"En la Costanera, los jóvenes parecen cadáveres"

"En la Costanera, los jóvenes parecen cadáveres"

El residuo de la cocaína circula por todo el barrio y está causando daños nutricionales y respiratorios entre los adolescentes que lo consumen.Hay cuatro puntos de venta en cada manzana. Los chicos venden de todo para poder conseguirla.

SIN FUTURO. Los adolescentes del barrio La Costanera no trabajan ni estudian; pasan todo el día tratando de conseguir medios para comprar droga. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO SIN FUTURO. Los adolescentes del barrio La Costanera no trabajan ni estudian; pasan todo el día tratando de conseguir medios para comprar droga. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO
28 Diciembre 2008

Se marean. Sus ojos dan vueltas. Están perdidos. Alucinan. Se ríen. La ronda comenzó hace una hora, a la vera del Río Salí. En medio de la basura y del olor a derrames cloacales, dos jóvenes sacan otro papelito metalizado que contiene un polvo amarillento. Lo ponen adentro de una lata vacía, que calientan de abajo con un encendedor. Meten una pajita en el preparado y lo fuman. A pocos metros de allí, Ana María Suárez, comienza a llorar. Acaba de ver a su hijo, otra vez, drogándose.
La mujer, al igual que muchos de sus vecinos del barrio Costanera y de los médicos y especialistas que trabajan allí, afirma que la zona se ha convertido en la "Ciudad del paco". La imagen de los chicos consumiendo esta sustancia, también conocida como bazuco (basura de cocaína), ya no sorprende a quienes habitan la zona. Y dicen que esta droga está haciendo estragos entre los adolescentes. "Son cadáveres caminantes. Los vemos morir lentamente todos los días", dice Ana María. "Los que eran gordos están muy flacos; los que eran delgados ahora son piel y huesos", describe su hermana, Luisa, que tiene tres hijos adictos.
Una de las mujeres cuenta que en la Costanera, a ambos lados del río Salí, los chicos comienzan a drogarse a los 10 años. "Están todo el día con la bombilla y el paco. Lo mezclan con virulana o vidrio molido", detalla. "Se desesperan por esa porquería; ni siquiera duermen", añade Margarita Tapia, que tiene dos hijos de 28 y 17 años, y una hija de 13. Todos consumen.
El paco circula por la Costanera a $ 5 la dosis. Lo comercializan en cualquier casa o en los quioscos, donde, para disimular, también expenden cerveza y cigarrillos. En cada manzana hay cuatro lugares donde se los puede conseguir. Los vendedores suelen ser hombres. Aunque también hay mujeres involucradas en el negocio. Son madres de familia que, después de tapar las ollas con la comida, se limpian las manos con el repasador y salen a vender la droga que esconden bajo la pollera, según los vecinos.
Los almacenes de la droga son también lugares que se dedican a cambiar todo tipo de objetos por paco. "Los canjean por zapatillas, celulares, ropa y cualquier cosa. Hay chicos que arrancaron las puertas de sus casas y las fueron a cambiar por droga. Los jóvenes salen vestidos y vuelven desnudos", explica Fernando Soria.
Ana María no tiene miedo de enfrentar a los "transas" (como llaman a los que venden la droga). "Les digo que por favor no le den paco a mi hijo, que lo están matando. Pero me amenazan y me contestan: ?si no les vendo yo, lo mismo alguien le va a dar?", cuenta.

Problemas
Cuando Nora logró convencer a su hijo de que hiciera rehabilitación, el joven de 24 años pesaba sólo 35 kilos. Tenía graves problemas respiratorios. "Temía que se muriera en cualquier momento. Le dije: ?si no te mata la droga, te mato yo?. Y así logré que tratara su problema", recuerda la mujer, mientras intenta parar de llorar. Pero no puede. Y recuerda: "estaba destruido por el paco".
Fue esa la señal la que comenzó a alertar a los médicos. Muchos jóvenes aparecieron enfermos de tuberculosis, una patología casi erradicada, pero típica de quienes consumen la basura de la cocaína. "Lo peor que tenemos aquí es la droga. Está haciendo estragos. Los chicos están muy flacos; enfermos", detalla el doctor Raúl Olveira, director del CAPS del barrio. El problema es tan grave que, según el médico, muchas madres de la zona van hasta el dispensario a buscar la leche para sus hijos, que se entrega en el marco del Plan Nacer, y luego la cambian por estupefacientes.
La experta en Adicciones María Eugenia Almaraz comenta que hace dos años ya había alertado que la Costanera estaba siendo invadida por el paco. Comentó que el 80 % de los adolescentes y jóvenes del barrio los consume. "En 2006 teníamos casos aislados. Hoy el abuso de esta sustancia se ha generalizado en la Costanera. Los chicos están destruidos, son delincuentes, no tienen trabajo ni mucho menos futuro", define.

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Práctica peligrosa
El consumo de paco creció un 500 % en los últimos tres años en el país, según un informe elaborado recientemente por la Federación de ONG para la Prevención de Abuso de Drogas.

Los vecinos de la Costanera estrenaron una inmensa escuela hace poco. Sin embargo, los padres dicen que cada vez van menos chicos a clase, como consecuencia del consumo de paco. También llegó el pavimento. No obstante, muchos vecinos se encargan de llenar todo de aguas servidas para que los móviles policiales no puedan entrar.

Los especialistas que reciben adictos con causas penales, que deben realizar tratamientos, también notaron el incremento del uso de paco en la Costanera y cómo esta práctica predispone a los consumidores a la desnutrición y a la tuberculosis, dijo Alfredo Córdoba, del Departamento de Toxicología de la Municipalidad de la capital.

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