Una vidriera viviente calentó el invierno

Alto ahí, que acá no pasa nadie. Y nadie quiere pasar. El frío mediodía del viernes se tornó más bien caliente en el microcentro tucumano, cuando tres modelos enfundadas en coloridos pijamas salieron de una tienda de lencería ubicada en San Martín al 600 y cortaron el tránsito para desviar la atención a la vidriera viviente que estaba a punto de largarse en el negocio.

Rápidos, ávidos de la novedad, más de un centenar de peatones -la mayoría del género masculino- se aglutinó frente al local y observó, fino vidrio de por medio, la soltura con que cinco chicas se despojaban de las prendas de dormir y quedaban en sensuales ropas interiores.

Durante media hora, los maniquíes móviles sujetaron la atención de los hombres (cuyas pupilas se dilataban cada vez que las modelos daban un giro de reversa) y de las mujeres (que tomaban nota para su próxima inversión). Pero fueron ellos quienes dieron el tinte gracioso a la jornada. A cara de "feliz cumpleaños", con el celular siempre adelante, agotaron la memoria de sus teléfonos móviles haciendo fotos y videos del espectáculo.

"La interacción entre el público y las modelos fue increíble. De hecho, las chicas no tenían pensado desfilar en la vereda, pero debieron hacerlo por los insistentes pedidos de la gente. Cuando salían, se veía lo inevitable: los hombres aplaudiendo los mejores cuerpos y las señoras hablando entre sí, como criticando", rió Fernanda Bringas, conductora y productora de un programa de modas televisivo.

La animadora, quien estuvo presente durante la vidriera viviente, reveló que los videos improvisados con celulares tuvieron, además, otros fines. "Fueron usados por sus propios camarógrafos para, más tarde, mostrarle a la vendedora y pedirle ciertos conjuntos para sus respectivas novias o esposas", explicó. El local que organizó el desfile viene haciendo puestas similares desde hace nueve años. LA GACETA.com ©