El viaducto El Saladillo une historia, ingeniería y aventura

El viaducto El Saladillo une historia, ingeniería y aventura

La construcción data de fines del siglo XIX; es única en América Latina.

IMPONENTE. Se necesitaron 5 millones de ladrillos para levantar el puente.  LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO IMPONENTE. Se necesitaron 5 millones de ladrillos para levantar el puente. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
24 Julio 2008
Despierta miradas de asombro. Al elevar la vista, los inmensos arcos se dibujan en el cielo. El paisaje se hace perfecto cuando lo envuelve el sonido de un arroyo y los trinos de los pájaros. Está atardeciendo, pero dan ganas de quedarse frente al Viaducto El Saladillo, una magnífica obra de ingeniería, única en Latinoamérica.
Muchos de los turistas que llegan hasta El Cadillal se aventuran por medio de las fincas, por un camino estrecho, para conocer la construcción, declarada Monumento Histórico Nacional en 2000.
Luego de transitar casi dos kilómetros por una senda rodeada de una espesa vegetación, de repente, el viaducto se descubre ante los visitantes. "Simplemente, me quedé sin palabras. Es un lugar asombroso, ideal para meditar y para contemplar el paisaje", contó Luis Sandoval, un cordobés que paseaba por el dique Celestino Gelsi.
La inmensa obra alcanza casi 28 metros de altura hasta el nivel del riel, tiene una longitud de 365 metros y fue levantada en ladrillo a la vista a fines del siglo XIX. Cuenta con 25 arcos de medio punto sostenidos por 24 pilares de 21 metros de altura. Consumió, en total, 5 millones de ladrillos.
Quienes visitan el lugar opinan que tiene algo de mágico. Bajo los arcos, hay merenderos y asadores. Eso sí, hay que ir bien provisto porque en la zona no hay puestos de expendio de comidas ni bebidas. Tampoco hay baños, de manera que hay que tomar las precauciones necesarias y pasar, antes, por los sanitarios de la zona del lago.
"Si bien faltan algunos servicios, que permitirían una mejor explotación turística del lugar, disfruté mucho de su belleza y de su imponencia. Antes de venir a Tucumán ya me habían recomendado que lo conociera", detalló Mariana Bagno, una cordobesa que eligió Tucumán para pasar las vacaciones.
A quienes les gusta el vértigo y la aventura no dudan en treparse al puente metálico ubicado al lado del viaducto con el objeto de observar desde las alturas el paisaje, donde los cerros se mezclan con las nubes. Otros, en cambio, prefieren refrescarse a la orilla del arroyo El Saladillo, que pasa por el lugar y que le dio nombre a la viaducto.

Un símbolo
La importancia del viaducto radica en que se trata de un símbolo de lo que fue la ingeniería ferroviaria en el país. La obra comenzó a proyectarse en 1881 y el plano fue aprobado por el célebre ingeniero Guillermo White, que con sus proyectos e iniciativas contribuyó al progreso del país. Promediando 1884, la obra fue concluida y puesta en marcha. Por allí pasaba la prolongación ferroviaria desde Tucumán hasta Metán, Salta.
Pero el progreso hizo que las antiguas locomotoras vaporeras, que no pesaban más de 27 toneladas, fueran reemplazadas por otros, también a vapor, pero más grandes, con más capacidad para almacenar el agua y con un peso que alcanzaba las 100 toneladas.
Esta es una de las causas posibles por las cuales el viaducto comenzó a mostrar fallas en su estructura en 1922. Esto se notó, particularmente, en los cimientos del extremo norte de uno de los arcos, que descansaba a poca profundidad sobre la pared del cerro. Sumado a ello la erosión que producía la lluvia, el viaducto dejó de ser seguro y fue clausurado en 1927.
Se construyó, entonces, un puente metálico, de 30 metros de largo, sostenido por dos pilas metálicas de 25 metros, a poca distancia del antiguo viaducto de ladrillos. Este todavía se encuentra en servicio.

Propuestas
El viaducto El Saladillo es un sitio ideal para el turismo aventura. Algunas empresas suelen organizar excursiones en bicicleta o caminatas y hasta rappel aéreo (sistema de descenso con cuerdas en superficies verticales).
Asimismo, se puede hacer un recorrido por un túnel, que comienza cuando concluye los 308 metros de largo que tiene el viaducto. Allí se consigue observar murciélagos en su hábitat natural.

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