indica que hay mayores conflictos entre la suegra y la nuera que entre la suegra y el yerno. En el primer caso, se debe a una competencia de género. Ambas luchan por ser mejor mujer y por atender de la manera más solícita al hijo o al marido, según el caso. Al parecer, es una lucha de poder que se da por el miedo de la madre a perder al hijo o a la hija.

Luisa María (44) dice que tiene una "excelente relación" con su suegra. "Eso lo conseguimos porque ambas hicimos un esfuerzo por acercanos. Cada vez que hubo un problema mi esposo se puso del lado de su madre, pero finalmente ella siempre me apoyó a mí", asegura. Maximiliano es empleado de comercio, tiene 36 años y una suegra "bastante metida", según indica. "Medio en broma y medio en serio, me dice que soy el ladrón que le saqué la rosa de su jardín. La dejo pasar, pero cuando no estoy en mi día escuchar eso me revuelve el estómago y a veces le contesto de mala manera. Ella está convencida de que en mi casa tengo la mejor mujer del mundo; la verdad es que no me quejo de Rossana, es muy piola, cariñosa y buena madre; pero de ahí a la mejor del mundo...", rezonga.

?Maxi? comenta que tiene compañeros de trabajo que también se quejan de sus suegras: "hay veces que se justifica la calentura que tienen, pero otras veces se enojan por tonterías que les dicen las viejas". "A mí -continúa- lo que sí me revienta es que se ponga a dar clases de cómo llevar adelante una familia, de cómo se debe gastar el dinero y de que a los chicos no hay que gritarles (eso dice porque no está todo el día con ellos). Yo crío a mis hijos como me enseñaron mis padres; no necesito que nadie saque un libro y me diga cómo hacerlo".

Ahora bien, ¿por qué casi siempre la suegra es el eje de algún conflicto o cambio de opiniones y no el suegro? Porque en nuestra cultura los suegros se involucran menos en la crianza, en la alimentación y en otros aspectos de la vida cotidiana. La mensajera de las relaciones es la mujer y eso hace que la figura de la suegra se vea más conflictiva.

Elena es una suegra que tiene 59 años. "Debo decir que no tuve ni tengo ningún entredicho con mi yerno. El problema surge cuando las madres se vuelven muy absorbentes y no logran cortar el hilo que los une a sus hijos", analiza. Elena dijo que la que sí tiene problemas es su hija, casada desde hace dos años. "Lo que pasa es que mi yerno consulta demasiado con su madre, y esto interrumpe la unión matrimonial. En general, el mito que dice que la relación entre la suegra y la nuera es delicada se hace realidad en muchas familias", asegura.

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