Cristina cambió su imagen, en sintonía con la crisis agraria

Hillary Clinton no quiso aparecer en Vogue por miedo a parecer demasiado femenina. De ahí que haya administrado sus lágrimas de manera tan mezquina. Se ignora a qué ha renunciado Cristina Fernández de Kichner por idéntica causa, aunque a través de su variopinto estilo presidencial se puede asegurar que también ella vigila la imagen que transmite a la gente.
En concordancia con la actitud intransigente que mantiene desde que comenzó la crisis agraria, en los últimos días la mandataria modificó su vestuario. Ayer, sus 55 años bien coquetos se sosegaron. CFK, por sus siglas, se reservó el exceso de glamour que la identifica y sacó del armario una chaqueta rígida en tonos grises. Incluso, sus pestañas no lucieron cargadas de rímel, sino que oscureció los párpados con sombra oscura.
Empero, mientras desde hace un tiempo adentro del país se priva de concederle una atención exhaustiva a su aspecto, cuando viaja al exterior carga en la maleta las mejores prendas, alhajeros y accesorios. En París, en Caracas, en Perú y Roma -donde estuvo recientemente- sorprendió a los dignatarios con sus conjuntos, apartados de la sobriedad de su amiga chilena Michelle Bachelet o de la alemana Angela Merkel. Hoy, a seis meses de su asunción, se puede definir su arquetipo:
• Prefiere los trajes llamativos, con cintos anchos que le afinan la cintura. Las faldas suelen ser hasta las rodillas. Usa pantalones holgados. La mayoría de sus ropas son creación de Susana Ortiz, una diseñadora que enmudeció ante la prensa desde que la viste.
• Las tiendas de calzados Claude Benard y Ricky Sarkany también optaron por el mutismo. Cristina no iría a los negocios, sino que le acercan varios pares de zapatos para que escoja. Sus favoritos son los de taco aguja y punta afilada.
• Lleva carteras de Mahoma, Meter Kent y Louis Vuitton, entre otras marcas. Completa su look con aros, anillos, y reloj (el Rolex valuado en U$S 20.000). Incluso, en verano se atrevió a lucir una sutil pulsera en el tobillo izquierdo.
• Se la nota orgullosa de su melena larga y abultada. Cada tres meses se retoca las extensiones, según la prensa. Tiene más de 150 mechas. Suele llevar el cabello suelto. Alberto Sanders es el estilista que, poco a poco, le acortó y desflecó el flequillo.
A su biógrafa, Olga Wornat, le confesó que le hubiera encantado portar un nombre propio de la nobleza. Algunos recuerdan su osadía en España, cuando a un cronista que gritaba “reina”, tratando de atraer la atención de Sofía, le preguntó en broma: ¿cuál de las dos?