Los animales sueltos en las rutas

Los animales sueltos en las rutas

22 Abril 2008
La indolencia social parece ser, desafortunadamente, una de las características de nuestra idiosincrasia. La vemos a menudo reflejada en las constantes transgresiones a las leyes que se observa a diario en Tucumán, en especial, las referidas al respeto por la vida propia y la del prójimo. Entre las infracciones viales, ocupa un lugar la presencia de animales sueltos en las rutas provinciales y nacionales.
Nuestra edición de ayer refleja el pedido realizado un concejal de Tafí del Valle, generado por la muerte de uno de sus hermanos luego de que embistió un caballo de los muchos que con frecuencia -afirma el funcionario- atraviesan la ruta 307 en el tramo que va de Tafí hasta Amaicha del Valle. Según el edil, días antes del accidente, su padre había advertido a la Policías de Tafí que había gran cantidad de animales sueltos en esa carretera y acerca del peligro que ello representaba, le contestaron que no tenían combustible para hacer un recorrido y ocuparse del problema.
A fines de marzo pasado, un lector denunció que en el tramo de la ruta 303 que une Tucumán con Pozo Hondo, Santiago del Estero, es constante la presencia de toda clase de animales, y que resultan inútiles los pedidos a los dueños de que mantengan el ganado en los corrales.
Hace pocos años, en la ruta 9, a la altura de San Andrés, dos caballos fueron embestidos por un ómnibus de la empresa Flecha Bus que se dirigía a La Plata. Por intentar esquivarlos, el chofer volanteó hacia la izquierda y el micro cayó en una profunda banquina. Hubo 13 heridos, afortunadamente, ninguno de gravedad. Un empleado de la compañía dijo en esa ocasión que los animales sueltos causaban cuatro o cinco accidentes similares por mes. La Sección Caballería de la Policía provincial es la única repartición con atribuciones para controlar que no se cometan estas infracciones toda la provincia.
Se sabe que, en estos casos, los caballos son los más peligrosos. Generalmente, cuando son encandilados, reaccionan con violencia y van contra el rodado; casi nunca se retiran del camino. Los animales salen a las rutas porque sus propietarios no tienen el cuidado de mantenerlos dentro de los cercos adecuados, o atados. Ninguno puede alegar que desconoce los riesgos que entraña soltarlos, ni la existencia de antiguas y conocidas leyes que prohíben específicamente que se los deje sueltos. Pero también contribuye a este descontrol la actitud permisiva de las autoridades -tanto de las comunas como de los municipios- que no actúan con rigor frente a tales casos.
Cuando suceden accidentes por esta causa -haya o no víctimas mortales- los propietarios de los animales nunca aparecen ni reciben sanción alguna, porque no se investiga. ¿Quién se hace cargo, entonces, de los daños y de las víctimas? Se debería llevar un registro de propiedad de animales o identificarlos de algún modo. Por otro lado, se debería patrullar en forma constante las rutas y no esperar que ocurra un accidente para preocuparse.
  En ese sentido, municipalidades y comunas deberían involucrarse de un modo activo en este asunto. Y para evitar que la acción desaprensiva de dejar animales sueltos en las cercanías de los caminos se produzca por desinformación debería implementarse desde el Estado, en forma urgente, una campaña de educación vial justamente en los lugares donde con mayor frecuencia se producen estos episodios.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios