Seis meses bajo la fuerte influencia de Kirchner

Seis meses bajo la fuerte influencia de Kirchner

La presidenta Cristina Fernández recorrió una etapa de su gestión caracteriza por la prolongada protesta del sector agropecuario. El Poder Ejecutivo no logró, hasta ahora, dotar de la esperada renovación a la nueva administración. La inflación es uno de los temas pendientes de solución

POR LA SALUD. Cristina Fernández visitó Tucumán el 15 de abril pasado para inaugurar el hospital de Aguilares. LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI POR LA SALUD. Cristina Fernández visitó Tucumán el 15 de abril pasado para inaugurar el hospital de Aguilares. LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
10 Junio 2008
Buenos Aires.- La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner cumple hoy seis meses de un gobierno signado por la influencia de su esposo, el ex mandatario Néstor Kirchner, la crisis con el agro y el malhumor social. La jefa de Estado dilapidó en cuestión de meses parte del capital político que había ganado en las elecciones de octubre, sin poder dotar a su gestión de los aires de renovación que acompañan a cada nuevo gobierno.
La dirigente peronista quedó atrapada en las redes de la sucesión matrimonial del poder, un hecho sin precedentes mundiales, y no le pudo dar, aún, un carácter personal a su mandato que la diferencie de su esposo, quien marca desde la alcoba presidencial y ahora también desde la presidencia del oficialista Partido Justicialista (PJ, peronista) el día a día del Ejecutivo.
La segunda mitad de sus primeros seis meses de Gobierno estuvo bajo el signo de la crisis con el agro, que se desencadenó a causa de la decisión de subir los impuestos a las exportaciones agrícolas para aprovechar el alza de los precios internacionales, a fin de contar con más fondos públicos. Errores en el manejo del conflicto llevaron a una prolongación de la crisis y el aumento del enojo de los ruralistas.
La masiva adhesión que obtuvo la protesta rural en todo el país le plantó -además-, al kirchnerismo, una oposición que no había registrado en los últimos años, acostumbrado a una gestión personalista, sin interlocutores y financiada por una generosa chequera.
El 10 de diciembre de 2007, Cristina recibió una economía en crecimiento, con bajo nivel de desempleo, superávit fiscal y comercial y fuertes reservas de divisas. Pero también con señales de advertencia por el aumento de la inflación y la fijación de precios máximos, una crisis energética tapada con subsidios y sin estadísticas económicas fiables. La Presidenta aún no solucionó estos temas. El escenario cambió, aunque continúa avanzando la expansión económica y las variables de recaudación y de la balanza comercial siguen positivas.
La economía está dando las primeras señales de enfriamiento. El consumo se planchó en los últimos meses por la caída del salario real frente al alza de la inflación; se encareció el crédito por el alza de las tasas de interés y se aceleró la fuga de capitales. La pobreza comenzó a crecer después de haber alcanzado sus niveles más bajos tras la crisis de 2001 y 2002, según señalan los estudios privados que contradicen las estadísticas oficiales. Cayó, además, el índice de confianza del consumidor y varias encuestas privadas muestran un retroceso en la imagen positiva de la Presidenta. 
En el plano internacional, Cristina no logró remontar el alicaído perfil que le legó su esposo. Inauguró su gobierno con una crisis con EEUU por el caso de la valija del venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson, tuvo roces con España por la política de "argentinización" de las compañías con capitales ibéricos, mientras ejerce la presidencia pro témpore del Mercosur sin pena ni gloria ante el liderazgo real de Brasil. La relación con Venezuela sigue siendo estrecha, con Hugo Chávez convertido en salvavidas financiero y energético.
La promesa de concretar una justa distribución de la riqueza, bandera enarbolada durante el conflicto con el agro para justificar el aumento de los impuestos, es una de las materias pendientes ante la ausencia de una reforma tributaria para reasignar el peso impositivo sobre la población. (DPA)

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